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Deportaciones / A Estribor

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Juan Carlos Cal y Mayor

Se esperan para este lunes los primeros 100 decretos de la administración Trump que empezarán a regir de inmediato. A los millones de mexicanos que se encuentran, al igual que otros migrantes, de manera irregular en Estados Unidos les esperan días difíciles. Se estima que unos 5.1 millones son potencialmente candidatos a un proceso ágil que los devolvería de inmediato a nuestro país. Al gobierno de Sheinbaum no le ha quedado más remedio que ofrecer el apoyo de los consulados mexicanos, pero eso no quiere decir que el gobierno de Trump se vea impedido de despacharlos de manera inmediata.

A SALTO DE MATA

Los migrantes mexicanos tendrán que andar a salto de mata a partir de hoy y, hay que decirlo con todas sus letras, las autoridades estadounidenses estarán en todo su derecho de actuar si su estancia es irregular, aunque tengan incluso familia nacida allá o lleven muchos años viviendo. En realidad, estaremos pagando las consecuencias de haber convertido nuestras fronteras, tanto la norte como la sur, en auténticas coladeras.

SIN FRONTERAS

En los más de 3 mil kilómetros de la frontera norte existen unos 1,000 kilómetros con algún tipo de barrera física instalada. El resto, más de 2,000 kilómetros, no cuenta con barreras físicas y se encuentra en zonas montañosas, desiertos o áreas remotas, donde la vigilancia se realiza principalmente mediante tecnología, patrullas fronterizas y vigilancia aérea. Al menos hay vigilancia, pero en la frontera sur es otro boleto. Tiene una longitud de más de mil kilómetros, pero no hay ningún control fronterizo. Incluso en los pocos cruces formales, el tránsito ilegal es cosa de todos los días y ocurre en las narices de todos.

COLADERA

Pasa de todo: no solo hay tráfico (y trata) de personas, sino de toda clase de productos, tanto legales como ilegales. Lo mismo mercancías como abarrotes que drogas, huachicol o ganado, lo que ha provocado el cierre a la importación de carnes a Estados Unidos por el gusano barrenador. Un día sí y otro también se anuncian caravanas que parten de Tapachula, donde están estacionadas miles de personas cuya estancia es ilegal, en tanto que el gobierno de México les expide un pase que les permite transitar libremente por nuestro país. Muchos están decidiendo quedarse, ya que, aunque no somos el sueño americano, al menos aquí tienen más oportunidades que en sus propios países, como Venezuela, cuyas dictaduras y malas políticas económicas seguimos alcahueteando.

INCENTIVOS PARA LA MIGRACIÓN ILEGAL

Desde el gobierno de Obrador se ha producido lo que los españoles han acuñado como el “efecto llamada”. España, al igual que el resto de Europa, está siendo invadida por millones de musulmanes en aras de una política dizque humanitaria, proporcionando apoyos que terminan por incentivar la inmigración ilegal. Los llamados “ocupas” son migrantes que se instalan sin consentimiento en propiedades ajenas, muchas de ellas de veraneo o jubilación, por el hecho de estar desocupadas temporalmente. Ya pasó aquí en Tuxtla, donde apenas el 3 de enero pasado se tuvo que desalojar a varias familias que ocuparon 50 departamentos de un fraccionamiento. Pasa también con los “menas” o menores no acompañados, a quienes el gobierno español destina recursos para brindarles ayuda y asistencia con dinero de los contribuyentes españoles, que también padecen carencias.

COLOR DE HORMIGA

En México se les destinaron apoyos económicos para trabajos temporales, y no hay que olvidar que Obrador fue a entregar cheques de millones de dólares a Centroamérica. Solo faltó que otorgara becas como en México. Es sabido que hay venta ilegal de credenciales de elector para migrantes, lo que les permite hacerse pasar por mexicanos. Todo ello ha propiciado que nuestras calles estén ahora invadidas de migrantes. Ya sucedió recién que detuvieron a varios por secuestrar a un empresario en Tapachula. Entre los que entran a México como Juan por su casa y los que nos van a regresar deportados de Estados Unidos, la cosa se va a poner color de hormiga.

¿UN DÍA SIN MEXICANOS?

Yo creo que los norteamericanos están en su derecho de decidir quién entra y quién sale de su país, de su casa. Es cierto que la mano de obra barata e ilegal ha jugado un factor en la economía, pero que no vengan con que somos indispensables. Historias como la de “Un día sin mexicanos” nos han hecho creer que no pueden vivir sin nosotros, y créame que sí pueden. Precisamente Trump quiere recuperar esos empleos para los ciudadanos de su país. Donde antes trabajaba un joven americano, como en un McDonald’s antes de ir a la universidad, ahora lo hacen los migrantes.

INADAPTADOS

Hace unos años andaba por Chicago y quise conocer algún lugar agradable con buenas vistas de la ciudad y el Chicago River. Un migrante me recomendó visitar el “Terrace 16” en la Torre Trump. Otra paisana que llevaba 20 años viviendo en Chicago me ofreció un aventón, pero cuando le dije que iba a la Torre Trump, me respondió: “¿Cómo es posible que quieras ir ahí?”. Me dijo que, si ellos visitaban la torre, era para tomarse fotos mostrando el dedo medio en señal de repudio contra Trump. Entonces le pregunté: “¿No vives mejor acá que en México?”. “¡Claro, mil veces!”, me contestó. “¿Y entonces de qué te quejas?”, le dije.

A DONDE FUERES, HAZ LO QUE VIERES

Yo creo que si uno decide migrar a un país, debe asimilarse culturalmente. Debe adoptar, en la medida de lo posible, sus usos, costumbres, tradiciones y, sobre todo, las normas de conducta que les permiten convivir y coexistir en sociedad. El problema con millones de mexicanos es que hacen todo lo contrario y, no solo eso, sino que viven odiando a los gringos. Pasa también con los musulmanes en Europa, que ahora quieren imponer la burka. Ya lo advertía Samuel Huntington en 1997 con su texto El choque de las civilizaciones. La generosidad con que los países desarrollados han abierto sus puertas a la inmigración hoy está poniendo en jaque a sus sociedades ante el choque cultural.

SUPERVIVENCIA

En realidad, hay más de fondo en las medidas de Trump, y parece que no alcanzamos a comprenderlo. Se trata de supervivencia, de sociedades que han disminuido sus tasas de crecimiento para mejorar su calidad de vida, misma que ahora está siendo usurpada por personas que se les metieron sin permiso hasta la cocina…

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