Guillermo Ochoa-Montalvo
Querida Ana Karen,
Para las elecciones de presidentes municipales y diputados locales en Chiapas los escenarios políticos y sociales volverán a ser distintos a todos los anteriores. Surgirán nuevos partidos políticos locales, todos oficialistas alardeando de ser ciudadanos; pero ya sabemos quienes son sus dueños.
Presenciaremos la aplicación del código electoral con sus respectivas variantes; sentiremos el peso de la ley a través de los tribunales “elegidos por el pueblo democráticamente” donde jueces y magistrados solicitarán las instrucciones de su partido antes de emitir su fallo final. A todo ello, se sumarán los poderes fácticos en cuya invisibilidad, nadie los ve, pero todos sabemos que existen y actúan con determinación.
También veremos a suspirantes, aspirantes y candidatos encarcelados, exiliados o “accidentados fatalmente”. La gran diferencia con los procesos políticos electorales del pasado es que ahora, todos esperan la decisión de esos poderes fácticos para contender o excluirse del juego. Ya nadie se arriesga si no cuentan con ese apoyo que parece colocar sus piezas a modo en el tablero del ajedrez político donde la misma mano mueve las piezas blancas como las negras.
Para el mes de enero del 2026, se espera la aprobación final de los partidos políticos que solicitaron su registro oficial en el ámbito local. Algunos, en sus siglas, parecen decir: “ya sabes por quien vas a votar”; otros, serán calificados de “otra vez los mismos”. Los documentos básico de la mayoría serán un copy past con las adecuaciones necesarias para esta ocasión; pero nada que nos sorprenda.
En este proceso del 2027 parecen tenderse varias líneas de decisores; es decir, de quiénes tendrán el poder de decidir sobre las candidaturas y triunfadores. Hay que aclarar que los decisores tratan de definir quienes serán los contendientes que aparecerán en la boleta del 2027, pero de ellos, ya saben cuál es el triunfador. Los decisores pueden pertenecer al círculo de poder federal desde donde llegan las indicaciones, especialmente para colocar a los legisladores locales; y en su caso a los federales.
Las decisiones sobren las candidaturas a presidentes municipales quedan en los acuerdos y negociaciones del círculo estatal (la cúpula) donde se deciden cuántos partidos establecerán coaliciones, cuáles harán alianzas formales o fácticas y cuáles lo harán de forma individual. Estos arreglos cambian los escenarios y expectativas de muchos porque no es igual contender contra 5 oponentes que hacerlo contra 11 y hasta 13 como en las últimas elecciones en donde el voto se atomiza. Por otra parte, se encuentra lo que llamamos el círculo rojo que pertenece al poder invisible con derecho de veto. Pocas veces deciden nombres y apellidos, pero si alguno les resulta incómodo, lo bajan. Este poder lo detentan grandes empresas, la iglesia, la delincuencia organizada y otras entidades de mayor secrecía.
El proceso constitucional iniciará en enero de 2027, de no existir cambios. Antes, iniciaba en el mes de septiembre. A este proceso oficial se sobrepone el calendario ritualista que no percibe la ciudadanía. Este calendario puede durar 6 o más años cuando se trata de elecciones municipales. Durante este período, nadie saca la cabeza para evitar impugnaciones por “campaña adelantada”, sin embargo, cada uno de los aspirantes trata de posicionarse a su manera. Los partidos y el gobierno estatal inician el proceso de identificación de aspirantes a través de sus estructuras y “operadores” municipales y las encuestas de percepción ciudadana.
Las encuestas exploratorias, en esta primera etapa, juegan un papel importante en la medición de los prospectos antes de convertirse en herramienta de publicidad y propaganda donde gana el que paga. Tanto los partidos políticos como el gobierno y los propios aspirantes contratan la realización de encuestas a prestigiadas empresas bastante serias como a otras de dudosa calidad o más aún, algunos aspirantes organizan su propio sondeo sin ajustarse a ningún tipo de metodología.
Algunas encuestas se manipulan cuando logran sesgar el universo de la muestra y realizan los levantamientos en las comunidades donde están mejor posicionados. Estas “encuestas” tratan de influir en la percepción ciudadana y aquí, es donde inicia el bombardeo de encuestas; desde los estudios demoscópicos serios, apegados al método científico, hasta aquellas que se improvisan hasta en las redes sociales.
Aunque las encuestas han sido empleadas por los partidos políticos desde hace muchos años, en estos últimos tiempos, las han introducido de manera oficial como criterio válido para la selección de sus candidatos a través del resultado de las encuestas. Los más serios, -partidos o aspirantes- recurren a estudios demoscópicos más profundos que complementan las encuestas con otras mediciones relativas a los aspirantes como a los escenarios político electorales en los diversos municipios.
Un estudio demoscópico arroja resultados con complejas variables, índices e indicadores de alta precisión que permiten analizar el comportamiento de cada una de las secciones electorales. Estos resultados orientan de mejor forma la toma de decisiones para el diseño de estrategias orientadas a competir con mayores ventajas sobre quienes carecen de datos duros confiables y verificables.
La práctica de los primeros estudios demoscópicos serios en México surgieron alrededor de los años setenta con muy pocas empresas dedicadas al estudio de la opinión pública; más tarde, diversos medios de comunicación de nivel nacional, crearon empresas dependientes de sus organizaciones editoriales vendiendo sus servicios a los gobiernos estatales, partidos políticos y particulares.
Las encuestas electorales son una herramienta de investigación que permite recolectar datos tales como opiniones y actitudes de un grupo de personas a través de un cuestionario que es aplicado a un grupo reducido de una población denominada muestra.
El secreto de las encuestas es que gracias a ellas podemos convertir datos cualitativos en datos cuantitativos para finalmente transformarlos en decisiones que impacten en la percepción de las personas respecto a algún candidato, partido o elemento relacionado a la política y elecciones. Debido a su gran popularidad, las encuestas se usan frecuentemente durante los procesos electorales para conocer la tendencia que existe entre los candidatos a un puesto de elección popular.
Lo cierto en las encuestas electorales es que podríamos obtener una muestra perfecta si lográramos que todos los que participan en el proceso electoral (electores) tuvieran la misma posibilidad de ser encuestados. De ahí, la importancia de recurrir al cálculo de la muestra válida a través de Actuarios especializados en esta materia.
La muestra poblacional es un conjunto de elementos que representan al universo total, es decir, son una fracción de la totalidad del número de individuos a ser evaluados. Establecer el tamaño de dicha muestra es un proceso importante en toda investigación ya que permitirá realizar un estudio viable y creíble siempre delimitado por los objetivos del estudio y las diferentes características de cada población.Determinar el tamaño de una muestra permite ahorrar recursos tanto económicos como humanos, además de disminuir considerablemente el tiempo de realización de la investigación para determinar el grado de conocimiento sobre los candidatos, nivel de aprobación, preferencias electorales, tendencia del voto, humor del electorado, necesidades y demandas de la población, etc.
Desde el año 1994, el INE “regula la publicación de Encuestas Electorales, desde entonces el principio central de la regulación ha sido la transparencia y la máxima publicidad con la finalidad de ofrecer a la sociedad los insumos necesarios para que pueda valorar la calidad de ellas y, en consecuencia, contribuir en la construcción del voto razonado y de una opinión pública mejor informada”. Las encuestas para obtener la aprobación de su publicación deben apegarse al método científico aprobado por el INE.
Como sea, no es lo mismo aplicar cuestionarios que realizar estudios demoscópico serios, analíticos y profundos que orienten a electorado a elegir conscientemente a sus mejores candidatos, porque eso es una cuestión de amor.
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