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Embarrados / La Feria

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Sr. López

Según la prima Magda, ella iba pasando por enfrente de la entrada del hotel El Edén (media estrella), la versión de la prima Hortensia era que iba entrando. Y no es lo mismo (menos en el México de los primeros años 60). Los papás de Magda luego de juicio sumario, decidieron mandarla a un convento a Irlanda (¡horror!). Sorpresivamente, la prima Hortensia fue a ver a los papás de la inculpada y les dijo que ‘con mucha pena’, pero se había equivocado. Los papás, recelosos, suspendieron la sentencia. Pasado el achuchón, el primo Pepe, ya sabe cuál, el más impresentable primo que tenerse pueda, comentó a este menda: -La Hortensia es mala, pero yo soy peor, le dije que se echaba para atrás o la calumniaba yo… y ya ves –bueno (y no iba entrando, iba saliendo).

No hace falta dar detalles, son bien sabidos: ayer la Corte Este de Distrito en Nueva York, determinó la libertad del exsecretario de la Defensa Nacional, general Salvador Cienfuegos, porque William Barr, fiscal General de los EUA, retiró todas las acusaciones por las que lo apresaron en el aeropuerto de Los Ángeles, el 15 de octubre pasado.

La Cancillería informó que el General regresa como cualquier ciudadano y que la Fiscalía General de México abrirá averiguación previa si hay materia. Cosa más rara, al General le corresponde el fuero militar a menos que hubiera cometido delitos o violaciones a derechos humanos contra civiles (Suprema Corte, fallo del Pleno, 14 de julio de 2011; y artículo 57 del Código de Justicia Militar). Don Gertz sonríe. Barr sufre.

A la mañana siguiente de la detención del General, el Presidente pidió no hacer juicios sumarios y esperar las pruebas, pero dijo muy orondo que era una muestra de la “descomposición del régimen” y la “degradación de la función pública”. Dijo más: “Si no se habla de un narco estado, sí se podría hablar de un narco gobierno y sin duda, de un gobierno mafioso (…) Cosas como la del general Cienfuegos nos dan la razón (…)”. Intenso el tufo a que lo consideraba culpable.

No sabemos ni sabremos, por qué el tal Barr decidió retirar los cargos, pero no se puede regatear que nuestro gobierno federal hizo su tarea, aunque sorprende el resultado. El gobierno de los EUA se limpia con la soberanía de México y si lo duda, recuerde que en 1992 la DEA secuestró a un ciudadano mexicano, el doctor Álvarez Machaín, lo llevó preso a los EUA y lo sometieron a juicio, acusado de participar en la tortura y asesinato de un elemento de esa agencia, el estadounidense Enrique Camarena. El gobierno nuestro protestó y la Suprema Corte de las barras y las estrellas, sentenció que Estados Unidos podría hacer esas barbaridades porque el tratado de extradición no impedía secuestrar mexicanos y llevarlos allá. ¿Qué tal? Por cierto, el doctor Álvarez, luego de tres años preso, resultó inocente. Lindo.

La DEA actúa en México como si fuéramos colonia yanqui. Eso es dato duro. Y también lo es que los agentes de la DEA no son angelitos del Señor. Entérese, de 2015 acá, trece agentes de la DEA han sido procesados por corruptos y no se le olvide el escandalito de las fiestas sexuales (orgías) de agentes de la DEA con narcos en Colombia. ¿Son tan malos?, no, son gente, esa es la pasta humana se tenga la nacionalidad que se tenga: hay de todo en toda viña.

Y el William Barr, no es el arcángel Miguel: este año, el 16 de febrero, 1,100  exfiscales y funcionarios del Departamento de Justicia de EUA, firmaron una carta pidiendo su dimisión por andar manoseando el juicio de Roger Stone, un amigo del Trump: “Todos y cada uno de nosotros condenamos enérgicamente las interferencias del presidente Trump y el fiscal general Barr contra la administración de la justicia”, dijeron. Puede ser mentira, sí.

Lástima que ya desde antes el Barr ha bailado en boca de otros que saben de estas cosas. En octubre de 1992, por un asunto muy feo entre la CIA y un banco italiano (la Banca Nazionale del Lavoro), el presidente del Comité Bancario de la Cámara de Representantes (Diputados), Henry B. González, pidió la renuncia del Barr, por “fallas y obstrucciones claras y reiteradas”.

Y también en 1992, el Barr, acompañado por el jefe del FBI, William Sessions y por el director de la DEA, Robert Bonner,  pidió al entonces procurador General de la República, Ignacio Morales Lechuga, la detención y extradición a los EUA del exsecretario de Gobernación Manuel Bartlett (¡Bartlett!), del secretario de la Defensa Juan Arévalo y del exsubprocurador Enrique Álvarez del Castillo; los culpaban de ser los autores intelectuales del asesinato del Camarena antes dicho. Les pidió pruebas. Tenían testimonios de oídas. Los mandó a volar. Menos mal.

Ya se hace una idea de la granítica ética del Barr.

En esto del general Cienfuegos, un amigo de la confianza de este tecladista, dedicado a eso que llaman ‘inteligencia’ allá en la tierra de Mickey Mouse, tuvo a bien hacerme saber que el caso se iba a caer tarde o temprano:

1. Las supuestas pruebas fueron obtenidas, todas, ilícitamente; no serían admitidas en la Corte; lo demás eran testigos protegidos, narcos a la pepena de reducción de sentencias.

2. La acusación señala que el General informaba a los narcos sobre las operaciones de la DEA. Entre la DEA y la Sedena, no hay relación operativa, ni de coordinación, ni de enlace: el General no tenía acceso a esa información.

3. La acusación dice que el General ayudaba a un narco, el H2, del cartel de los Beltrán Leyva en Tepic. El General fue comandante de la quinta región militar en Zapopan, Jalisco de 2005 a 2007; el H2 llegó a Tepic, cuando el General ya estaba asignado a la Novena Región Militar (Guerrero).

4. La acusación señala una fecha de inicio de la supuesta colaboración del General con los Beltrán Leyva, cuando ese cartel ya estaba desarticulado (por la muerte de Arturo Beltrán Leyva).

Y ese mismo amigo de este menda piensa que Barr prefirió rajarse ahora y no arriesgarse a que el próximo inquilino de la Casa Blanca husmeara en sus fondillos, tan embarrados.

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