1. Home
  2. Cultura
  3. De quijoterías sudamericanas

De quijoterías sudamericanas

De quijoterías sudamericanas
0

Rodrigo Ramón Aquino

¿Qué sucede cuando la épica de la Revolución se deja contar, no con la voz ronca del catecismo político, sino con el pulso íntimo de la poesía? Gilberto Bátiz López ensaya esa osadía en Con el viento al hombro —edición de autor, 258 páginas, siete capítulos— y el resultado es un Che Guevara imposible de clasificar: demasiado humano para los manuales, demasiado incendiario para los museos.

Un abuelo que sopla brasas
El punto de ignición es El abuelo: una niña invita a su abuelo a hablar del Che en la escuela y, sin quererlo, abre una grieta en el tiempo. El anciano no recita cifras; convoca fantasmas. Con humor de sobremesa y memoria que late, narra la amistad que lo unió al médico argentino. Ese truco narrativo —fusionar la charla familiar con la crónica continental— convierte al lector en cómplice: asistimos a un fogón donde la Historia deja de ser estatua y vuelve a ser carne.

Che en verso libre
De ahí en adelante, cada capítulo se lee como estrofa de un poema-crónica:
Nace la leyenda vibra con el zumbido de una moto que atraviesa Latinoamérica y con los amores que paren convicciones.
Fidel retrata la improbable colisión, en México, de dos volcanes que se reconocen hermanos.
Granma es travesía marítima, pero sobre todo travesía interior: diálogos que huelen a diesel y a miedo.
¡Patria o Muerte… Venceremos! coreografía la toma de Cuba sin aplausos fáciles: los tropiezos pesan tanto como las victorias.
Tatu lleva al Che al Congo y lo desnuda de mito: el guerrillero se enfrenta a sí mismo en una selva que no obedece panfletos.
Hasta la victoria siempre cierra la ronda y deja al lector con la pregunta que el Che se clavó en el pecho: ¿vale la pena morir por la terquedad de un ideal?

Periodismo que respira poesía
Bátiz López, notario de oficio y poeta secreto, escribe con pulso de reportero: datos precisos, fechas puntuales, citas contrastadas. Pero cada tanto suelta las amarras y deja que el verso irrumpa como relámpago. Ese híbrido —documento y canción— sacude el lugar común: el Che no aparece como póster sepia ni como santo laico, sino como un Quijote sudamericano que se abrió el pecho a la utopía y terminó pagando el precio.

Por qué leerlo hoy
Porque el desencanto exige nuevos espejos. Cuando la palabra “revolución” suena a hashtag viejo, este libro la rejuvenece: la baña en dudas, la llena de contradicciones, la vuelve respirable. En tiempos de cinismo exprés, Con el viento al hombro nos recuerda que toda justicia empieza como herejía; que los abuelos guardan balas de futuro en los bolsillos; que la poesía puede ser herramienta de diagnóstico social.


Un puente generacional
El gran mérito de Bátiz López es tender un puente entre la nostalgia y la sospecha: rescata la épica de los sesenta sin caer en la arqueología sentimental, y a la vez pregunta qué hacemos hoy con esas brasas. El presente —dice el autor— es pasado y futuro abrazados. Leer este libro es acercarse a ese abrazo: sentir el calor, oler el humo y decidir si uno se anima a avivar la llama.

Con el viento al hombro no ofrece consigna, ofrece conversación. Invita a desmontar la postal y a preguntar por el gesto humano detrás del mito. Por eso su lugar no está en la repisa de los intocables, sino en la mesa de trabajo de quienes todavía piensan que cambiar el mundo es un verbo en tiempo presente.

LEAVE YOUR COMMENT

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *