Juan Carlos Cal y Mayor
Aunque ahora pretendan minimizar los efectos de un probable triunfo de Biden, es un hecho que los feligreses de Amlo lloran la posible derrota del populista Donald Trump y la ven como una amenaza por sus efectos colaterales al gobierno populista de la 4t. Resulta paradójico porque en plena campaña, López Obrador, envalentonado retaba a Trump diciendo que contestaría cada uno de los insultos que profería en contra de los mexicanos. Publicó hasta un libro “Oye Trump” plantándole cara y criticó reciamente a Peña por lo que juzgó como una actitud sumisa.
Ya en funciones como presidente salió peor que lo que criticaba. Se hizo amigo de Trump y visitó la Casa Blanca en la única gira que ha realizado fuera del país. Ahí agradeció ¡hágame usted el favor! El trato que les ha dado a los mexicanos. Resulta por ello patético que sus furibundos seguidores pasaran del insulto al elogio, incluso al deseo de que Donald Trump se reeligiera.
Y es que no es para menos. A pesar de las contradicciones se encuentra gran similitud entre ambos liderazgos. El desprecio a la prensa, el maltrato a sus críticos y las redes sociales, sus exabruptos, su discurso nacionalista, su irresponsable manejo de la pandemia y el desdén por el cubrebocas.
Se trataría de la primera gran derrota de la era populista que ha puesto en jaque a las democracias del mundo. El principio del fin de los liderazgos viscerales que fomentan el odio y el divisionismo, el desprecio por la ciencia, el medio ambiente y su desafío al establishment. Bolsonaro (Brasil), Viktor Orban (Hungria), Erdogan (Turquía) y por supuesto López Obrador, pondrán sus barbas a remojar. La relación con Los Estados Unidos tendrá que replantearse y es posible que no haya química.
Al terminar estas líneas, Biden alcanzaba los 264 votos de 270 requeridos, faltando solo 4 estados. Si Trump les dio la vuelta, haga caso omiso de lo aquí escrito. Seguiremos siendo por 4 años, el patrio trasero vigilado por la Guardia Nacional.
