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El bien de todos / La Feria

El bien de todos / La Feria
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Sr. López

 

La abuela Virgen (la de los siete embarazos), entraba en acción cuando alguien enfermaba en serio: estampitas, veladoras e infatigables rezos hasta obtener la cura; estuvo tres semanas en casa de tío Alfredo, quien murió muy a su pesar (de la abuela, él ya estaba harto); para cada mal prescribía un santo o santa, algunos se curaban como tío Agustín, después de estar hospitalizado cuatro meses en la Raza (cuando lo dieron de alta, la abuela lo llevó a rastras a misa, a dar gracias). Tía Jose, en cambio, tenía fe ciega en un talismán de cuarzo, abalorio muy bonito, que según ella, aplicado sobre la parte enferma, la curaba; tía Tina por andar creyéndole casi pierde un pie. El progenitor de este menda, ni rezaba ni tenía amuleto: inyectaba. Tenía la confianza de todos.

 

Si usted va de la Ciudad de México a Veracruz y se detiene a preguntar dónde está y le contestan que en Iguala, sabe que se equivocó, que va para Acapulco. Da vuelta en ‘U’, y aunque le arda la cara, deshace el camino andado. Digo.

 

Nuestro gobierno federal no entendió después de un año de cosechar fracasos en materia de seguridad pública, que lleva rumbo equivocado y ratifica que no variará su estrategia.

 

El asunto importa en sí mismo no solo por ser la principal obligación del gobierno, sino por la sangre y llanto evitables. Pero también importa por las implicaciones que tiene el problema respecto del desarrollo nacional. Empresarios de todo tamaño dicen a las claras que para reactivar la economía esperan dos cosas: mejoría clara de la seguridad pública y certeza jurídica (que el gobierno no les haga de chivo los tamales).

 

Muy resumidamente echemos un vistazo a la estrategia para resolver el problema de inseguridad y violencia que nos acogota. Vale la pena, qué tal que es una buena estrategia (habría de concluirse que si no ha dado frutos, ya los dará).

 

Básicamente la estrategia del Presidente es asumir él personalmente no solo la responsabilidad (que es de él y nadie más), sino las acciones directas. Lo dijo en el Campo Marte el 25 de noviembre de 2018, como Presidente electo, ante los militares y con la presencia testimonial de los próximos titulares de Sedena, Luis Crescencio Sandoval; Semar, José Ojeda Durán; Gobernación, Olga Sánchez Cordero; Seguridad Pública, Alfonso Durazo; y de la jefa de Gobierno electa de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum (?).

 

Dijo en tal ocasión que el 80% de la solución a la inseguridad y violencia, serían  acciones de desarrollo, crecimiento económico, empleo y bienestar; y que el 20% restante serían acciones como no permitir la corrupción. Bueno lo del crecimiento económico ya nos aclaró que no es importante, sin que tenga nada que ver que este año crecimos el cero por ciento (cero, nada).

 

También añadió… “Nada por la fuerza, todo por la razón y el derecho”. Bonito.

 

Debe usted recordar que nuestro hoy Presidente, presentó su estrategia desde once días antes (el 14 de noviembre de 2018) en la que incluye la negociación de amnistía a delincuentes, pero no acciones específicas para fortalecer corporaciones policíacas federales, estatales y municipales, ni al sistema de procuración de justicia (la Fiscalía).

 

La estrategia presidencial se desglosa de la siguiente manera:

 

1. Combatir la corrupción y mejorar la justicia. Aquí menciona “prohibir las adjudicaciones directas”… su gobierno hace así el 75% de los contratos y compras, a dedo, sin explicaciones (chulada). Y que la Unidad de Inteligencia Financiera debilite las finanzas del crimen organizado y reduzca el lavado de dinero, estimado según él Presidente en 30 mil millones de dólares al año; que le apuren.

 

‘2. Empleo, educación, salud y bienestar’ (¿contra la delincuencia organizada?… bueno, en unos cien años, puede dar resultados, por lo pronto una beca no compite contra la venta al menudeo de 100 gramos de polvito vacilador; y van a cobrar su beca y a seguir vendiendo, no son tarugos); ‘3. Combatir la impunidad en violaciones a Derechos Humanos’ (?); ‘4. Regeneración ética de la sociedad mediante una constitución moral y cambiar el modelo cultural del consumismo’ (ojalá metan el acelerador a fondo: la iglesia lleva dos mil años predicando algo parecido y ya ve…);’5. Analizar la prohibición de las drogas y enfocarse en atender a los adictos’; interesante, propone: “renegociar con Estados Unidos que los recursos para combatir el trasiego se apliquen en programas de reinserción y desintoxicación” (vaya, vaya… será la primera vez que los EUA negocien algo así… ¡dioses!,. que alguien baje de la nube a los que le propusieron esta estrategia al Presidente… ¡tengan piedad!); y:

 

‘6. Pacificación del país’. Lo mero importante y para abrir boca declara que la guerra está perdida: “El gobierno mexicano no ha podido derrotar a los cárteles y no hay perspectivas de que logre vencerlos en un tiempo estimable”. Tan tan. Lo demás es lo de menos. Ya estuvo: apagan las luces y cierran.

 

Con esa premisa propone la estrategia en curso, la que no variará, que incluye debatir con las organizaciones delictivas un proceso de desmovilización, desarme y reinserción (o sea: negociar con los carteles); que las víctimas perdonen a los victimarios (¡híjole!, el mundo al revés); reducción de penas a delincuentes (en plan de caerles bien); y revisar expedientes para otorgarles amnistía o indulto (ya le cayeron bien los 4T a los malandrines).

 

También habla de instalar un ‘Consejo de Construcción de Paz’ (con  tres representantes del gobierno, tres de la sociedad civil, uno de la CNDH y un observador de la ONU); llevamos un año… bueno, Roma no se hizo en un día.

 

Menciona al final, lo de la Guardia Nacional (claro), con consejos regionales y estatales de coordinación. Seguro ya están trabajando.

 

Esta es la estrategia. No hay de otra. El señor va derecho y no se quita. Para cuando esté usted leyendo esto, William Barr, Fiscal General de los EUA, estará conversando con nuestro Presidente:

 

¡Firmes, ya!… ¡doblados, ya!

 

Por lo que sea, pero por el bien de todos.

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