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El sentimiento chiapaneco en la nueva Era

El sentimiento chiapaneco en la nueva Era
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Manuel Ruiseñor Liévano

En su memorable obra “El sentimiento chiapaneco” (Ensayo sobre la Independencia de Chiapas y su agregación a México), el historiador Jan de Vos acuña esta expresión como el sello característico de identidad y de autodeterminación, propia de la gente de este confín y que a lo largo de los tiempos ha marcado las decisiones fundamentales de la colectividad, las cuales han conformado hitos sociales y culturales transformadores de la realidad social. Acaso nada más adecuado para subrayar el momentum que vivimos los ciudadanos en relación con la elección a gobernador del pasado 2 de junio, cuando 8 de cada 10 chiapanecos dieron su aval en las urnas al hoy gobernador electo, Eduardo Ramírez Aguilar.

El sentimiento chiapaneco de más de 1 millón 866 mil votos surgidos de una convocatoria basada, como dijimos en entregas anteriores, en un llamado inmemorial de los pueblos originarios de Chiapas: JAM ACH ’ULEL /ABRE TU CONCIENCIA. Y eso fue lo que hizo la ciudadanía en favor del abanderado de MORENA, volcados en el sentimiento chiapaneco que los mandó a autodeterminarse en las urnas, para escribir un nuevo destino.

El sentimiento chiapaneco manifiesto por arriba del 61 por ciento del padrón electoral, el cual cumplió con su derecho de elegir libre, directa y secretamente a sus representantes. El sentimiento chiapaneco, que el domingo 2 de junio abrió las conciencias en las concentraciones urbanas y en el medio rural e indígena, invistiendo de legalidad y representatividad a quien encabezará la titularidad del Poder Ejecutivo del Estado en el periodo 2024-2031.

Un 2 de junio, que bien puede leerse como la respuesta del conjunto social a la convocatoria para abrir no sólo la conciencia, sino la mirada en el porvenir con base en el reconocimiento de un ayer –y aún un ahora–, donde falta mucho por hacer para desterrar todo vestigio de simulación, colonización, imposición, exclusión y desprecio a la pluralidad que es sello de autenticidad del ser chiapaneco.

En la referida jornada cívica pasada –y así lo validó la autoridad electoral–, se respetó el dictado del sentimiento chiapaneco, que de origen es liberador y adversario del sometimiento, el yugo y la colonización.

Un mandato que sólo tiene un destino posible: Una nueva era para este Chiapas sufridamente mexicano desde hace dos siglos; lo cual exige reconocer la responsabilidad que tenemos los propios chiapanecos en ese fracaso por causa de no haber cumplido a cabalidad nuestra parte en la federación mexicana. ¿Conformismo, desaliento o amargura? Todo lo que usted, amiga o amigo lector, pueda añadir. Lo importante de todo es verse ante el espejo de la historia para no volver a ruborizarse.

El gobernador electo de Chiapas lo sabe y conoce muy bien la dimensión que implica unir, reconciliar, pacificar y dar seguridad al estado; se aprecia que tiene claro el desafío de ordenar, afinar el rumbo, así como los modos para impulsar crecimiento económico y proyectar bienestar social.

Se acabó prácticamente el proceso electoral, salvo algunas cuestiones como impugnaciones y litigios en tribunales, las cuales no van a cambiar el resultado ya conocido. Toca ahora a la ciudadanía ejercer su derecho a participar en la gobernanza necesaria para la nueva gestión de gobierno, tomando como base ese sentimiento chiapaneco que dicta, desde lo más recóndito de la memoria del colectivo chiapaneco, hacer realidad equidad e inclusión social, respeto a los derechos humanos, no discriminación.

Y para esta exigencia ya se ha avanzado satisfactoriamente para encauzar la ruta de una nueva era. Durante meses se recogió la demanda popular en foros y consultas, así como en jornadas de reflexión. Esos son los más valiosos ingredientes que tendrá el PLAN ESTATAL DE DESARROLLO 2024-2030, al cual se comprometió el hoy gobernador electo a entregar en septiembre al nuevo Congreso del Estado.

De ese modo, no es exagerado decir que Chiapas se enfila al cambio de paradigma en la forma de hacer política y en el fondo de la gestión de gobierno. Sin embargo, el camino está empedrado por los saldos de la pobreza y la marginación; tiene ante sí los valladares de la violencia y la inseguridad, pero ante ello se opone la poderosa fuerza social que avaló desde las urnas una abrumadora mayoría de chiapanecos que abrieron su conciencia el 2 de junio.

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