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Democracia fallida

Democracia fallida
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Juan Carlos Cal y Mayor
Definitivamente no hay condiciones para poder hablar de un proceso democrático que derive en autoridades legal pero legítimamente electas. Existe un grave déficit en nuestras practicas habituales y en las condiciones en que sin chistar la ciudadanía y los partidos políticos entienden y ejercen la democracia. A 10 meses de que se lleven a cabo los comicios del próximo año, el INE como arbitro de la contienda, parece rebasado y la opacidad del marco jurídico que rige los procesos electorales no parece ser la herramienta mas propicia para los problemas que luego derivan en el descredito de nuestras instituciones políticas.
Los aspirantes presidenciales burlan la ley para anticiparse a los demás probables contendientes en sus propios partidos o de plano ya están en campaña como es el caso del líder de Morena que lleva 18 años en campaña como eterno aspirante y por ende siempre puntea en los sondeos de opinión previo a inicio formal de los procesos electorales. Nadie hace nada para impedir que ahora con financiamiento legal recorra el país a sus anchas y habla como si ya fuera a tomar posesión como Presidente de México. Hay datos que no arrojan las encuestas en sus cruces y es el número de indecisos que ronda por arriba del 20% en espera que se formalicen todas las candidaturas que contenderán para emitir su opinión y posteriormente su voto. Por eso siempre AMLO se la pasa diciendo que lo robaron, pero el asunto es muy sencillo, como siempre arranca antes, aparece como puntero y ya sobre la marcha los escenarios se modifican. 
En el escenario estatal, la aspirantitis aguda se ha presentado como un síntoma muy temprano. Ya tiene rato que en aras de posicionarse anticipadamente para obtener la gracia de ser merecedores para encabezar las candidaturas de sus propios partidos (o del que se deje) los aspirantes despliegan campañas publicitarias bajo diferentes artificios lo cual transgrede la equidad, se presta al uso de recursos públicos con fines electorales o fuertes erogaciones económicas de desconocida procedencia. El propósito no es otro que el de sobresalir en los estudios de opinión aunque el hecho de ser conocidos no garantiza tampoco el que tengan precisamente un buen nivel de aceptación. 
El resultado entre la propaganda publicitaria y el posicionamiento en las encuestas resulta de lo mas elemental como consecuencia lógica aunque no debiera ser el único mecanismo de los partidos a la hora de elegir sus candidatos. Bajo este mecanismo burdo de derroche publicitario, la encuestocracia desplaza otros aspectos que debieran tomarse en cuenta para elegir a los competidores de la contienda política. La mercadotecnia en el rubro comercial hoy tiene como consecuencia el consumo, por ejemplo, de productos alimenticios chatarra carentes de valores nutricionales e incluso nocivos para la salud (sino lo cree vaya a cualquier Oxxo para verificarlo). Somos consumidores impulsivos e irreflexivos. Una clientela a la que hay que cooptar con métodos persuasivos y derivan de ahí nuestros malos hábitos de consumo con consecuencias que nosotros mismos pagamos tanto en la salud como en la economía familiar.    
Si lo traducimos al terreno político sucede peor aún porqué como ciudadanos luego pagamos las consecuencias de nuestras malas decisiones a la hora de elegir a nuestros gobernantes y representantes populares. Cuando nos toca decidir no lo hacemos concienzudamente y al rato nos la pasamos quejando de todo lo que mal hacen nuestras autoridades. 
Las encuestas no debieran ser el único instrumento de idoneidad para elegir candidatos como esta sucediendo en varios partidos. La preparación y la honestidad debiera ser un filtro ineludible de los partidos para que luego los ciudadanos no anden pagando los platos rotos de sus malas decisiones. Las fortalezas y debilidades, la visión y la propuesta debieran ser métodos de preselección en el perfeccionamiento de nuestra democracia si es que aspiramos a que esta sirva para mejorar la calidad de vida las personas. 
Desafortunadamente lo aquí expresado raya en los terrenos de lo utópico. En las contiendas electorales a juicio de nuestra fauna política, el que tiene más saliva traga más pinole. Es el circulo vicioso donde el dinero sirve para tener poder y viceversa. Es la corrupción como engrasante. Es la vieja máxima que expresara el maestro rural, luego gobernador y otrora líder del grupo Atlacomulco, Carlos Hank González de que “El político pobre, es un pobre político”. Es la justificación de la rapiña y el cinismo mágico que sirve para apuntalar carreras políticas. Dinero mal habido para obtener el poder mal habido. Una democracia enferma de la médula donde los roedores están a la vista publicitándose en espectaculares, colgándose collares de flores, inventando informes que no informan nada, acarreando aplaudidores ficticios de las listas de prospera. La prensa que publicita o en su caso crítica –ladrón que roba ladrón- en espera de las pírricas bonanzas que salpica el poder. 
Así nos vamos al 18. Con paquetes adornados pero vacíos de contenido. Continentes sin contenido. Envolturas festivas en testas huecas. La política del photoshop y el ofertismo vacuo. El carrusel girando sobre si mismo con destino a ninguna parte.

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