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El candidato y el presidente / A Estribor

El candidato y el presidente / A Estribor
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Juan Cal y Mayor Franco


No es lo mismo ser candidato que ser presidente. Más si llevabas 18 años en campaña, como sucede ahora con Andrés Manuel López Obrador. El personaje que escuchamos la noche del dos de julio, cuando el país y quienes votaron por el festejaban su triunfo, dirigió un mensaje a la nación como un hombre de estado. Le hablaba a todos los ciudadanos. A los que sí y a los que no votaron por él. No es lo mismo ser candidato de una mayoría que gobernar para todos.

 

Para tranquilidad de los que presagiaban, temían o esperaban  una señal negativa en los mercados y las grandes calificadoras de riesgo; la estabilidad política y económica se mantuvo y mantiene firme. En buena medida por el mensaje sereno y conciliador del ahora presidente electo.

 

La reunión con el presidente Peña Nieto se dio de inmediato y en los mejores términos de colaboración. Amlo el candidato  no basó su campaña en amenazar “no es mi fuerte la venganza” a Peña Nieto, sino en dar vuelta a la página y ver hacía adelante. Eso sí, con una visión muy distinta a la visión “neoliberal” con que se ha gobernado y que, a decir de López Obrador, son la causa de la desigualdad social y crecimiento de la pobreza en nuestro país. Se trata ahora de crear mecanismos para redistribuir la riqueza y generar oportunidades de igualdad para los desiguales.

 

COMPROMISOS: LOS RECURSOS NO ALCANZAN

 

La cuestión es que ahora, ya colocado en la realidad, al presidente electo no le salen las cuentas para poder juntar los recursos que necesita para emprender los proyectos y cumplir los ofrecimientos hechos en campaña. Construir las refinerías, descentralizar las dependencias federales o el codiciado proyecto del Tren Maya son iniciativas que implican una cantidad considerable a destinar dentro del gasto público en los próximos años. Que decir del proyecto “Jóvenes construyendo el futuro” que integrará con becas a más de dos millones, o el aumento de la pensión para adultos mayores. Para colmo de males, solo falta dejar tirado el Nuevo Aeropuerto con la pérdida de 130 mil millones o la idea de concesionarlo a la iniciativa privada cuando representa una jugosa fuente de ingresos (18% sobre boletaje) para el gobierno a través del TUA (Tarifa de Uso de Aeropuerto). Se calcula que el NAIM pasará en los próximos años de 46 a 60 millones de pasajeros.

 

NO BASTA LA AUSTERIDAD

 

Quien haya pensado que quitándole la pensión a los ex presidentes, reduciendo los gastos de la cámara de diputados y senadores, bajando sueldos a ministros y reduciendo los gastos del poder judicial, reduciendo las remuneraciones de la alta burocracia, despidiendo a más de 200 mil trabajadores de confianza, cancelando los seguros, vendiendo automóviles o el avión presidencial; iba alcanzar para todos esos programas y proyectos, se equivoca.

 

Se trató más que de un ahorro, de un castigo, que la mayoría de votantes inconformes con la situación política del país quiso imponer a la clase gobernante. En mi opinión, es más una medida tendiente a establecer lo que Juárez llamó, la honrada medianía, virtud republicana en la que cree a pie puntillas el futuro presidente. Un poco drástica eso sí, considerando que paralelamente debe prevalecer la honestidad y sancionar la corrupción en el país, donde ésta no se persigue sino, al contrario, se ha premiado con cargos de elección que gozan de fuero y por ende de impunidad.

 

REINGENIERIA PRESUPUESTAL

 

Ahora que se fue de gira, Andrés Manuel se siente a sus anchas. Es lo suyo, es otro, experto en arengar al pueblo y motivarlo. Le urgía decir que va cumplir con sus compromisos para aquellos que le auguran todo lo contrario. Por eso es que en un lapsus dijo que el país estaba en bancarrota, a lo que los organismos financieros reaccionaron de inmediato para desmentirlo. Las finanzas son sanas, el peso es fuerte, la deuda es manejable.  Quizás a lo que se refería es que no hay un superávit o ingresos que permitan financiar sus proyectos. No hay de donde jalar.

 

Si comprometió no aumentar los impuestos, la cosa se complica. ¿es posible optimizar el gasto público? ¿Evaluar el costo beneficio en los rubros del gasto corriente? ¿Aumentar, porqué no, impuestos al tabaco y las bebidas endulzadas refrescantes que tanto daño y gastos ocasionan al sector salud? ¿Revisar la duplicidad, opacidad y el manejo electorero en programas asistenciales? ¿Recortar los multimillonarios gastos en publicidad y volver al 20% que por ley disponía el estado por las concesiones de radio y televisión? ¿Implementar tecnología en materias como seguridad y servicios públicos? ¿Reducir el gasto operativo de las dependencias con medidas de ahorro? ¿Revisar las subrogaciones millonarias del sector salud y muchas cosas más?  Por supuesto que sí.

 

PENSAR COMO GOBIERNO

 

Quizás de entre la fuga de cerebros que se va presentar en importantes dependencias haya la experiencia para implementar estas medidas. Seguro saben cómo hacerlo. Hay con quien y de donde cortar tela. Ya es necesario que en Morena dejen de pensar como oposición y se asuman como gobierno. Los toros no se miran igual detrás de la barrera…

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