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El rostro de la oposición en México

El rostro de la oposición en México
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Alejandro Flores Cancino

En México, los ciclos políticos suelen estar marcados por la aparición de figuras o movimientos que redefinen la dinámica del poder. Con la llegada de 2025, diversas corrientes buscan consolidarse como partidos políticos para hacerse un lugar en el escenario nacional. Entre ellas, destacan el Frente Cívico Nacional, que aspira a unificar a la ciudadanía en torno a un proyecto ideológico sólido, y el movimiento “Ya estuvo suave”, encabezado por Xóchitl Gálvez, cuya esencia parece más una estrategia de marketing que una plataforma de oposición seria.

El Frente Cívico Nacional, aunque todavía en construcción, tiene el potencial de aglutinar sectores diversos que coinciden en la necesidad de un contrapeso real al actual gobierno. Sin embargo, enfrenta el reto de trascender sus orígenes como un colectivo ciudadano para convertirse en un proyecto político profesionalizado que no solo critique, sino también proponga.

Por otro lado, el movimiento liderado por Xóchitl Gálvez hereda los vicios de su campaña presidencial en 2024, una campaña que, pese a sus destellos de carisma, estuvo marcada por una constante falta de seriedad. La consigna “Ya estuvo suave” podría parecer simpática y atractiva en un entorno digital, pero queda lejos de ofrecer una visión articulada o un proyecto político capaz de inspirar confianza en el electorado. México necesita una oposición que no solo se plante ante el poder, sino que se erija como una verdadera alternativa, y el espectáculo no puede llenar ese vacío.

Desde que Andrés Manuel López Obrador emergió como figura central de la oposición hace más de dos décadas, ningún político ha logrado ocupar ese espacio con la misma profundidad, consistencia y conexión popular. Entonces, la pregunta queda en el aire: ¿quién será el líder que logre consolidarse como el contrapeso necesario en un país que demanda equilibrios políticos urgentes?

La respuesta no está clara, pero lo que sí sabemos es que el tiempo apremia y México no puede permitirse esperar otros seis años para encontrar una oposición que esté a la altura de los retos.

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