Juan Carlos Cal y Mayor
#EsClaudia, así rezó es slogan de la prolongada precampaña de Claudia Sheinbaum, la ex jefa de gobierno y fiel seguidora que ha crecido a la sombra de López Obrador. Sus publicistas no se rajaron la cabeza. Había que dar una clara señal nunca desmentida por el presidente de que ella era la elegida a pesar del montaje de un proceso interno que tenía como propósito posicionar con mucha anticipación a la sucesora presidencial y legitimarla bajo un presunto ejercicio demoscópico en el que incluyeron a sendos participantes.
FICCIÓN
Cuando el presidente destapó a su sucesora, dijo “es Claudia” pero también podría ser Marcelo y luego Adán Augusto con el afán de presumir que, llegado el caso, le sobraban fichas para postular a diferencia de la oposición “moralmente derrotada”. En este México surrealista, a decir de Salvador Dalí, la realidad es una ficción y el ejercicio del poder una novela que entremezcla hechos ciertos adosados de mitología.
Será el pueblo bueno y sabio el que decida y no yo, el presidente, que en los reinados populistas encarna los sentimientos de la nación. Había por ello que montar la escenografía, la opereta que no tenía más propósito que el de glorificar los logros de la transformación y evangelizar al populacho para rendir culto al mesías mexicano santificándolo para ocupar un nicho en el altar de la esperanza como simbolismo de los anhelos nacionales.
PILATOS
Había que hacer creer que iba en serio. Pilatos tenía que sacrificar a Cristo y salvar a Barrabas con la venía de la turbamulta enardecida. Las demás corcholatas estaban ciertas que se trataba de una simulación, salvo Marcelo que se creyó que participando en el juego podría entrar al relevo en el caso de que la estrategia perfectamente planificada de imponer a Claudia fracasara. Y ella no se inmutó. La tragedia de la Línea 12 fue producto de un sabotaje del demonio encarnado por los conservadores capaces de cualquier osadía para descarrilar a la elegida.
DADOS CARGADOS
El país se plagó de propaganda de Claudia sin el menor recato, casa por casa, entre los segmentos populares afines al obradorato. La encuesta tenía que ser infalible y en consecuencia predecible. La cuestión es que en el caso de los seguidores de Marcelo se creyeron que iba en serio. Marcelo sabía, tal y como lo denunció, que los dados estaban cargados y aun así participó y con ello legitimó. Entre sus más recónditos sentimientos albergaba la esperanza de que Amlo se la debía y en el camino podría rectificar. No fue así a pesar de los útiles servicios en los que Marcelo demostró oficio político. No imaginó que sería desechable, que lo que cuenta es la lealtad ciega y no la capacidad.
LA ENCRUCIJADA
Ahora Marcelo está en una encrucijada. Desengañado tiene que mostrar un poco de decoro, un mínimo de dignidad. Claudia no es ni será su amiga. No le va a perdonar que le haya aguado la fiesta dejándola en evidencia al no salir al final de la obra a agradecer la ovación del pueblo. Ahora tiene que decidir si monta un mejor espectáculo y anuncia su postulación con el apoyo de Dante. La cuestión es ¿Quién saldría beneficiada si divide el voto? Si la clase media agraviada -a decir del presidente- le va quitar votos a Xóchitl o Claudia. O si Marcelo le va a quitar votos a Morena. ¿Hasta dónde están dispuestos a llegar sus seguidores a sabiendas que serán expulsados del paraíso cuatroteista? He aquí la interrogante.
LA DECISIÓN
Sería oprobioso para él y su descendencia, si como muchos suponen se terminará prestando al juego de allanar el camino a la imposición. Sería decoroso y reivindicador, si en serio se revelara en contra del presidente y su candidata. Una elección entre tres en una elección polarizada solo tiene un ganador. Así sucedió con Anaya y Meade. La otra opción, menos predecible, sería sumarse al Frente Opositor. Ya Xóchitl le ofreció cobijo. En el Frente todos caben. Veremos entonces que sucede en los días por venir.
DERECHO DE RÉPLICA
Don Roberto Albores me hizo llegar una precisión que luego modificada difundió por whatsapp. Y es que a propósito de la visita de Xóchitl Gálvez yo enfatizé que entre otros logros de la gestión del presidente Fox, se “concluyó” la carretera Tuxtla San Cristóbal. Y es que hay que recordar que Don Roberto etiquetó los recursos para su conclusión en un fideicomiso, pero nadie imaginó que el Puente San Cristóbal se derrumbaría postergando la inauguración de la obra. La gestión de esa obra fue un mérito de la administración del ahora exgobernador, sin duda alguna. Xóchitl no quiso pararse el cuello con sombrero ajeno. Quizás fui yo, sin que mediara mala fe. Es cuanto.