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El fiasco de la educación sexual / Al Sur

El fiasco de la educación sexual / Al Sur
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Guillermo Ochoa-Montalvo

Querida Ana Karen, Impulsado por la revolución cultural, social y sexual de los años 60 y 70, México fue pionero en Latinoamérica al incluir en 1974 desde el 5º grado de primaria los temas de pubertad y reproducción humana. En la secundaria se abordaron temas como el embarazo y la prevención del la infecciones por transmisión sexual (ITS) con las reacciones divididas por parte de la sociedad: progresistas de un lado y moralistas, por el otro. La quema de libros de texto gratuitos por parte de los moralistas fue la cereza del pastel. 

A pesar de ello, la educación sexual dio un giro en los años 80 hacia la prevención de la ITS  promoviendo el uso del condón debido a la amenaza de la epidemia del VIH. Pero toda cambió de 1994 a la fecha. Desde entonces y sin éxito, se ha planeado implementar temas de género, diversidad sexual y derechos sexuales y reproductivos, todo en vano. De este retroceso a la época de las cavernas, hablo con Amanda para conocer su opinión.

Al preguntarle qué significa para ella la educación sexual, sin pensarlo me responde: —Te escandalizarás Montalvo, pero además de los temas ñoños sobre reproducción sexual, prevención del embarazo y prevención de la ITS, la educación sexual debe incluir temas de masturbación, menstruación, métodos de excitación de la pareja, comunicación asertiva con la pareja para el disfrute de la sexualidad; responsabilidad en su ejercicio; respeto a la diversidad sexual y todo con un enfoque de género. Yo todo eso lo aprendí en el seno de mi familia y no en películas pornográficas ni en literatura barata; menos aún conversando con mis compañeras del colegio que tanto te desinforman. ¿Y tú?

—Yo también lo aprendí en casa y en las clases de Ciencias Naturales de la primaria y de Biología en la secundaria; pero, por fortuna, me tocó estudiar en los años 60. Hoy, los chicos viven bajo el influjo de las redes sociales, las series de televisión y hasta de la música con una terrible distorsión sobre la sexualidad saludable física, mental y emocional. Ni siquiera conocen un orgasmo a plenitud y eso las lleva a fingir. El hombre no conoce la anatomía de la mujer ni sabe cómo explorar sus zonas erógenas. El resultado de esa falta de educación sexual son los embarazos entre adolescentes cada vez más frecuentes; la insatisfacción sexual en la parejas; la culpa en prácticas normales como la masturbación y la homosexualidad como pecado mortal, entre muchos otros con graves consecuencias como el feminicidio, la homofobia, el machismo y los crecientes tabúes que se alientan desde las políticas públicas de salud, educación y no se diga, desde las religiosas. Para ti, que representa la masturbación, por ejemplo?

—Yo suelo masturbarme dos o tres veces por semana de forma habitual, pero si mi libido anda arriba me masturbo casi diario. También puede ser que me masturbe repetidas ocasiones en el momento. Cuando se me va el sueño disfruto de masturbarme dos o tres veces, porque después del primer orgasmo, los sucesivos son menos intensos pero más sensuales. Hay días que soy 100% asexual y nada me estimula y ni pienso en masturbarme, generalmente cuando estoy triste. Los éxitos laborales me excitan muchísimo, pero en estas ocasiones me gusta hacer el amor con alguien, no masturbarme. Y ese tema sigue siendo tabú porque en México la educación sexual es insuficiente, ni siquiera conocen la función positivas de los juguetes sexuales dentro de la pareja.

—Lo lamentable Amanda, es que sean pocas las escuelas que incluyen programas integrales que transmitan conocimientos sobre aspectos físicos, psicológicos, emocionales, sociales, conductuales y cognitivos de la sexualidad humana. Y como dice una investigadora de la OMS, <<En nuestro país mucho de lo que ha acontecido alrededor de la educación sexual se debe a que todavía vemos la sexualidad desde una mirada reproductiva, heteronormada y de tabú>>.

—Además, Montalvo, la educación sexual previene la violencia de pareja, así como la violencia y el abuso sexual en todas las edades; incrementa la apreciación de la diversidad sexual; propicia el desarrollo de relaciones sexo-afectivas saludables; e induce a que los jóvenes tomen decisiones sin dañar a otros. Las investigaciones sostienen que la educación sexual construye jóvenes conscientes de sus derechos sexuales, y los hace más críticos; y a la hora de decidir tener actividad sexual lo hacen con información e inteligencia emocional y sexual.

—No olvides Amanda que hay cantidad de niñas que conocen la menstruación cuando les llega el momento causando culpas, traumas, miedos; y todo, debido a la ignorancia. En mi opinión, la educación sexual debiese iniciar desde preescolar, con niveles de información apropiados para cada edad. Sin embargo, los padres de familia y las sociedades se han opuesto a hablar sobre sexualidad con los menores por una preocupación no fundamentada de que podría incitarles a tener actividades sexuales antes de tiempo o promover la promiscuidad.

—Pues la UNESCO demostró lo contrario e independientemente de si la atrasan o no, es un hecho que cuando los jóvenes deciden iniciar su vida sexual, lo hacen de una forma más informada, segura y respetuosa. Como sea, somos seres sexuados desde que nacemos hasta que nos morimos, entre más temprano se inicie esta educación, mejor porque debemos reconocer que la especie Humana es la única capaz de desarrollar armas efectivas para el placer de su sexualidad.

—Completamente de acuerdo, yo tenía 14 años cuando descubrí el placer de la masturbación y fue mi madre quien me enseñó a explorar mi anatomía explicándome con claridad los aspectos del clítoris, el famoso Punto G, el uso correcto del dildo; las posturas sexuales adecuadas a cada quien; las diversas formas de alcanzar un orgasmo; la forma de comunicarme con mi pareja de forma respetuosa; y también, mi madre me previno de prácticas peligrosas e incorrectas que pueden desencadenar en muerte por ignorancia. Para mí, esa fue mi educación sexual que hoy, me permite vivir a plenitud mi sexualidad.

—¿Cómo fue tu experiencia como maestra en CONASIDA?

—En CONASIDA impartí cursos gratuitos a mujeres. Hablábamos del orgasmo y la masturbación, les mostraba cómo explorar nuestro cuerpo, hasta donde se localizaban nuestras zonas erógenas, el clítoris, y todo un rollote de teoría sobre las relaciones sexuales y el placer, que no era únicamente cuestión corporal sino que el órgano sexual más grande estaba en el cerebro, que la penetración no producía placer en las mujeres por si sola, de lo mucho que influían las creencias que teníamos de nuestro cuerpo, religión el sexo, y los tabúes. Es necesario que a esos talleres se integren los hombres por ser más ignorantes aún.

—Pues estamos lejos de encontrar eco en los programas oficiales de salud y educación pública; las perspectivas de mejorar no se vislumbran aún. Pero algo me queda claro, las estadísticas confirman que la educación sexual integral, sana, responsable y respetuosa, siempre será una cuestión de amor.

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