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El dictador en su laberinto / A Estribor

El dictador en su laberinto / A Estribor
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Juan Carlos Cal y Mayor

Soy un convencido de que, si no es por la fuerza, Maduro no se irá del poder en Venezuela. La apuesta del grupo de Lima –en el que no participa México- es por la vía diplomática. Eso pasa por el desconocimiento de Maduro como presidente y a su vez el reconocimiento de Guaidó como presidente encargado para convocar a elecciones. Pero no es solo el grupo de Lima. A los países de Latinoamérica se suma la unión europea y hasta un total de 50 países quienes han roto relaciones con la dictadura de Maduro. Los Estados Unidos se habían mantenido relativamente al margen a pesar de los múltiples insultos, primero de Chávez y después de Maduro,  hacía los presidentes americanos y se suman ahora con un bloqueo económico pasando por dejar de comprar al régimen venezolano 500 mil barriles de petróleo. Además de ello, Trump ha advertido que no descarta ninguna acción para restablecer el orden en ese país.

Destituir a Maduro se ha convertido ya, en un tema de la campaña del presidente Trump que busca la reelección. Pero el asunto no es sencillo. Maduro se aferra al poder y siente que con el apoyo de sus aliados cubanos, rusos y chinos puede resistir a la embestida económica norteamericana.

El problema para los EU es que esto no es Irak, Libia o Afganistán. Los países latinomericanos, principalmente Colombia, Brasil y Argentina mantienen una posición frontal contra Maduro pero al mismo tiempo se oponen a una intervención militar. Esto no es Panamá ni Granada. No quieren que se siente un precedente que abra la puerta la puerta a futuras intervenciones militares por parte de Estados Unidos. Tampoco existe como en Libia, una guerrilla o grupos combatientes en resistencia armada. Desde hace cuando menos 14 años la oposición venezolana ha enfrentado todo tipo de acciones represivas que pasan por un número importante de presos políticos que han luchado por la libertad en su país. La única vía del pueblo venezolano han sido las múltiples manifestaciones que en se han incrementado en las últimas semanas.

Otro factor en el conflicto venezolano es la guerra mediática y el uso de las redes sociales. Como ha sucedido en otros países, las noticias circulan a velocidad de un twitazo. Los smartphones se han convertido en una herramienta para la denuncia de los abusos cometidos por los militares venezolanos. A este rejuego también han entrado medios informativos que se disputan palmo a palmo la interpretación a conveniencia de los hechos y la manipulación informativa. La gran mayoría de los medios de comunicación han puesto contra la pared a Maduro, mientas que Russian Tv y Telesur intentan generar información alternativa.

Ahora se maneja la especie de que se trata de una mera disputa por el petróleo. Rusia juega al ajedrez geopolítico al igual que China y entonces el conflicto adquiere dimensiones mayores. Si Estados Unidos titubea al rato los rusos se van a meter hasta la cocina lo cual representa un riesgo mayor. Así pasó con Cuba en la crisis de los mísiles en los 60s que estuvo a punto de desatar un enfrentamiento bélico de grandes proporciones.

Por lo pronto la estrategia de dar apoyo humanitario ha fallado. Fue ingenuo suponer que a su paso por la frontera se les iba abrir el camino como a Moisés en el relato bíblico y además de que los militares irían desertando para sumarse al reconocimiento de Guaidó. La apuesta a un autogolpe por parte de los altos mandos militares que apoyan al régimen madurista es otra falacia. Ellos son parte la oligarquía narcopetrolera que mantiene a Maduro en el poder. Es una marioneta. Tampoco van a ceder porque su futuro es incierto. No quieren ser despojados de sus riquezas y privilegios. Su único refugio es pertrecharse en el poder. Apuestan a mandar al matadero a los militares fieles al erario con que mantienen, por encima del promedio bastante pobre, a sus familias. Por eso Maduro dice que será un Vietnam. Ponen el sufrimiento y el enfrentamiento en una guerra civil como chantaje para inhibir la intervención.

A los Estados Unidos solo les queda construir una fuerza multinacional de intervención tanto militar como humanitaria a lo que los latinoamericanos no están acostumbrados como sucede con los aliados de la OTAN. A Maduro no le importa autoinmolarse. No lo hace por ser valiente o patriota sino porque simplemente no encuentra una alternativa ni quiere vivir en el exilio. Los cúpulas militares que lo apoyan no van a permitírselo. El Dictador esta atrapado en su propio laberinto.

Tal vez la única opción para destronarlo sea el que cometiera un error que  justificara una intervención. La otra salida es que un comando militar vaya por él y termine como Gadafi. No sería lo deseable pero para los Estados Unidos esa opción no está descartada. Maduro se ha convertido en un factor para fortalecer a Trump y en cierto modo asegurar su reelección, sobre todo si la idea del villano favorito se populariza en la unión americana. Así las cosas…

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