Manuel Ruiseñor Liévano
Si bien es cierto que los dineros públicos en los diversos rubros del desarrollo no lo son todo, porque cabe la posibilidad de establecer asociaciones público-privadas, gobierno-sociedad, inversión foránea, etc., la contribución oficial pesa en el accionar de las instituciones.
Todavía en análisis en la cámara de diputados, el presupuesto de egresos 2025 ha revelado un dato que, debe subrayarse, ha puesto en la escena política y social el tratamiento que se dará al sector CULTURA, acaso durante los próximos seis años, dependiendo del rumbo económico nacional. Una cuestión ésta última que, sabemos, depende de factores internos y sensiblemente externos.
Más allá de esas consideraciones, ha preocupado y encendido alarma que en el cálculo se haya estimado una reducción cercana al 30 por ciento en materia de cultura. Una cuestión que no acontecía desde el año 2017, en que la Secretaría federal de Cultura ingresó tras su creación al ramo 48 y tuvo un presupuesto equivalente al proyectado para el año venidero.
El titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHyCP), Rogelio Ramírez de la O, así lo hizo saber en el desglose del paquete económico entregado el 15 de agosto al Poder Legislativo. Una aciaga noticia para la comunidad cultural de todo el país, en razón de que la participación destinada a los órganos responsables de la materia y sus acciones en las entidades federativas depende, en gran medida, de esos dineros de cuño federal, recortados con una severidad de orden histórico.
Para el sector Cultura, el presupuesto proyectado por la SHCP para el ejercicio de 2025, es de 12 mil 081 millones de pesos. Cifra que representa una reducción de poco más de 4 mil 673 millones de pesos frente a la designación para el sector cultural de 2024.
De modo que, atendiendo la conseja popular cuyo lema dice:“cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar”, habría que comenzar a pensar en hacer más con menos. Caminar con rumbo hacia alianzas estratégicas con la empresa privada y las organizaciones sociales, fortaleciendo esa ruta con la participación de toda la comunidad y las redes de artistas, intelectuales, artesanos e instituciones educativas.
Hacer más con menos, se llama el reto que tiene ante sí la gestión de la cultura de la nueva era en Chiapas, más allá de los recursos que el propio gobierno estatal pueda aportar o compensar. Un signo positivo ante la gran cruzada cultural que se viene y el cual debe seguirse alimentando, es el propiciado por la propia sociedad civil nutrida en la campaña política del hoy gobernador electo, Eduardo Ramírez Aguilar, a través de los Diálogos por la Transformación, cuya eficacia quedó demostrada al detonar dos considerables movimientos a favor del espíritu sensible, creativo y el pensamiento de la sociedad.
Hablamos de Chiapanequidad y Descolonización del pensamiento, los cuales mucho pueden abonar para vencer el reto de hacer más con menos en un tema esencial de Chiapas: la cultura, cuyos aportes no sólo nos han identificado dentro y fuera de este territorio, sino que además nos han unificado y avanzan con paso firme a favor de la reconciliación social.
Nada está perdido, insistimos, en la escena del fomento, promoción, difusión e investigación de la cultura chiapaneca. Si bien hubo tiempos de crisis, también los hubo de auge. Ciclos que, en su análisis, valoración y aprecio, nos aportan grandes lecciones que debemos asimilar y, acaso, ajustar a la hora del reloj de la nueva era.
No está por demás recordar que el añorado “Renacimiento Cultural de Chiapas”, sucedido en la década de los años cincuenta, si bien es cierto tuvo respaldo y especialmente la voluntad política del gobierno en turno, encabezado por el general e ingeniero Francisco J. Grajales Godoy, su principal impulso surgió de la sociedad civil y sus grandes valores humanos, claro está, sin dejar de considerar los aportes de la empresa y el comercio.
Nunca, nada, será más fuerte que la acción humana sustentada en el vigor de la historia, tradiciones, valores y obra creativa, innovadora y crítica. La acción de la cultura es indetenible. Los recursos para la acción cultural se encuentran más allá del presupuesto, aún su merma o desdoro. Deben estar lejos de la especulación política o del cálculo presupuestal.
Hoy, Chiapas tiene un gobernador electo cuya vocación y apuesta por la cultura escapan a toda duda. Y ese es otro factor a tomar en cuenta en el reto de la acción por venir. Hacer más con menos y no sería la primera vez. El mensaje es claro.