Ernesto Gómez Pananá
A lo largo de casi tres décadas de desarrollo profesional, aunque he alternado tiempos entre Ciudad de México y Tuxtla Gutiérrez, mi corazón y mis preocupaciones han permanecido en Chiapas. Hoy comparto algunas reflexiones sobre un tema que ya he abordado en ocasiones anteriores: Por su trazo y su orografía, Tuxtla es una ciudad que, con un par de cambios estructurales y otro par culturales, podría dejar el vergonzoso sitio como una de las ciudades con más autos por millar de habitantes en México, 310 según datos del INEGI del 2024, frente a los 282 de la Ciudad de México. Leen bien, queridas, queridos y querides lectores. Tuxtla tiene una densidad vehicular superior a la de “La Gran Capital”, y complemento este dato con otro también demoledor. Al ser una ciudad territorialmente todavía tan pequeña -más allá de Plaza Ámbar todo es Chiapa- los autos recorren tramos cortos y la mayor parte del tiempo están estacionados, y si proyectamos la cantidad de metros cuadrados que se ocupan para estacionar los más de 150 mil automóviles que diariamente circulan por la ciudad, tenemos que equivalen a 50 parques bicentenario dedicados exclusivamente a guardar autos cuál fetiches. Asombroso. Dan ganas de encender el carro y agarrar rumbo a Coita.
Tuxtla carece de un sistema de transporte público sólido y digno. El referente más cercano a ello fue el desaparecido Conejo Bus, proyecto que en sus inicios funcionó muy dignamente, ordenado, limpio, climatizado. Un buen intento que, como tantos otros, desapareció por esta mezcla de corrupción y tábula rasa tan propia de estas latitudes tropicales y nos dejó con vagonetas en las que los usuarios viajan amontonados, acalorados, bajo el riesgo de choferes irresponsables que conducen unidades en condiciones mecánicas precarias. Mucho por mejorar.
Pero vuelvo al punto. Tuxtla es una ciudad con la mayor parte de su orografía plana, su primer cuadro tiene un trazo destacadamente ordenado y su eje Boulevard Belisario Domínguez-Avenida Central-Boulevard Ángel Albino Corzo atraviesa de punta a punta la ciudad y sus núcleos de actividad comercial, estudiantil y administrativa más importantes: una columna eje y sus ramales trazados de manera natural.
Pero entonces, ¿Por qué si ya existe una ciclovía razonablemente bien planteada en eje, su uso es tan marginal? ¿Es posible potenciar el uso de modalidades de transporte distintas al automóvil particular y al transporte público?
Cambio estructural 1.
Como expuse líneas arriba, la ciclovía existente fue un razonable buen principio, pero es urgente tender ramales de norte a sur, al menos un par de lado oriente y otro par del lado poniente, para extender los alcances de un pedaleo con mínima seguridad, en avenidas con viabilidad en amplitud, como la cuarta poniente, pasando muy cerca del antiguo Mercado de Los Ancianos, el Mercado Viejo y extendiéndose incluso hasta el Mercado del Norte o la sexta oriente, extendiéndola hacia el Parque de Convivencia Infantil y de ahí hacia Las Palmas. Hay cómo.
Cambio estructural 2.
Ciertamente el clima tuxtleco pareciera poco adecuado para usar la bicicleta como medio de transporte. Pareciera que ni el sol abrumador ni las lluvias y encharcamientos lo favorecen. Valdría la pena analizar el caso de Mérida, con condiciones de clima y precipitaciones similares a las de Tuxtla y que posee hoy día más de 70 km de ciclovías y más de 200 km de infraestructura transitable en bicicleta. Adicionalmente, vale la pena “imaginar” una propuesta más allá del clásico carril confinado con bolardos, pensar en velarias estratégicas que protejan del sol y que aporten visualmente, en paraderos momentáneos equipados con compresores de aire y bebederos, en biciestacionamientos seguros. Por qué no, incluso en bicicletas de préstamo como la Eco Bici de CDMX, Mi Bici en Guadalajara o En Bici en Mérida.
Cambio cultural 1.
La idea de hacer de Tuxtla una ciudad más ciclista, suele toparse con la respuesta de que “no hay condiciones” de tránsito y seguridad, y que, si las hubiera, muchas más personas optarían por moverse en dos ruedas. Pero qué tal que probáramos incentivar, solo para abrir boca, con estudiantes universitarios, con servidores públicos que pongan el ejemplo pedaleando a su centro de trabajo, todo esto de la mano de una decidida campaña entre automovilistas para dejar en claro que la ciudad es de la ciudadanía, no de los automóviles ni de los automovilistas y que la convivencia es necesaria y obligada. Es un cambio de paradigma, es reeducarnos como ciudadanía.
Cambio cultural 2.
El momento es inmejorable: haber ordenado la ciudad para que su vida nocturna no exceda las 2:00 am es un enorme acierto. De la misma forma, empezar a convertirnos en una ciudad no solo con menos accidentes automovilísticos sino con una auténtica apertura a otras opciones de transporte nos encamina a ser un mejor Tuxtla. El mañana es hoy. Si se puede.
Oximoronas 1. El presidente Maduro anuncia que el año nuevo se adelante en Venezuela. Literal un payaso. Pobre Venezuela.
Oximoronas 2. Bad Bunnny lo hizo de nuevo. Giró el escenario de sus conciertos en CDMX y dejó hasta el fondo a los de boleto platino-premium-diamante-plus. Fustigando al capitalismo con sus propias reglas.
Oximoronas 3. Flaco favor le hace al gobierno federal y a la presidenta tener aliados como el dueño de Miss Universe o el “líder” de la CATEM. Hay amigos a los que es mejor tener mejor lejos, muy lejos.