Sr. López
Como usted ya sabe, la familia paterno-autleca de este menda, era de gente de rancho que no atendía apariencias, vivía como era y gastaba si tenía. Y la materno-toluqueña, que perdió rentas y haciendas por eso que llamamos por caridad histórica, Revolución Mexicana, quedó con lo puesto y costumbres de rico que no se podían pagar y sentían obligación de aparentar. Unos se lo pasaban bien; los otros sufrían esa pobreza para ellos vergonzante, tanto, que varios tíos decían que iban “al club” para no decir que iban a trabajar, que eso era de pelados. Y los de la prole de esa rara zarzuela con mariachi, no entendíamos nada, hasta que fuimos creciendo, claro. ¡Y a trabajar!
Los dos Méxicos. Ayer se celebró el Día Internacional de la Mujer, el 8M. En la capital nacional hubo la ya tristemente acostumbrada marcha anual de protesta de las mujeres. Tristemente porque significa que continúa el trato disparejo, injusto y hasta criminal contra las mujeres, que no salen a caminar y gritar por el gusto de tomar el sol y ventilar la garganta, sino por la rabia de su asimétrica situación con el macho de la especie. Ese es un México, el otro es el oficial: felicitaciones desde Palacio Nacional a las mujeres en su día, declaraciones con tufo a autoalabanza por lo mucho que este gobierno ha hecho por su “emancipación” y garantía de sus derechos… con diez o más feminicidios diarios (que no son culpa del gobierno, tampoco, pero sí su responsabilidad por no capturar a todos y cada uno de los culpables, como si las asesinadas fueran ciudadanas de los EUA, por ejemplo). Dos México: el de la grita de las humilladas frente a barreras de acero y el de la porra al Presiente de las empleadas del gobierno en un patio de Palacio, tras puertas bien cerradas y vallas de acero. Los dos Méxicos.
Los dos Méxicos. Ayer se informó que el gobierno federal envió 200 soldados y 100 agentes de la Guardia Nacional a Matamoros, Tamaulipas, para reforzar la seguridad pública, tras el asesinato de dos ciudadanos estadounidenses. Ese es un México, el otro es el real: es continuo el envío de tropas como estrategia de apariencia de recuperación de la seguridad pública, sostenida la actitud reactiva e inútil ante la delincuencia organizada, porque los militares y guardias nacionales van con órdenes de estarse quietecitos, aguantando todo. Y en este otro México, el asesinato de dos extranjeros no representa nada frente a los cuatro homicidios dolosos por hora (CUATRO POR HORA), que según el registro del 1 de diciembre de 2018 al 6 de marzo de 2023, de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, suma 148 mil 186 asesinatos en México durante los primeros 52 meses de este gobierno (en tanto en ese mismo periodo, cuando Peña Nieto, sumaron 97,419 y cuando Calderón, 75,848, por si vuelve a insistir el gobierno en que está disminuyendo la matazón). Los dos México, uno de cara al tío Sam, el otro, sin ver a la raza. Sí, dos Méxicos.
Los dos Méxicos. El real y el oficial. El que vive la gente y el que se predica desde las alturas del poder. Las remesas de dinero que envían nuestros connacionales refugiados en los EUA, que en 2022 sumaron 58 mil 400 millones de dólares y se presumen como logro, siendo que son la prueba de nuestro fracaso como nación que no puede dar oportunidades de trabajo bien remunerado ni vida segura a millones de mexicanos. Alardear que esos envíos son, según el Presidente “(…) la principal fuente de ingresos que tiene nuestro país”, desde hace varios años, celebrando que esos recursos llegan a unos 10 millones de familias, sin ver, sin entender, que eso significa que al menos 10
millones de familias, 40 millones de habitantes, no encuentran, no tienen esperanza cierta en su propio país; sin saber, sin aceptar, que en este gobierno se revirtió la tendencia negativa de migración porque ya regresaban más de los que se iban: nada más en 2021, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de los EUA reportó la detención en frontera 654 mil 418 mexicanos, 35% del total de migrantes interceptados y su ‘Current Population Survey’ (Encuesta actual de población), apunta ya a cerca de 39 millones de personas de origen mexicano residiendo y produciendo allá. Y esa cantidad de mexicanos que huyeron hacia los EUA, equivale al 31% de los habitantes del país, que según el Inegi somos 126 millones. Un México del que la tercera parte de su población huye por hambre y miedo y el otro México que presume y celebra el dinero que mandan. Sí, dos Méxicos.
Los dos Méxicos. El México digno que no permite intromisión extranjera ninguna, como debe de ser, en especial de los EUA que nos han hecho varias. Y el otro México, el de verdad, que asume la responsabilidad de controlar (a palos) la migración rumbo a los EUA porque nuestra economía depende de los EUA que solo amenazando con aplicar aranceles a nuestras exportaciones, nos pone a bailar al son que le pegue la gana. No necesita el tío Sam ninguna ley para mandar a sus tropas a combatir el narco en México, hasta flojera les daría, les basta con tronarnos los dedos, como también nos hicieron con lo de la electricidad, que el Presidente presumió el pasado 17 de febrero que “en México ya hay energía verde”, al inaugurar la planta solar de Puerto Peñasco, Sonora. Un México que declara sacando pecho, que no somos colonia ni protectorado y el otro México, el del “¡yes sir!”
Dos Méxicos. El México que en la manifestación del 26 de febrero, en defensa del INE, cubrió de flores las puertas de la Suprema Corte. El otro México, ayer, que organizó a un grupo de exaltadas que fueron a la puerta principal de la Corte (abierta), a corear mentadas de madre a Norma Piña, la magistrada Presidenta de la Suprema Corte de la Nación, previamente linchada verbalmente desde la comodidad del Salón Tesorería de Palacio Nacional. Sí, dos Méxicos, el del Ejecutivo que no acepta el cuento de que la ley es la ley, y el otro, el Judicial, que la hace valer.
Usted escoja cuál México quiere.