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En Chiapas a descolonizar el pensamiento, pero sobre todo a fortalecer nuestra identidad (I)

En Chiapas a descolonizar el pensamiento, pero sobre todo a fortalecer nuestra identidad (I)
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Antonio Cruz Coutiño

A Manuel, Andulio, Aracely, Margarito, Elvia, Jorge, Sebastián y Marcelino

“Chiapas es en el cosmos lo que una flor al viento,/ [sagrada tierra  que] un día lejano,/ debió brotar del mar ebrio de espuma/ o del cósmico vientre de una aurora”.

[Fragmento inicial. Canto a Chiapas. Enoch Cancino Casahonda, 1928-2010].

Bastante tinta ha corrido respecto de la pretensión de alterar o de algún modo perturbar el emblema público y notorio, oficial e histórico de Chiapas, por parte de personas que bien a bien no descubren su identidad, aunque los medios de comunicación señalan a un tal José Ángel del Valle, colaborador del defenestrado Juan Sabines Guerrero, hoy diputado local del partido Morena. Respaldado por estudiosos y promotores culturales que actuaron durante el ascenso del actual gobernador, antiguos dirigentes magisteriales, y actuales directivos de universidades oficiales (marcadamente UNICH y UNICACH), y de planteles de educación superior, privados.

A la campaña de desprestigio de nuestro escudo o emblema estatal han contribuidotambién: locutores, analistas de información, radiodifusoras y televisoras. Igual que algunos referentes de opinión de las redes digitales. Nos referimos a la divisa o insignia estatal que también podríamos llamar “emblema nacional”, pues refiere el santo y seña, el signo y símbolo central de nuestra patria chica —tierra rica y gente laboriosa—, y de nuestra identidad sociocultural, territorial, cívica y ciudadana.

Y todos ellos, pretenden encontrar, si no argumentos, al menos justificación para su campaña de descrédito e infamia en la supuesta división e incluso fragmentación de la entidad, identificando razones en estos indicadores: su intrincada geografía, múltiples regiones, demografía sui generis, multietnicidad, varias lenguas, diferenciación zonal sociohistórica, amplia diversidad cultural, extremos evidentes de pobreza y prosperidad, analfabetismo y baja escolaridad, etcétera.

Lectores, promotores y estudiosos que aprovechan, ahora sí, las diferencias étnicas, agrarias, territoriales, religiosas y políticas, típicas de las sociedades que se hallan a medio camino entre modernidad y atraso, o entre ciudad y campo, igual que las ideas y conceptos decolonialistas y etnocéntricos en boga. En donde se incluyen las repercusiones del levantamiento del EZLN y de los pueblos originarios en 1994, el activismo de organizaciones vinculadas a autonomías locales y regionales, las diversas pastorales de la nueva iglesia católica, y la expansión del protestantismo en sus diversas expresiones.

Emblemas y mitos identitarios

Aunque, quienes impulsan esta campaña, no saben o carecen de información sobre cómo ahora mismo las referencias gráficas provenientes de heráldica, toponimia o jurisdicción —alusiones más antiguas de pueblos, condados, municipios, comarcas y regiones del mundo—, son exaltadas y promovidas por el Estado, los gobiernos provinciales y la sociedad civil. No sólo por razones estrictamente económicas (producción, productividad, marcas de origen, denominaciones regionales, folklor, turismo y demás), sino por argumentaciones socioculturales o simbólicas que marcan su identidad local, provincial o nacional; argumentaciones históricas y reclamos de geopolítica.

Y es que, hasta donde tenemos conocimiento, todas las naciones europeas, los estados de la Federación Rusa, las provincias de la República Popular China, la nación India, y varios estados nacionales del Oriente extremo, recuerdan y festejan el día de su nacionalidad, o aclaman en alguna fecha su lábaro patrio, su estandarte, emblema, etnia o lengua regional. Celebran el día nacional de su provincia, o el de su antiguo origen mítico, religioso o histórico. El día del emblema regional más antiguo, el día nacional de su identidad, el del patrón o matrona religiosa más importante, y hasta el de la casa olinaje de la familia que gobierna.

También el día del emblema nacional, como ocurre con el águila bicéfala y el San Jorge que aniquila al dragón negro, del antiguo imperio de los zares en el caso de la Federación Rusa, o con el mítico dragón rojo del País de Gales, de hace 2,500 años, de antes de su sometimiento por parte del imperio romano.

