
Rodrigo Ramón Aquino
En política, los aplausos pueden comprarse. Pero el respeto, no.
El reconocimiento de la presidenta Claudia Sheinbaum al gobernador Eduardo Ramírez Aguilar en la conferencia mañanera de este miércoles no es un gesto de cortesía ni una concesión gratuita. Es un reconocimiento conquistado con trabajo, no con lisonjas.
“Estamos pacificando Chiapas”, dijo el gobernador en un evento multitudinario, y la respuesta fue inmediata: aplausos. No hubo silencios incómodos ni dudas en el aire. Y hoy, la Jefa de Estado lo reafirma: hay una disminución de delitos y un proceso real de pacificación.
No demos cabida a triunfalismos, pues falta mucho por hacer. Pero la política se mide en hechos, y los hechos están ahí: Chiapas ya no es el mismo de hace 100 días.
El reconocimiento llegó. Qué bueno. Ahora sólo falta mantenerlo.
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