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El Gran Fracaso / La Feria

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Sr. López

Ya, ya… entre usted en paz. Lo de los Santos Reyes y es de los niños,  no incluye retos digestivos, una rebanada de rosca, cualquiera la procesa. Agradézcale al Buen Dios y empiece bien el año.

Hoy es el primer día hábil del año en que termina este gobierno. La noche del 31 en Palacio, se alzaron cejas de sospecha: fue demasiado el entusiasmo popular. Atribuyeron esa alegría desbordada a fifís y conservadores. Ton-ti-tos.  

A este Presidente le restan nueve meses, que realmente son cuatro porque desde que haya Presidenta electa, en junio, el poder se le va como agua entre los dedos: nadie prefiere andar de queda-bien con el que ya está empacando para largarse, en vez de atender, obedecer y buscarle la cara, a la que hace maletas para hospedarse en Palacio Nacional seis años completitos.

Como sea y porque los del peladaje no somos de mala fe, a este Presidente le vamos a tomar sus primeros cinco años de gobierno, como de calentamiento. Ahora sí, señor, a dar resultados. Haga la lucha (y por lo que más quiera, no vaya a inaugurar otra vez las mismas obras, ¡ya!).

No es uno nadie para dar consejos a nadie, menos al señor Presidente, pero por su bien, debería reconsiderar eso de las mañaneras. Desde el inicio de su sexenio hasta el final de 2023, ya se aventó 1,259 madrugadoras. Ahí que le pare, el daño está hecho, no hay necesidad de seguirle; pero tozudo que es, seguramente se echará las 196 “conferencias de prensa”, que caben de enero al 30 de septiembre, lo que daría un total de 1,455 presentaciones matutinas, hablando de todo y sin medida, desgastando cada vez más su palabra que ya ha perdido sus efectos mágico-fantásticos de otrora, cosa que prueban las cada vez más frecuentes rechiflas del respetable cuando lo ven.  

Para que de verdad reflexione en dejar esa malsana práctica en ayunas de todos los días (el mañanero siempre ha sido una majadería), y para que vea que no son ganas de hacerlo menos, alguien de su confianza (?), debería decirle que Jesucristo en toda su vida, dijo 46 parábolas y cinco sermones (discursos se oye feo)… 51 veces habló el Redentor y no solo está en la historia universal como eje de los tiempos, sino que actualmente, después de más de 2,000 años, tiene por ahí de 2,400 millones de seguidores, que no vamos a comparar con los 30 millones 100 mil que votaron en 2018 por don Andrés Manuel, eso sería rudeza innecesaria, porque en tres años se quedó con la mitad.

Conclusión, si nadie, ni el Mesías habló tanto, él ya debería entender que es imposible mantener la atención y el respeto de todo un país, siendo a una máquina imparable de hablar. Ya estuvo bueno.

En fin, es comentario de buena fe, hará lo que quiera y lo que quiere es hablar diario. Punto redondo.

Otra cosa es que la favorita de Palacio, la ungida por el Presidente, doña Sheinbaum, obsesionada en ser la copia más fiel de su Pancho Pantera, su gran campeón (de ella), haya salido con la vacilada de que va a continuar con esa práctica ensalivada, como anunció el 28 de diciembre advirtiendo que no era broma por el día de los inocentes, sino que “lo decidió el pueblo”. ¡Válganos Dios!, ser pocos los votos y desperdiciarlos en eso. Nada más por no tener que soportar otros seis años de diarrea verbal, no pocos tenochcas con crayola no sufragarán por ella. Todo tiene límite. Además, la emisión continua de babas no arregla nada y el país está al tentar. Allá ella.

Mejor aprovechemos para una reflexión. La Agencia EFE, el día que López Obrador asumió el cargo de Presidente, hizo una breve biografía de él y su sorprendente carrera política, y destacó las dos promesas centrales que contenían todo su proyecto político:

“A partir de ahora se llevará a cabo una transformación pacífica y ordenada, pero al mismo tiempo profunda y radical, porque se acabará con la corrupción y la impunidad que impiden el renacimiento de México (…) vamos a convertir la honestidad y la fraternidad en forma de vida”.

Sonaba bien, pero en las prioridades de nosotros los del peladaje estándar, antes que todo estaba recuperar la seguridad pública y mejorar en lo posible las condiciones de vida de esa inmensidad de mexicanos que se debaten entre la miseria y la pobreza.

Atajar la inseguridad pública es sin duda lo principal… y no se consiguió, se agravó. Se sabe que es un problema más enredado que el divorcio de la prima Tina (que duró 12 años el pleito), y que no depende solo de México pues por más que se haga en el país, mientras los EUA consuman lo que les echen, vendan armas y parque a los delincuentes y encima, les laven su dinero, en nuestra patria las cosas a ese respecto, no podrán cambiar sensiblemente.

Pero importa aclarar que eso no justifica el desbordamiento de la delincuencia organizada doméstica: secuestro, asesinato, explotación de personas, extorsión, cobro de piso, etc., se pueden remediar, sin duda, a condición de que no se crea nadie que la Guardia Nacional o lo que apruebe el Congreso como herramienta de seguridad pública, van a hacer la diferencia.

Las acciones de este gobierno han quedado en torrentes de saliva y palabras en papelotes. No hay justificación posible. Nadie dice que arreglen a balazos la situación, no, pero tampoco con abrazos, dosificando la aplicación de la ley.  

El expresidente de Colombia César Gaviria, alguna vez declaró que aprendió a la mala el camino contra la delincuencia organizada: primero, inteligencia, un grupo nacional, reducido y con todos los recursos y seguridades, dedicado a investigar; segundo: golpear en el bolsillo a los delincuentes (cerrar las vías de lavado de dinero y decomisar-congelar, cuanto sea posible).

La delincuencia organizada transnacional, es caldo aparte, pero la seguridad pública interior se puede conseguir, se debe conseguir. Sin eso el 2024-2030, será la continuación de la tragedia. De eso depende el éxito del próximo gobierno que no podrá evitar sea quien sea la Presidenta, que este gobierno saliente quede registrado por siempre como El Gran Fracaso.

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