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Crónica de la elección histórica

Crónica de la elección histórica
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Ser funcionaria de casilla un 2 de junio de 2024

Mis pepinos y zanahorias terminaron en la basura, para cuando pude destapar el  tupper ya sabían mal, y eso que les eché harto limón, eran casi las dos de la mañana de un tres de junio de 2024 y yo seguía en la casilla básica que me tocó presidir en la jornada electoral del domingo.

El 2 de junio me levanté temprano, a las 6 am, tomé un baño, comí algo, tomé café (de Chiapas por supuesto) y preparé el paquete electoral que funcionarios del INE habían dejado en mi casa un par de días antes ; como presidenta de casilla me correspondía resguardar tal compromiso, lo hice con celo y temor de que algo le pasara; aunque en nuestra centralidad citadina no sufrimos lo que en otros lares de la República Mexicana, porque los altos índices de violencia no consienten que estas actividades se lleven a cabo con normalidad. En algunos lugares los paquetes electorales tienen que ser resguardados con armas por la Guardia Nacional, ni en sueños lo dejan en tu casa a que duerman un par de días.

Cris (el capacitador del INE) pasó por mí en auto a las 7:04, bajamos los paquetes, uno local y otro federal, además de todo lo necesario para montar la casilla, en el camino nos encontramos a Lila y Ara, vecinas que fungirían como la segunda escrutadora y primera secretaria respectivamente de nuestra casilla, nos saludamos con emoción y alegría, de esas que se contagian porque a una le da esa sensación de participar, de habitar la comunidad, aunque sea insipiente o chiquita si ustedes quieren.

Llegamos en 2 minutos a la secundaria 4 en Santa María la Ribera, donde siempre se ponen las casillas básica y contigua con 560 electores aproximadamente cada una.  Bajamos todo, empecé el armado, desplegar mesas y sillas, ver el mejor acomodo del inmobiliario, cual si fuera paisajista; en eso llegaron las otras funcionarias, todas mujeres. Cuanto vimos ya eran 7:30 am, hora oficial para poder abrir todos los paquetes, contar boletas, armar urnas, montar la casita para  el voto libre y secreto. Sólo media hora para tales labores, imposible tener todo listo en ese tiempo (OJO AHÍ INE), por eso, casi a las ocho de la mañana, la gente se empezó a amontonar, no faltaron las personas que pensaban que, cual conspiración internacional, estábamos llenando las urnas de votos, en vez de estar en chinga armando todo: llenando actas, atendiendo a los representantes de partido,  y en esas se coló el canal 11 a grabarnos.

 Mientras tanto mi tercera escrutadora no llegó, era una joven que nunca conocí en los simulacros de votación,  y obvio no se presentó el día más importante, en cambio si tenía a dos señoras que pasaban los sesenta años bien dispuestas, esas doñitas me inspiraron mucho, porque no andaban llorando como yo: ¡aaay me va a tocar estar ahí todo el día! Esas mujeres servían a los procesos democráticos del país con más convicción que cualquiera de los cuarentones de mi generación.

Bueno, eran las 8:15 y el griterío se acomodaba afuera de la escuela, yo tenía que tomar la decisión de tomar a la primera suplemente, y le dije que si sabía su misión en el proceso, me dijo  que había impreso y leído el manual de funcionarios de casilla y que estaba lista. Era menudita doña Graciela, su cargo sería tercera escrutadora, es decir, organizar la fila durante la votación y ayudar a contar los votos locales una vez cerrada la casilla, no llevaba lunch, yo creo que la pobre pensó que no sería necesaria su presencia,  ella fue la primera en recibir a energúmenos que querían pasar ya, nada más porque los machines (así fue el caso) están acostumbrados a hacer lo que quieren y lanzar improperios; ella, la doñita, con toda la calma y su cuerpecito breve, los puso en orden, y pedía que sólo no faltaran el respeto. ¡Por qué no abren ya!, ¡qué no tomaron el curso pinches viejas!, ¡qué tanto están haciendo! gritaban las finísimas personas conciudadanas nuestras.

Yo traía ya la boca seca y la votación ni siquiera había empezado, a las 8:20 am miré al equipo y les dije que iba declarar inaugurada la jornada electoral, había ensayado mi perorata, al final ya ni me salió como me imaginaba, pero dije algo así: “siendo las 8:22 de la mañana del 2 de junio de 2024, declaro inaugurada la jornada electoral de la casilla x” pensé que estaba horrible mi discurso, y los reporteros merodeaban cual rémoras, sé que es la chamba de los colegas, pero a veces si se pasan.

Desde ese momento y hasta como a las 2 de la tarde no me senté para nada, cortar las 6 boletas de elecciones federales y locales de los cuadernillos numerados fue toda una monserga, no teníamos regla y lo hacíamos como podíamos, como presión adicional la cara de odio de la gente desesperada.

 Ya con una  afluencia regular de votantes las 6 funcionarias de casilla no paramos, dos de ellas pasaban los 60 años, otras 2 los 50 y la más jovencita era Anita con 24 años, emocionada pero muy nerviosa porque tuvo que cambiar su función, ahora era primer escrutadora y tenía que poner la tinta indeleble en el dedo, y eso no lo había practicado, decía con dulzura ¡si, si, si! , a todo lo que se le pedía, éramos, fuimos, un equipo bien poderoso.

