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El regreso del doctor Cruz: salud colapsada, cinismo intacto

El regreso del doctor Cruz: salud colapsada, cinismo intacto
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Juan Carlos Toledo

En Chiapas, donde la crisis en el sistema de salud ha dejado heridas que aún no cicatrizan, la reaparición del senador José Manuel “Pepe” Cruz Castellanos en el Consejo Estatal de Morena no pasa desapercibida. No debería. El exsecretario de Salud, cuyo paso por la dependencia estuvo marcado por el desabasto, la precariedad y las denuncias de abandono institucional, ha regresado a escena política con sonrisa triunfal y sin rastro de autocrítica.

El hecho es preocupante. No por la presencia de un actor político más en la estructura partidista, sino por lo que representa su regreso para la memoria colectiva y la rendición de cuentas en Chiapas. Durante su gestión al frente de la Secretaría de Salud, Cruz dejó un sector colapsado, con hospitales sin insumos, médicos sin salario, y pacientes sin atención. Las protestas del personal médico y las denuncias ciudadanas fueron constantes, públicas y documentadas. A pesar de ello, ninguna autoridad investigadora se ha atrevido a cuestionar formalmente su desempeño.

Hoy, en lugar de estar llamado a cuentas por los estragos que dejó, Pepe Cruz se acomoda en la estructura interna del partido en el poder, como si el desastre sanitario no llevara su firma. Su participación en el Consejo Estatal de Morena no solo es un mal mensaje, sino un acto de profunda desconexión con la realidad que viven miles de chiapanecos que aún padecen las consecuencias de una administración sanitaria fallida.

Más allá de las afinidades políticas, es legítimo y necesario preguntarse: ¿quién responde por el abandono de hospitales comunitarios? ¿Quién da la cara por la falta de medicamentos oncológicos, antibióticos, vacunas? ¿Quién se hace responsable por los fallecimientos que pudieron evitarse si hubiera existido voluntad de gestión? No basta con señalar a “los gobiernos pasados”, ni refugiarse en la narrativa de la Cuarta Transformación. En Chiapas, los hechos hablan por sí mismos.

El caso de Pepe Cruz es un ejemplo nítido del patrón de impunidad que se ha normalizado en la política mexicana: funcionarios que fracasan en la gestión pública, pero que son premiados con candidaturas, fuero y espacios de poder. La política, en lugar de ser un espacio para servir, se convierte así en un blindaje para evadir responsabilidades.

Su regreso, aplaudido por algunos sectores del partido, es también un llamado de atención para la militancia y para la ciudadanía. Porque si los mismos actores que generaron el colapso institucional son los encargados de “construir el futuro” del estado, entonces no hay transformación posible, solo reciclaje del cinismo.

En un estado como Chiapas, con los índices más altos de pobreza y rezago social, lo mínimo que se le debe a la población es memoria, justicia y verdad. La amnesia política solo favorece a quienes tienen mucho que esconder.

Pepe Cruz podrá reír hoy en las reuniones del partido, pero miles de chiapanecos aún lloran la negligencia que costó salud, dignidad y vidas. Y mientras no haya justicia, su sonrisa será solo un recordatorio de todo lo que sigue mal en Chiapas.

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