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Delirio tropical / La Feria

Delirio tropical / La Feria
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Sr. López 

Ya le he contado (todo le cuento), que el progenitor de este menda, era un gigantón fuerte como orangután, rabiosamente inteligente y macho como de película en blanco y negro, que decía: -Aquí mando yo –refiriéndose al domicilio conyugal; y su consorte, doña Yolita, menudita y fina, no lo contradecía pero cada que ordenaba algo que no le gustaba, le decía: -¿Podemos hablar, Víctor? –y se encerraban en su recámara, sin que se oyera nada de lo que hablaban pero sabiendo toda su prole que el que mandaba saldría mandando algo diferente. Y todos a obedecer, ella, la primera, claro. Inteligentes los dos. 

La madrugada del viernes pasado, en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, el coordinador de la bancada (¿camada?), de Morena, Ignacio Mier Velazco, previo a la aprobación de la ilegal prolongación del periodo del Ministro Presidente de la Suprema Corte, definió claramente: 

“(…) entre derecho y justicia, un transformador, un liberador, un revolucionario, opta por la justicia (…) El conservadurismo opta por el derecho; el liberador, y somos parte de un movimiento liberador, opta por la justicia (…) Y no nos diga (se dirigía a Porfirio Muñoz Ledo), a sus compañeros, con todo respeto, que optemos por el derecho, porque estaríamos sumándonos a ese derecho que no garantiza lo justo, que no garantiza la felicidad, que no garantiza el desmantelamiento de un régimen corrupto (…)”. No optaron por el derecho: ¡saludos a nuestros liberadores! (ya después nos dirán de qué nos están liberando, paciencia). 

El rosario de desatinos de don Mier, pudo descalificarlo el Presidente de la república en la emisión de ayer lunes de su programa de variedades matutino, pero sin referirse a la Declaración de Principios Mier, dejó claro que si la Suprema Corte se pronuncia contra la constitucionalidad de la prolongación del periodo de su Ministro Presidente, “(…) estarían convalidando al régimen de corrupción”. 

Asombra que don Mier y el Presidente hablen del gobierno que representan como un “régimen corrupto”, porque ellos y su gobierno, son el régimen actual, no hay otro. Ahora que si se refieren al régimen anterior, ojalá alguien les pase una tarjetita recordándoles que la campaña política ya terminó, que en julio de 2018 triunfaron con largueza en las urnas y que a partir del 1 de diciembre de ese año, ellos ejercen su régimen, el de la 4T. Nadie desperdicia parque en balacear muertos, estos sí. Bueno, más seguro, más ‘marrao’, han de pensar. 

Asombra todavía más que ante las excéntricas declaraciones de don Mier y el Presidente, haya quien se escandalice. Antes de cumplir cinco meses de gobierno, el Presidente firmó un memorándum dejando sin efectos la Reforma Educativa, sin tomarse la molestia de enviar al Congreso una iniciativa de reforma a las leyes secundarias del tercero constitucional, y como se armó una escandalera por su pretensión de cancelar leyes con su simple firma, el 17 de abril de 2019, desde su púlpito en Palacio, respondió a la pregunta sobre la validez jurídica de su memorándum: “¡Ah!, las facultades que tengo como Jefe del Estado mexicano para garantizar el bienestar, la paz, la tranquilidad del pueblo, para que haya justicia; por eso se protesta cumplir y hacer cumplir la Constitución 

y las leyes que de ella emanan. Y en la Constitución se establece que debe haber justicia”… ¿qué tal, así o peor?… y en apego a su habitual contumacia, agregó: “La justicia está por encima de todo. Si hay que optar entre la ley y la justicia, no lo piensen mucho, decidan siempre en favor de la justicia”. 

Así desde el mero principio de esta vorágine de desatinos, estamos advertidos: este gobierno y sus legisladores afines, no tienen entre sus propósitos respetar el derecho (o sea, las leyes), consideran que son los ‘conservadores’, los que optan por el derecho (las leyes), y que respetar el derecho (las leyes), no garantiza la justicia (dejando de lado por caridad con don Mier, su cursi referencia a la felicidad), y que el respeto al derecho (las leyes), no garantiza el desmantelamiento de un régimen corrupto (el que ya se fue, el que ellos echaron). 

Esto tiene dos problemas: 

Al interior de la nación, que los del peladaje no sabemos sino a ‘posteriori’, qué es lo justo; sí, a diferencia de los países civilizados que tienen escritas sus leyes y lo justo es apegarse a ellas -todos, los gobernantes y los gobernados-, acá no se sabe qué es lo justo sino hasta que el Presidente se pronuncia o emite alguna orden como desaparecer fideicomisos, eliminar estancias infantiles y refugios para mujeres, cancelar una obra privada o pública, modificar leyes contraviniendo la Constitución (ley eléctrica, ley de hidrocarburos, la de la Corte), suspender la compra de medicamentos, no vacunar a médicos del sector privado y tantas cosas más. 

Y al exterior, la cosa es peor porque en el mundo no saben que nuestro Presidente es omnisapiente y hasta el momento, que se sepa, en Washington, la Unión Europea, Asia o los organismos internacionales, nadie grita: “It is an honor to be with Obrador!”, “C’est un honneur d’être avec Obrador!”, y doña Merkel correría a su traductor al oír: “Es ist eine Ehre, mit ihm zusammen zu sein Obrador!” Sí, qué pena, pero en el extranjero lo único que la rifa es la ley, los acuerdos firmados, los contratos. Ojalá le apuren en la Consejería Jurídica de presidencia y en la Cancillería, a encontrar la manera de que acepten que en tratándose de México, lo que vale es el criterio personal de nuestro Presidente. Qué les cuesta. 

Por supuesto no estamos en un régimen totalitario, pues esos son sistemas de partido y Morena… bueno, algún día. Tampoco es una autocracia, porque a fin de cuentas don Presidente está empapado por la catarata de amparos que conceden los jueces contra sus arbitrariedades. La verdad estamos ante un intento de reponer el régimen presidencialista del más antiguo echeverrismo y una autarquía fallida. Muy grave es el precio que pagaremos por este delirio tropical.

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