Como a las 3 y media de la tarde bajó un poco la afluencia y pudimos tomar agua, ir al baño y tomar un respiro, nosotras aprovechamos para votar, cerca de las 4:30 los ciudadanos, las ciudadanas, empezaron a llegar de nuevo, claro, para ese entonces ya teníamos callo, ya nos habíamos organizado, todo fluía mejor; a mí me  dolía la espalda de estar medio encorvada cortando boletas, doña Graciela se sentó con culpa, ¡No me vayan a ver sentada!,  decía la mujer que tenía para las 6 de la tarde, casi 12 horas de pie.

La jornada fue tan nutrida que las otras funcionarias que contaban con experiencia me comentaron que nunca había estado así, aquello sin duda era una participación histórica, casi el 80% de nuestro padrón electoral votó, se miraba bien bonita la lista nominal casi toda llenita con el sello de VOTO.

En mi recuerdo queda la disposición de las vecinas y los vecinos para participar, eran en su mayoría personas adultas mayores que llegaban a votar con entusiasmo y júbilo, pocos jóvenes, aunque un muchachito me dijo – me puede decir todo lo que tengo que hacer, es que es mi primera vez- con una sonrisa lo guiamos todas como si fuéramos Virgilias del voto. 

Un señor que tenía un bastón de esos con banquito integrado, se sentó y  nos felicitó por nuestro trabajo: “¡Esto que ustedes hacen ahora es muy importante!, gracias por su trabajo, ya hubiera querido que en mis tiempos fueran los vecinos los que cuidaran mi voto, y mire, vamos a tener presidenta”; noté una lágrima escondida en la comisura de sus ojos.

También me hicieron el día las infancias que llegaban a “votar” con sus familiares, el padre le explicaba todo a la niña, “ahí en esa lista me buscan y aparece mi credencial, ahora me van a dar las boletas” cuánta emoción tenían esas caras infantiles, cuánta curiosidad, cuánto orgullo de sus madres y padres. Mi niña llegó con su papá a votar, al verme corrió a abrazarme, su visita y sonrisa me motivó, el cansancio se hizo menos.

Desde las 5:30 estaba muy pendiente del reloj, después de las 6 se cerraba la casilla, cual Cronos griego me volví guardiana del tiempo, a las 6 en punto cerramos la puerta y las personas votantes que estaban dentro, hicieron su ejercicio, con cara de alivio una señora me dijo: ¡apenitas llegué!

A partir de las 6 de la tarde empezamos a contar cerca de 2500 votos, trabajo extenuante para 6 personas que llevábamos 12 horas trabajando sin parar, (INE, OJO HAY QUE HACER DOS TURNOS DE FUNCIONARIOS DE CASILLA), había que contar, llenar actas, documentos, firmas, copias, sumar, restar votos nulos, armar los paquetes, desarmar la casilla, llenar papeles, incidencias, informes a los representantes de partidos y todo eso sin haber comido bien, yo me eché una torta de milanesa que me trajo Fede, mi compañero, mi hermana Tania llevó plátanos para todas.

A pesar de todo, mis doñitas no se quebraban, pero estaban bien cansadas, ningún cerebro funciona bien después de tanto esfuerzo, sin embargo ponían todo su empeño, estoicas para cumplir su misión;  la espalda me dolía como si estuviera embarazada, imaginaba sin querer, lo exhaustas que estaban esas mujeres;  como presidenta iba de una mesa a otra ayudando a contar votos y hacer los trámites correspondientes.

 Por ahí de las 8 de la noche el calor asfixiaba y los moscos empezaron atacarnos, mi boca estaba reseca y aunque  tomaba agua no se me quitaba. La vista cansada se conjugaba con la luz tenue de la secundaria donde montamos la casilla, tuvimos que sacar la lámpara del celular para no perder detalle. Sentía que Abigail, la empleada del INE local me presionaba con la mirada, Cris, trabajador del INE federal daba vueltas nervioso, diciendo, ¡cómo vamos presidenta!, yo le decía que todo bien, pero eran las 11 de la noche y nos faltaban  2 elecciones por contar y hacer el papeleo. El cierre de este maratón electoral terminó  a la una y media de la mañana, dentro de mi tupper, las bacterias cerraban su propia  jornada echando a perder  mis pepinos y zanahorias.

Yo sentía que apestaba, quise bañarme al llegar a casa donde mi compañero me esperaba, no pude, solo calenté un taco y me fui a la cama, no dormí bien porque mi cerebro seguía contando votos,  el dos de junio había pasado, a las seis de la mañana había que preparar a la niña para la escuela.

Fue hasta el final  de la jornada, cuando nos tomamos una foto como equipo de funcionarias, que caí en cuenta que la elección donde participé era histórica, se elegía a la primera mujer presidenta de México. Es tan importante el hito que nunca se ha elegido a ningún mujer en Norteamérica, ni siquiera en las universidades más importantes del país (UNAM, UAM, POLI, TEC ), ha habido una rectora, ¿se imaginan que los espacios más progres como las universidades, no haya ni por asomo un rompimiento de las cúpulas de poder controladas por los hombres?, en ese contexto ¿es poco alegrarse porque haya una mujer en la presidencia? a mi me parece que no.

La historia dirá que arrasó Claudia, pero también debe decir que ahí estuvimos personas como Ana, Lila, Ara, Graciela, Guadalupe y yo. Además, el drama se replicó en las 139 mil 356 casillas que pudieron instalarse; tengan por seguro que cuidamos los votos y los contamos con conciencia y corazón.

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