José Antonio Molina Farro
“Todas las democracias contemporáneas viven bajo el temor permanente a la influencia de los ignorantes.”
Galbraith
Que no se ofendan las buenas conciencias que consideran ofensivo el aserto de Galbraith. No es peyorativo. Ignorancia proviene del latín ignorantia; con el prefijo de negación in y del verbo gnoscere (conocer), significa desconocimiento, falta de conocimiento o desconocido. Falta de habilidades para procesar información y, por tanto, susceptibles de ser manipulados mediáticamente.
Son millones de mexicanos en esta condición. Amén de analfabetos funcionales, casi un 40 por ciento de los jóvenes mayores de 15 años son incapaces de interpretar un texto básico. Y eso nos hunde en las profundidades del abismo.
Recordemos a Ángela Merkel:
—¿Por qué inviertes tanto en educación?
“Porque la ignorancia nos cuesta mucho más.”
La educación de calidad es la piedra de toque del desarrollo y prosperidad de una nación. La gran industria del siglo XXI y la puerta grande para salir del atraso. Define el destino de los pueblos.
Es en el cambio cultural donde está el genoma de la transición al desarrollo, y el gran secreto está en la nueva alfabetización: la inteligencia digital y la inteligencia artificial, basada esta última en algoritmos y grandes cantidades de datos para procesar información y lograr objetivos deseados.
Aprender, desaprender y volver a aprender, por la velocidad del conocimiento. Así emergieron potencias que hace algunas décadas estaban en el subdesarrollo. Priorizaron la educación de calidad por encima de otras prioridades, focalizando sus políticas públicas en sus ventajas comparativas y competitivas.
Vietnam, Corea del Sur y Singapur son un ejemplo. En este último caso, la prioridad corrió en paralelo con el combate frontal a la corrupción.
Yuval Noah Harari
La humanidad se enfrenta a revoluciones sin precedente, todos nuestros relatos antiguos se desmoronan y no ha surgido un relato nuevo que lo sustituya. ¿Qué debemos enseñarle a los niños y niñas para sobrevivir en un mundo de grandes transformaciones, radicales incertidumbres y orientarse en el laberinto de la vida?
Estamos inundados de una enorme cantidad de información, y lo último que un profesor tiene que enseñar a sus alumnos es más información. La gente lo que necesita es capacidad de dar sentido a la información, de señalar la diferencia entre lo que es y no es importante y, por encima de todo, de combinar los muchos bits de información en una imagen general del mundo.
Las decisiones que tomaremos en las próximas décadas moldearán el futuro de la propia vida, y podemos tomar estas decisiones solo a partir de nuestra visión actual del mundo. Si esta generación carece de una concepción cabal al respecto, el futuro de la vida lo decidirá el azar.
“Las cuatro ces”
Luego entonces, ¿qué tendríamos que enseñar?
“Las cuatro ces”: pensamiento crítico, comunicación, colaboración y creatividad.
Hacer hincapié en las habilidades de uso general para la vida, aprender nuevas cosas con las que no estemos familiarizados, inventar nuevas ideas y productos, reinventarnos una y otra vez.
En otro contexto, en el Manifiesto del Partido Comunista, Marx y Engels declaraban que todo lo sólido se desvanece en el aire. En unos veinte años más las estructuras físicas y cognitivas se desvanecerán en el aire o en una nube de bits de datos.
Si se sabe lo que se quiere en la vida, la tecnología no es mala; si no se sabe, tomará el control de tu vida tomando decisiones por ti.
Sería necio negar que ningún fenómeno ha gobernado el curso de los acontecimientos con la fuerza determinante con que lo ha hecho la tecnología en los últimos cincuenta años. (Nota de este columnista)
Los humanos como individuos y la humanidad como un todo tendrán que habérselas cada vez más con cosas que nadie se topó antes: máquinas superinteligentes, cuerpos modificados, algoritmos que puedan manipular nuestras emociones con asombrosa precisión, la necesidad de cambiar de profesión cada cinco o diez años.
¿Cómo actuar cuando nos vemos inundados de enormes cantidades de información y no hay ninguna manera de poder asimilarla y analizarla toda? ¿Cómo vivir en un mundo donde la incertidumbre profunda no es un error sino una característica?
Desprendernos de manera repetida de algo que mejor conocemos, y sentirnos cómodos con lo desconocido.
Durante miles de años, filósofos y profetas han animado a la gente a que se conociera a sí misma. Solo que ahora hay una competencia muy seria: Coca-Cola, Amazon, Baidu y el gobierno se preparan para hackearte, a piratearte.
Vivimos en la época de hackear a humanos. Ahora mismo los algoritmos nos observan, qué compramos, a dónde vamos. Se basan en macrodatos y en el aprendizaje automático.
Si los algoritmos entienden de verdad lo que hay dentro de ti, mejor que tú mismo, la autoridad pasará a ellos. Se tendrá que correr más de prisa que los algoritmos para escapar de ellos. No llevar mucho equipaje y dejar atrás ilusiones. Pesan mucho.