Sr. López
André Breton, no fundador pero sí pionero del surrealismo, en 1938 pasó una temporadita en México. De su visita quedó la anécdota de que dijo: “Yo no sé a qué he venido, yo no tengo nada que enseñarles, México es el país más surrealista del mundo”. Hay otra versión: “No intentes entender a México desde la razón, tendrás más suerte desde lo absurdo, México es el país más surrealista del mundo”. Y no le tocó el México de la cuarta transformación.
Vamos a imaginar que el domingo 1 de junio, día de los comicios para elegir al Poder Judicial, sucediera algo imprevisto, imposible de creer: que votaran todos los 100 millones 537 mil 828 tenochcas que al 10 de abril pasado, nos informa el INE, tienen su credencial de elector a la mano y el pecho henchido de espíritu cívico, pero a reventar. Por si es usted desconfiado, encuentra el dato en https://ine.mx/credencial/estadisticas-lista-nominal-padron-electoral/.
Sin detallitos, promediemos a brocha gorda el número de votantes en cada uno de los 84 mil centros de votación que va a instalar el INE: son más o menos 1,200 votantes por centro. No se le olvide, serán elegidos 881 candidatos al Poder Judicial federal, de entre 3,396 candidatos, sin contar los cargos judiciales locales en 19 estados de la república.
Estima el INE que cada elector necesitará únicamente 10 minutos para elegir a los candidatos del Poder Judicial federal, de su preferencia (no se ría), en cada centro de votación, así tardarían 200 horas en recabar los votos: ocho días y ocho horas (por si es usted incrédulo: 1,200 ciudadanos por 10 minutos, da 12 mil minutos, entre 60 minutos da 200 horas, ya usted divida entre 24 para sacar los días, no ha de hacerle uno todo). En resumen: los comicios durarían más de una semana, terminarían hasta las cuatro de la tarde del lunes 9 de junio (los centros de votación abren a las ocho de la mañana).
Como estamos imaginando, imaginemos a los abnegados ciudadanos que se echaron ocho días haciendo cola y a los sacrificados funcionarios de cada centro de votación, aguantando a pie firme ocho días continuos de trabajo, sin dormir, atendiendo electores, dándoles barajas de boletas y marcándoles el dedo (muy amablemente, claro).
Ahora imaginemos el conteo de los votos. El INEcalcula que va a ir a votar máximo el 20% de los electores y que se van a echar unos 10 días contando votos en los 300 consejos distritales (no en los 84 mil centros de votación porque los funcionarios de casilla carecen del número necesario de neuronas para hacerlo, cosas del ácido fólico). Bueno, pero si votarael 100% de la lista nominal del electorado, se tardarían 50 días en decirnos quienes ganaron. Estos comicios no se pensaron para eso. No se pensaron, punto.
La consulta popular del 1 de agosto de 2021, para juzgar o no a los expresidentes (con una pregunta barroca que nadie entendió), para responder sí o no, tuvo un 7.71% de participación del cívico peladaje nacional.
En la consulta de revocación de mandato del 10 de abril de 2022, participó el 17.77 % del listado nominal.
En esas dos consultas era requisito indispensable que votara cuando menos el 40% de los electores para que su resultado se acatara (que fuera vinculatorio), pero eso no aplica a la hora de elegir un funcionario, es la regla de las elecciones: un voto basta para ganar el puesto. Ni quien diga nada.
Pero regresemos con la despiadada aritmética: si de verdad votara el próximo domingo, solo el 20% del electorado, serían 20 millones cien mil y pico de votantes; tocan 239 tenochcas con credencial por centro de votación; de a 10 minutos por piocha, son 2,390 minutos… casi 40 horas.
Los centros de votación abrirán a las ocho de la mañana; si solo vota el 20%, la jornada duraría 39 horas con 50 minutos, digamos 40 horas, esto es, terminaría el proceso el lunes casi a las doce de la noche… todo el domingo y el lunes vote y vote el peladaje (con y sin acordeón)… ¿le parece posible?… ¿qué le van a sugerir que se metan por las narices los funcionarios de los centros de votación para aguantar 40 horas?… ¿está previsto qué comerán?… parece un despelote porque es un despelote.
La realidad es que los centros de votación abrirán a las ocho de la mañana y cerrarán diez horas después, a las seis de la tarde. Esas diez horas son 600 minutos, de a 10 minutos por cabeza, alcanza para que voten en cada centro de votación, 60 tenochcas simplex de línea dura cuatrotera (únicos que es previsible vayan a participar). Bueno, eso da un total de 5 millones 40 mil votantes. El 5.01% del electorado. El gobierno federal lo va a festejar tremolando banderas y ya sabemos qué mentira van a decir: es mejor a que los elija solo la Presidenta… nada les da pena.
Están atrapados: si es copiosa la votación, el proceso es inmanejable y el gobierno lo sabe… y más les vale que la raza no salga a votar en masa, habría grescas, infartados, emergencias médicas. Pero si es escuálida la asistencia a las urnas, van a hacer el ridículo.
Por eso están muy apurados promoviendo que la gente vote; pero rezando que no salga porque se les va de las manos el proceso. Que salga mucha pero no tanta. Cosas de cuatroteros.
También saben que es imposible (imposible), que nadie tenga la menor idea de por quién votar; nadie tiene ganas de que gane alguien; todo es cuento. Aparte, en comicios normales de los que ya todos sabemos qué hacer, es de no creerse la cantidad de boletas que se usan mal y la cantidad de modos de equivocarse que la gente se inventa, consiguiendo que su voto no cuente.
Encima de todo, los votos los contará no se sabe quién, no se sabe dónde (por más que lo expliquen); y las boletas no usadas, no se inutilizarán y hemos de confiar en que ni una se va a usar después. Sí, Chucha.
Resulte como resulte el proceso, el nuevo Poder Judicial será una caricatura como lo es el Legislativo dominado por la 4T. Y ya se va a enterar el gobierno que los jueces así nombrados, serán menos dóciles: no le deberán nada a nadie, llegarán de chiripa.