Juan Carlos Cal y Mayor
Aplazar o no la presencia del ejército en las calles con la Guardia Nacional me parece irrelevante. El próximo presidente o la nueva legislatura a partir de 2024 compuesta por una mayoría presumiblemente plural pueden modificarla o derogarla y punto. La discusión relevante es, si a casi 4 años de su implementación, ha logrado resultados positivos o no.
Los datos contrastan con los propósitos, pero el presidente sostiene que la estrategia está funcionando. Insiste en atender las causas. Está convencido de que la violencia es consecuencia de la desigualdad. Está comprobado por estudios serios en criminalidad y cruces estadísticos que la pobreza no está necesariamente asociada a delitos como el homicidio o el robo.
En realidad, el problema de fondo es la llamada delincuencia organizada que tiene como principal actividad la producción y el tráfico de drogas. Además, la D.O. se ha diversificado con actividades como el secuestro, la extorsión, el huachicol, el robo de vehículos o el cobro de piso. Muchas de las muertes están asociadas con la disputa del lucrativo negocio entre los llamados cárteles en lo que se conoce como las plazas. Es digamos el incentivo que da píe a las sangrientas matanzas la gran mayoría asociadas al narcotráfico. El enorme poder económico y al mismo tiempo la capacidad lesiva, tienen un efecto corruptor en las autoridades de todos los niveles y las estructuras del poder. La criminalidad ha crecido proporcionalmente al tamaño del negocio. El problema entonces no es la pobreza ni la desigualdad sino el avieso negocio.
La cuestión ahora es que desaparecida de la Policía Federal el vacío no ha sido cubierto. El intento de poner un mando civil fracasó desde la detención y la inmediata liberación del Chapito. Ahí se pudo constatar que no pudieron coordinarse. La presencia de la Guardia Nacional es imperceptible, por ejemplo, en las carreteras del país.
“A pesar de contar con más de 115,000 elementos, es una institución que hace una tercera parte de las detenciones que realizaba la extinta Policía Federal; en promedio, aprehende a una persona al mes, producto de procesos de investigación, y puso a disposición ante el Ministerio Público Federal a 50 personas por acusaciones relacionadas con delitos de delincuencia organizada. Desde su despliegue, tampoco se ha logrado que los homicidios dolosos cedan, además de que se han presentado más de 1,000 quejas por presuntas violaciones a los derechos humanos.” (Expansión Sep/2022).
Existen además omisiones en normas secundarias como el código de procedimientos penales al no facultar debidamente a la Guardia Nacional para el inicio y procesamiento en tareas de investigación para integrar debidamente las carpetas de investigación. Y por si fuera poco tienen la instrucción expresa de evitar confrontarse. De ahí que hayamos visto actos francamente burdos de humillación hacia las fuerzas castrenses. Se les ha perdido el respeto y eso está poniendo en riesgo la credibilidad y el aprecio del que gozaban nuestro Ejército y la Marina.
Lo paradójico es que históricamente para la izquierda militante el ejército ha sido símbolo de represión. A ellos les toca ser garantes de la seguridad nacional pero no de la seguridad pública. Son cosas distintas. Por ende, no tienen la capacitación ni la disciplina necesarias. La Guardia Nacional es un híbrido y como tal no está dando los resultados esperados. Ni siquiera han podido surtir un efecto disuasivo, menos preventivo. No hay entonces para donde hacerse, más ahora que el presidente ha refrendado su decisión de continuar por la misma ruta.
Si nos quedamos sin Guardia Nacional entonces ¿quién podrá defendernos? Mientras son peras o son manzanas, las cosas seguirán como hasta ahora. No vamos acabar con la desigualdad que por el contrario se ha agravado con la creciente inflación. Tampoco se va a crear una figura equivalente a la Policía Federal. Sería como reconocer un equívoco que además costó muchas vidas. No quedará más que resignarse a coexistir con la violencia y esperar a que el próximo gobierno se plantee en serio resolver el problema de una manera más integral. Entre más tardemos en hacerlo, más difícil será.