Carlos Perola Chandomí
Descolonizar no es borrar escudos ni negar la historia; es dejar de ser sumisos ante el poderoso. Es dejar de tratar a los servidores públicos como si fueran dioses o reyes que todo lo pueden, cuando en realidad deberían ser eso: servidores del pueblo.
Pero aquí, en lugar de emanciparnos del abuso, quieren que olvidemos quiénes somos. Quieren que confundamos “descolonizar” con borrar los símbolos, como si un decreto pudiera curar el olvido o sanar la desigualdad. Y así, el Congreso chiapaneco discute si los leones del escudo deben quedarse o no, mientras los hospitales siguen sin medicinas y las comunidades sin agua.
El discurso suena noble: “reivindicar lo nuestro”. Pero detrás hay una intención más vieja que el mismo escudo: imponer al pueblo que olvide su origen. Porque cada vez que se mutila un símbolo, se domestica una memoria. Y cada vez que se borra la historia, se abre paso a una nueva conquista: la del pensamiento.
Nos quieren hacer creer que descolonizar es quitar lo español, cuando en realidad debería ser quitar lo servil, lo corrupto, lo que nos mantiene subordinados a los poderosos de siempre.
Descolonizar no es negar el pasado, sino liberarnos del presente que nos humilla: el de los políticos que hablan de justicia social mientras se reparten los privilegios coloniales entre sí.
Los leones del escudo no representan animales ni imperios; representan un tiempo en que el símbolo tenía valor. Quitarlos no nos hará más libres, solo más confundidos.
Además, debemos recordar algo que nadie puede borrarnos: Chiapas es el único estado de la federación mexicana que llegó con su propia historia, su propio escudo, su propia bandera y su propio himno. Nosotros no nacimos con México, nos unimos voluntariamente, y pretender que olvidemos ese hecho es un acto de violencia simbólica. Borrar esa memoria no nos hará más “iguales” ni más integrados; solo nos convierte en un pueblo que olvida sus raíces, su dignidad y el derecho de recordar que nuestra historia es anterior y distinta, y que merece respeto, reconocimiento y preservación.
Y lo más absurdo es que muchos de quienes impulsan este disparate descienden de los mismos a quienes dicen querer “exorcizar” de la historia. Repudian su origen mientras viven de los mismos privilegios que dejó la herencia colonial que tanto critican.
Chiapas no necesita borrar su escudo, sino recordar su dignidad. No necesitamos nuevos símbolos, sino viejos valores: justicia, respeto, memoria y trabajo.
Descolonizar debería significar mirar de frente al poderoso y decirle: “Ya no te debo obediencia”.
Pero aquí, al parecer, prefieren seguir obedeciendo… solo que ahora en nombre del “pueblo”.
Porque cuando se mata un símbolo, se mata una historia.
Y cuando se mata la historia, se impone una nueva conquista: la del olvido.
Dejen las ocurrencias, por favor. Se los pido.
Hagan políticas públicas, políticas de desarrollo, políticas de Estado…
y dejen de hacer política de ocurrencias.
Seis líneas de acción para el verdadero desarrollo y dignidad de Chiapas, una verdadera descolonizacion…
- Renegociar el pacto con México, exigiendo que se cumpla el compromiso histórico de la anexión: inversión equitativa, respeto fiscal y participación justa en los beneficios de nuestros recursos naturales.
- Autonomía energética y ambiental, para que Chiapas deje de ser proveedor barato de luz, agua y biodiversidad para el resto del país, y reciba el valor real de su riqueza natural.
- Soberanía económica regional, impulsando cadenas productivas propias, banca de desarrollo chiapaneca y control local del valor agregado del campo, el café, la madera y el turismo.
- Infraestructura estratégica y no ornamental, conectividad moderna, corredores logísticos y obras que sirvan a la gente, no a la propaganda.ni a los que saquean a chiapas.
- Educación y conciencia histórica, que enseñe a las nuevas generaciones quiénes somos, de dónde venimos y por qué Chiapas no es ni debe seguir siendo tratado como si estuviéramos en el colonialismo. Donde saqueando nuestra riqueza y se le reparten sin poder hacer nada.
- Gobierno con dignidad, que se atreva a hablarle de tú a la Federación, que exija respeto, y que deje de arrodillarse ante el centralismo político disfrazado de “unidad nacional”.
Porque Chiapas no necesita que le cambien el escudo, necesita que se le cumpla la palabra empeñada cuando decidió ser parte de México
Y si México quiere unidad, que empiece por respetar la historia, la dignidad
y la riqueza del pueblo chiapaneco.