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Disimular el fracaso / La Feria

Disimular el fracaso / La Feria
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Sr. López

La prima Elvirita, de las de Toluca, estuvo en Madrid tres años estudiando Historia del Arte, viviendo en una residencia estudiantil de monjitas, y de repente, Elvira mamá recibió carta de ella, notificándole que estaba un poquito más embarazada de lo normalmente aceptable en aquellos lejanos tiempos; le pedía que no dijera nada a su papá y que iba de regreso a México. Y llegó y en el aeropuerto la recibieron sus papás y Elvirita hizo un aparte con su mamá y le dijo: -Reprobé los tres años y no estoy embarazada –y su mamá con una sonrisa de comer tostadas, le dijo a su marido: -Viejo, ¡bendito sea Dios!, Elvira reprobó… y ni le digas nada –el tío nunca entendió.

Leer la prensa, ver los noticieros o escucharlos, deja en el tenochca ilustrado, una sensación como de intestinos anudados: demasiados frentes abiertos. Por todos lados suenan alertas, unas exageradas (vamos a ser otra Venezuela), otras peores (totalitarismo a la puerta), algunas como de adivino indigesto (si gana doña Sheinbaum seguirá gobernando López Obrador), y hasta las hay ponderadas y certeras (esto es un despelote).

Pero lo que prevalece es un exceso de estridencia. Por cómo se comenta de parte de los analistas y periodistas más rumbosos, lo del nombramiento de una nueva Ministra de la Suprema Corte, cualquiera supondría que el ciudadano mexicano promedio, dedica su tiempo libre a lecturas sobre jurisprudencia, cuando la verdad, la verdad, la renuncia del ‘Turco’ Mohamed como entrenador de los Pumas de la UNAM, le importa mucho más al tenochca simplex que el nombramiento de una señora a un trabajo vestida de negro, que sinceramente, poca gente sabe en qué consiste y tampoco les interesa.

Por cierto y hablando de la toga con que despachan los ministros de la Suprema, así rapidito le comento que confirma la tendencia mexicana a la pompa y lo barroco. Por si no lo sabe la toga es de uso obligatorio y sigue una rancia tradición europea que en España, al menos desde 1267 fue la prenda que el rey Alfonso X impuso como ropa de juristas que usaban litigantes y jueces, igualita, para significar eso, igualdad ante la ley (interesantísimo, ¿verdad?).

Pero en México hoy, lo de la toga se sujeta a lo dispuesto en un Decreto Presidencial de 1941 de Manuel Ávila Camacho, quien tuvo a bien mandar que sea “de seda mate negra, con cuello, vueltas y puños del mismo color”, y todas idénticas, las de los once ministros (cuando hay once, cuando son menos, pues menos); la toga debe ir del cuello hasta los zapatos por ser símbolo de “excelencia y dignidad” (se solicita información: ¿una mini toga altera las sentencias?, ¿si los ministros despachan de traje y corbata, no valen sus resoluciones?… ¿una fallo emitido en ‘shorts’ y tenis, amerita amparo?… interesantísimo).

Al inicio de su periodo de 15 años, a cada ministro se le entregan tres togas (y birretes, que bendito sea Dios, no usan, sería de risa loca); y no se crea que las compran en el súper, no, son hechas a medida (en la misma sastrería desde hace 28 años), y las últimas que se adquirieron en 2020 para tres ministros nuevos (Juan Luis González Alcántara Carrancá, Yasmín Esquivel Mossa -la de imitación tesis-, y Margarita Ríos Farjat), costaron 211 mil pesos.

Ahí tiene el presidente López Obrador otra gran causa que debería pelear en nombre de la austeridad republicana, no debe haber jueces togados y pueblo pobre, que emita un decreto: pantalón de mezclilla y camiseta (zapatos opcionales, chancla pata de gallo de preferencia), y pagado por ellos, sí señor.

Si le parece a usted que su texto servidor desvaría, entonces es que no se ha enterado de que el Presidente dispuso el envío de 23 militares y personal de la Comisión de Búsqueda de la Secretaría de Gobernación, a Panamá, a buscar, exhumar y repatriar los restos de un General que no fue nunca General, un tal Catarino Erasmo Garza Rodríguez, quien falleció allá en 1895. Sobre este Catarino en 2016, el Presidente escribió un libro, córrale a comprarlo.

Así, el martes pasado la Comisión de Defensa Nacional del Senado aprobó el dictamen autorizando la salida de los aguerridos aguiluchos a los que más les vale encontrar huesos que sean humanos, sean de quien sean, y regresen diciendo que son de Catarino, que fue un aventurero, revolucionario delirante contra el régimen de Porfirio Díaz, que vivía en Texas, EUA, y entró cuatro veces a territorio nacional (en septiembre de 1891; noviembre y diciembre de 1891; y abril de 1892), a ‘derrocar al dictador’, pero entraba y salía a las volandas y pegadito a la frontera. Y ese 1892, se dio por vencido porque lo persiguieron y corretearon los del ejército de los EUA (por latoso), y se dedicó a viajar por varios países de América Latina, para unirse (nomás de metiche), a una revolución colombiana, cuando Panamá era de ese país. Y murió en esas. Pobre hombre… pero ni héroe, ni general, ni nada, una anécdota curiosa y nada más.

Si en México en este sexenio han desaparecido unos 40 mil, no se entiende que vayan hasta Panamá a buscar a un señor del que no hay manera se pruebe que fue encontrado (lo enterraron en una fosa común en el poblado Bocas del Toro), ni parentela a la que consolar entregando sus restos.

Así son las prioridades de este gobierno. Y por eso es que antes que perder el sueño porque al Fiscal de Morelos lo quieren enchiquerar o a la Fiscal de la CdMx, no le quieren renovar la chamba; antes de preocuparnos porque Dos Bocas no refina o que el Presidente se refine los órganos autónomos, es mejor preguntarnos si de veras era importante la visita al Vaticano de la gobernadora de Quintana Roo, Mara Lezama (María Elena Hermelinda Lezama Espinosa), para darle al papa Francisco de parte del Presidente de México, un trenecito de juguete (réplica del tren maya), al fin que en Quintana Roo todo está en orden.

Le repito, esto es un despelote y no es improvisado, no, se trata de distraernos a nosotros los del peladaje y entre tanta y tanta torpeza, disimular el fracaso.

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