Uvel Vázquez
A diario realizaba un largo, largo tejido con palabras tras palabras, para poder ubicar sus sueños, sus sentimientos, sus alabanzas, sus salmos. El niño poeta se contextualizaba en un universo literario que lo seducía cada vez más. Sin embargo, la vecina de buenas nalgas, le fascinaba. El marido era chofer de un camión. Vestía de short muy corto. Una mañana que corría por el parque, el niño poeta fue tras ella, respirando el perfume de la bella dama.
—¿Me sigues?— le preguntó. Le niño poeta le respondió, sin temor alguno:
—¡Sí, tu belleza me fascina!
—¿Sabes que soy casada, ¿verdad?
—¡Pero en el corazón no se manda!¡Mi corazón brinca por ti, a todas horas!
—Ve a mi casa, mañana por la noche—. La bella dama volvió al ejercicio, siguió corriendo.
El poeta, el escritor son artistas del lenguaje. ¿Qué distingue a un artista del resto de los hombres? Ezra Pound, enuncia:
“La capacidad de seguir siendo niño y de asombrarse ante el mundo”.
En la vida diaria, la expresión de que todos llevamos un niño adentro de nosotros mismos. Y el día que el niño muere, morimos. Así que no hay que dejar que el niño que vive en nuestro corazón, en nuestra mente, en la retina, envejezca, por el contrario; a diario hay que cantarle canciones de cuna, canciones de alegría, de felicidad, por eso no hay que dejar que nos roben la paz.
Todos, absolutamente todos nos atrae la fascinación, el hechizo, el embrujo de escribir tal vez un poema, o cuento. Dejar testimonio en este mundo inmundo, en esta tierra acechada por zopilotes y ratas.
El ser humano entra en diversas manifestaciones artísticas muy diversas que emplean la luz y el color como vehículos plásticos; otras formas, las texturas o el movimiento. La literatura se expresa a través de las palabras, ya oral, ya escrita; su etimología según el Diccionario de Lengua Española:” littera, significa letra, y la letra es la palabra”.
Secundino Gregorio no le importaba las críticas literarias, se acordaba de su tío Truman Capote: “Tengo un consejo que dar, nunca hay que rebajarse contestándole a un crítico, nunca”.
No le interesaba lo que opinaran las críticas, se dedicaba a escribir sus sueños, sus emociones.
En la literatura hay que saber distinguir el texto literario del que no lo es. El texto no literario utiliza el lenguaje llano, directo, no propicia la imaginación, es conversacional, cotidiano.
En cambio, el texto literario está en un nivel connotativo, hay imágenes, figuras retóricas. No es una expresión directa, sino metafórica. El texto literario utiliza el hipérbaton, la sustitución, la elipsis, la metáfora; metonimia, sinécdoque, usa todas las figuras posibles.
Secundino Gregorio tenía su secreto para escribir. Lo hacía después de hacer el amor. Sentado frente a la máquina con la hermosura de la hoja en blanco, chupando su cigarro. Maravillado de la vida, evocaba su nostalgia. Una vez colocando la primera palabra del eslabón perdido, ya no paraba. Las palabras fluían ubicándose una a una en el contexto lingüístico. Se sentía como poseído, como embrujado al pulsar las teclas de la máquina. Su imaginación era poderosa como los Estados Unidos de Norte América, que acanallaba a cualquier país latinoamericano que se le antojara. Con imaginación e inspiración realizaba innumerables textos.