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El listo del billar / LA FERIA

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Sr. López

Este su texto servidor, hace más años de los que es prudente confesar, era gato (de angora pero gato), de un funcionario de altos vuelos al que a veces acompañaba a Los Pinos, a sus acuerdos con el Presidente de la república.

En una de esas visitas, recogiendo (el gato), papeles y tarjetas informativas, oyó al que entonces era Presidente, decir más o menos (no es cita, obviamente, después de tantas décadas): -Un gran peligro de esto es creerse todopoderoso… en esto mucho es apariencia, espejismo… y lo empeoran los que dicen ‘sí’ a todo… usted siga igual, me sirve –yendo de regreso a nuestras oficinas, el funcionario aquél comentó que había tenido una agria discusión con el Presidente y que eso que había dicho al final fue una gentileza suya para que no se preocupara él. Eran señores, los dos.

El Presidente López Obrador no estuvo nunca preparado para el triunfo que tanto buscó. Tampoco para ejercer semejante responsabilidad.

No son ganas de criticar, sino la evidencia que muestran sus decisiones a veces trompicadas, a veces improvisadas, a veces coléricas, siempre empeñado en exhibir que todo lo determina él y solo él, luciendo un individualismo que expone su egolatría, su culto a sí mismo. Lo mismo que sus actos, ora empecinados (casos de estudio, cancelación de aeropuerto de Texcoco, su estrategia de ‘abrazos no balazos’ y el ecocida trenecito maya); ora erráticos, como la rifa no rifa del avión o desaparecer el Seguro Popular, implantar el Insabi y sustituirlo por el IMSS Bienestar para encubrir el fracaso, agregando al IMSS Bienestar los servicios de salud estatales, aparentando que se amplió la cobertura, cuando será la misma y serán los mismos los que fueron despojados de un Seguro Popular en el que tenían derechos adquiridos porque lo pagaban conforme  la capacidad de cada quien. Ya ni modo.

De esta manera y convencido realmente que su palabra obra prodigios, el Presidente creyó sinceramente que su creación, Morena, transmutó a sólido partido nacional, porque él lo dice. Cómo no pensarlo si lo fundó en 2014 y para el 2018 ya gobernaba en cuatro entidades y ahora lo hace en 22 estados; sin mencionar que él logró hospedarse en Palacio Nacional.

Cómo no pensarlo… pues asumiendo que él coaguló a Morena como franquicia a sus órdenes solo para cubrir los molestos requisitos del INE, sin permitir su consolidación como instituto político con vida propia y activos cuadros de mando autónomos, lo que explica que haya puesto a su frente a tres nulidades, Yeidckol Polevnsky y Alfonso Ramírez Cuéllar, como interinos y ahora a Mario Delgado, calificado para presidente de un partido político tanto como un bebé de brazos para dirigir la selección nacional de futbol… total, ¿qué?, solo tienen que recibir instrucciones de Palacio y obedecerlas, de preferencia ciegamente, si no quieren poner su lealtad bajo sospecha.

Cómo no pensarlo… pues sumando los votos que ganaron los partidos opositores en 2021, que fueron dos millones más que los obtenidos por su partido y asociados; nada más asumiendo la sonora derrota que sufrieron en su bastión, la capital del país. Pero ellos no son iguales y no hacen sumas que abonan al derrotismo porque ellos son beatíficos triunfadores absolutos, en tanto sus opositores están moralmente derrotados.

El peor General es el que se cree invencible. Las batallas no se preparan dando por descontado el triunfo. Y para las elecciones del 2024, el Presidente las creyó un mero trámite (aún después de su derrota en 2021), igual que muchos si no es que todos los analistas y comentaristas, que no “veían” a la oposición, que consideraron una genialidad presidencial anticipar -años-, la designación de su candidata (o) a la presidencia, disfrazada la ilegal añagaza como un democrático proceso en el que competían seis posibles sucesores de él, de los que cinco debían entender si tenían ojos en la cara, que iban de comparsas. No se salió.

Y no le salió no solo por la intempestiva irrupción de la senadora Xóchitl Gálvez en el escenario, sino porque al menos Marcelo Ebrard se tomó en serio el asunto convencido de que esta es la suya y que el Presidente le correspondería que en el año 2000, declinó a su favor para que llegara a la Jefatura de Gobierno del entonces D.F.; y que otra vez se hizo a un lado a fines de 2011 después de una encuesta muy peculiar del PRD para que López Obrador fuera el candidato contra Peña Nieto. Y en política los favores y cortesías, se pagan o son cobradas… y don Ebrard anda peor que cobrador de tarjeta de crédito.

Ahora el Presidente, aparte de que la oposición resultó que no estaba muerta ni andaba de parranda y logró concretar un Frente que parecía imposible (la coalición PAN, PRI, PRD y sociedad civil), y encima, del cielo les cayó doña Xóchitl, una posible candidata altamente competitiva, aparte de eso, sucedió lo que jamás imaginó el Presidente: su partido se partió. Y ya es un hecho.

Morena se desmorona (perdón por la frase). Ya había inconformidades desde un año antes de la encuerada que les puso Ebrard el pasado 16 de este mes, denunciando que el gobierno opera a favor de doña Sheinbaum y afirmando que entregó las pruebas al presidente del Consejo Nacional, Alfonso Durazo.

Sus dichos no quedaron en agua de borrajas, sino que dos días después, lo apoyaron en su protesta 117 diputados federales (82 de Morena, 27 del Verde y 8 del PT), que anunciaron que presentarán 60 denuncias de carácter penal y electoral, por lo que ellos describen como “(…)  descarados, cínicos y abiertos desvíos de recursos; tenemos documentado que donde se entregan tarjetas del Bienestar, se entregan periódicos con la cara de Claudia Sheinbaum, se les piden datos a las personas y eso es hacer mal uso de los programas sociales, usarlos de manera clientelar, y eso es un tipo penal o delito”.

Lo más grave de esto es que deja ver que ya le perdieron el miedo al Presidente. Y así, el pleito será a muerte, sin prisioneros. Y todo por jugar a ser el listo del billar.

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