Guillermo Ochoa-Montalvo
Querida Ana Karen, Los mexicanos hemos querido producir con los subsidios del Estado como en las naciones comunistas; hemos querido mantener el control sobre las áreas estratégicas de la economía, a salvo de cualquier privatización, como en las naciones socialistas; queremos disfrutar de una economía basada en el principio laissez faire laissez le passage (dejar hacer, dejar pasar) digna del libre mercado como se vive entre las naciones altamente desarrolladas; quisiéramos competir comercial e industrialmente regateando con el mundo como lo hacemos en los tianguis y la Lagunilla.
Encima de todo ello: soñamos con disfrutar los placeres, comodidades, encantos y bienestar social al estilo de los países capitalistas. Todo ello, no cabe en un sólo país, pero seguimos insistiendo en mezclar todos esos ingredientes como queriendo construir un modelo económico a la mexicana.
El viraje económico anunciado por el señor López en 2017, su control sobre el gabinete; los efectos de la migración mundial; el dominio del narcotráfico y la delincuencia organizada; la lucha por la presidencia en Estados Unidos y la imposición del modelo latinoamericano con gobiernos populistas que manejan la economía con la mano derecha y duermen al pueblo con la izquierda son ingredientes de una misma fórmula. Y no acontecimientos aislados de la realidad.
Son hechos que buscan una respuesta que contenga el nerviosismo social que se ha convertido en violencia, transgresión y si nadie lo detiene, estaremos a un paso del estallido social.
El debate acerca de quiénes son responsable o cuántos daños nos causará un Congreso con una mayoría sobre saturada de morenos capaz de reformar la Constitución y el régimen de gobierno de un plumazo , carece de sentido para las mayorías adormiladas con la misa matutina, ajena a la información verdadera.
La indignación visceral de la opinión pública no debe quedarse en un episodio más de telenovela; se requiere de un análisis profundo que de origen a esa molestia social que se inscribe en lo trascendente y a pesar del esfuerzo de los analistas serios, a nadie parece interesarle o peor, aún, son voces que se descalifican, censuran o matan.
Cada día se construyen cortinas de humo para desviar la atención de los más urgentes problemas nacionales como son la violencia, la inseguridad, la falta de medicamentos, la pésima educación; la escatológica impartición de justicia que no se resolverá nombrando jueces a modo mediante elecciones complicadas de realizar.
De ninguna manera se justifica que se violente el Estado de Derecho y se acuda a la violencia sin acceder al diálogo; pero el diálogo, la negociación y los acuerdos, son una práctica perdida desde hace 6 años. No hemos podido avanzar en la hacia la democracia participativa cuando ya está destruyendo la democracia representativa.
Cerrar los ojos a la realidad y a los problemas nacionales no impide reconocer que este fue un gobierno fallido con tendencia a una dictadura férrea. Los resultados en la economía quedaron muy lejos de las promesas de campaña y los retos nacionales siguen siendo los mismos: 1. definir el rumbo económico del país que pueda frenar este proceso acelerado de polarización que vivimos entre pobreza y riqueza, campo y ciudad; 2. Provocar el máximo empleo posible, bien remunerado y 3. Movilizar para ello, los capitales nacionales y extranjeros que se han fugado en estos últimos años.
México recorrió caminos sin rumbo ni brújula desde 1977 en donde, hasta el PRI se convirtió en gobierno neoliberal. Estamos lejos de lograr la reconversión del campo; no contamos con la industria soportada con tecnología de punta; tampoco la pequeña ni la mediana industria, pudieron consolidar su producción y apertura de mercados; de la misma forma, los exportadores incipientes de México no alcanzaron a posicionarse y muchos de ellos, no lograron consolidarse.
Lo que sí sucedió fue una tremenda fuga de capitales y un desfase entre lo global y lo local que Fox lo nombró como “pasar de lo grande a lo pequeño”. Y en estos últimos años, mientras México miraba hacia sus aliados chinos, rusos y cubanos para apuntalarse como una economía poderosa; en lo local, la pobreza creció de manera desproporcionada y junto con ella, el desempleo ahora disfrazado de economía informal. Descendimos en economía y educación.
Lo interesante de las siguientes semanas será la definición de las políticas públicas que habrán de instaurarse al asumir la presidencia Claudia Sheinbaum. Por lo pronto, los integrantes del gabinete serán los mismos; la sumisión parece ser una crónica anunciada. Llegamos al 2024sin ser dueños del dinero nacional siquiera. Ahora, el dinero de los mexicanos está bajo el control y condiciones de los bancos extranjeros casi en su totalidad.
Ello hará la situación más difícil para establecer condiciones capaces de contener la inflación, generar empleo; reactivar la planta productiva en la ciudad y el campo. Todo apunta a favorecer a los grandes capitales nacionales y extranjeros.
La voz de Fox me resuena cuando en 2003 dijo: “en el mundo de hoy todos los sectores tienen que adaptarse a las nuevas condiciones de competencia. La agricultura no puede ser la excepción. “… “no podemos seguir empeñados en producir granos básicos y cultivos tradicionales en regiones donde no hay agua suficiente ni la clase de tierras que se requieren para tener buenos rendimientos”. Y hasta la fecha, nada se resolvió: la sequía, la falta de créditos, los altos precios en los insumos del gas, transporte, electricidad; el bajo costo en la venta de los productos del agro nacional ante el exterior y, en general, la falta de competitividad siguen siendo el guión de la misma película.
Los tiempos nos ganaron de nueva cuenta. Nadie quiso ver hacia el futuro hace 40 años y ahora enfrentamos las consecuencias.
Lo cierto es que en los próximos meses estaremos presenciando un viraje incierto en la economía nacional. Ese afán de esperar el milagro de un gobernante debe desaparecer de la larga lista de vicios que como mexicanos arrastramos desde hace varios siglos. Lo que sucede en Venezuela y Argentina son lecciones muy cercanas cuya lectura debemos considerar con mucho cuidado. Aprender de esas penosas lecciones de la historia nos caería bastante bien antes de dar el salto al precipicio.
Como sea, quitarle el disfraz al lobo aparentando ser oveja será responsabilidad del despertar de los mexicanos y ese despertar es una cuestión amor.