Confrontación vs prioridades

Pero, además, atención. Hoy no hay guerra a la vuelta de la esquina ni enemigo enfrente, por más que Estados Unidos siempre esté sobre los mexicanos. O no, al menos, como para llamar a la unidad o a la uniformidad ahora. O a la rememoración, reactivación o vivificación de nuestros referentes socioculturales, cívicos, patriotas, regionales o nacionales.

Tampoco en absoluto, como aparentemente desean los de la campaña antedicha y a contrario sensu: enfrentar, dividir o fragmentar a la sociedad chiapaneca, con un asunto en este momento intrascendente, superficial y frívolo; luego de tres sexenios de gobiernos miserables, corruptos e incompetentes. Y, sobre todo: frente al gobierno estatal ahora vigente, pretendidamente demócrata, liberal, humanista, progresista y de izquierdas.

Cuando Chiapas necesita ahora mismo y con urgencia, avanzar en la pacificación de sus pueblos y en su gobernabilidad. Garantizar armonía y avenencia entre su gente, considerando espacios, recursos y tiempo. Tanto desde los incidentes sociales que llevaron a la inmovilización de pueblos, carreteras y territorios en las regiones Maya, Selva, Tseltal-chol, Bosques y Altos, como desde la eliminación de crimen e impunidad en las regiones Fronteriza, Sierra, Frailesca y Valles. 

Urge entonces, tal como se escucha y se siente dentro de esa especie de deseo y ánimo colectivo, ético y ciudadano: transformar, es cierto, el pensamiento social, pero también, desarrollar el patrimonio biocultural de Chiapas.

Favorecer e incentivar la inversión productiva (social, pública, privada y externa), garantizar ya, la conexión de México con Centroamérica, mediante la rehabilitación del Ferrocarril Panamericano, y la terminación de la supercarretera que viene de Veracruz y debe concluir en Huehuetenango. E imprimir celeridad a la supercarretera que transversalmente debe comunicar a Chiapas por el centro, desde Tapachula a Palenque.   

Fallidas alteraciones valores patrios

Y entendemos la cuestión que plantean los interesados en la campaña. No se trata como algunos imaginan, de mutilar nuestro emblema patrio, como hace tiempo hizo Vicente Fox, el testarudo presidente mexicano, respecto del escudo nacional de ascendencia mexica. Sino algo aún más grave: desnaturalizar la esencia de la narración implícita en nuestra divisa; el origen mítico o histórico del acontecimiento que nos relata, según se le quiera ver.

La inconformidad, la afrenta y la inmolación de los guerreros indios chiapanecas frente al invasor europeo, justo en la hendedura del Cañón del Sumidero, visto desde dentro, desde el occidente, sobre el cerro Tepetchía. Guerreros que junto a sus mujeres e hijos prefieren la muerte desde el despeñadero, antes que aceptar su rendición y dominio. 

De modo que los colegas estudiosos creen, estiman… que al modificar la insignia, al quitar de ella sus referencias coloniales y autócratas, al eliminar castillos y leones, e introducir referentes mayas o de pueblos indios, resolverán algún problema; traumas sociales inveterados e incluso “sanar heridas históricas” como ellos expresan.

Aunque… pretender semejante exabrupto implicaría consultar a todos los ciudadanos y a sus familias, a las diez o doce comunidades originarias y al 67 % de la población que se autoadscribe como población mestiza o híbrida. Proceder a una consulta pública formal. Para, probablemente concluir en que todos los verdaderos ciudadanos chiapanecos votan en contra de su alteración, y a favor de mantener el emblema original, sin modificaciones. Tal como se observó hace 15 años en Ocozocoautla de Espinosa, cuando algún edil deschavetado pretendió cambiar el nombre del municipio por el muy menor vocablo “Coita”.

De donde se deduce que los colegas lectores y estudiosos, creen debe formalizarse en todos los campos de la vida social, el etnocentrismo propio de aquellas comunidades: la preeminencia de los valores y atributos culturales de los pueblos originarios sobre el pensamiento y el desempeño sociocultural de la gran mayoría. Ampliar el fenómeno que desde hace tiempo se observa en el MERPOSUR, por ejemplo, el mercado indígena de San Cristóbal, en donde los comerciantes nativos ven con malos ojos a los mestizos, y se les ultraja y amedrenta.   

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