Sr. López
Hace mucho contaron a este menda el caso de unos papás que tenían cinco hijos, todos hombres, ya adolescentes, la piel de Judas cada uno: tremendos, maldosos, groseros, aficionados a la hierbita vaciladora y otras cosas que da pena repetir. Desesperados, fueron a consultar a un psicólogo que les recomendaron mucho, gran especialista en hijos de esa calaña, que los oyó con atención y les dijo que la solución a sus problemas era simple e infalible: -Cámbiense de casa y no les den la dirección -¡listo!
Usted seguramente alguna vez, vio ese número circense en el que un malabarista mueve varas sujetas al piso, sobre cada una de las cuales hay un plato girando. El chiste está en que no se le caiga ninguno.
Los jefes de Estado hacen eso. Su trabajo consiste en atender simultáneamente diversos asuntos, muchos asuntos, unos más graves que otros, tratando de que ninguno se le caiga. No es fácil. Lo hacen.
Lo hacen porque entre otras cosas, cuentan con una gran ventaja: a diferencia del malabarista, ellos tienen frente a cada vara a un responsable de cada plato, sus ministros, sus secretarios de Estado, que con los recursos del erario y plantillas de personal especializado, atienden la materia que les corresponde, la cartera bajo su responsabilidad.
Visto así, es fácil entender que la peor manera de gobernar, pase directo al fracaso, es la del gobernante individualista, que no delega, que no acepta discrepancia ni opinión contraria a la suya, que impone su voluntad en todo. A estos para su sorpresa, se les caen platos -muchos, pocos o todos-, dependiendo de la suerte… y los asuntos públicos jamás deben estar a la suerte.
La presidenta Sheinbaum, según todos los que han trabajado a sus órdenes, de ese pie no cojea, oye y considera las opiniones de sus colaboradores, toma decisiones escuchando. Su querido antecesor es al revés, por eso daba una en el clavo y ciento en la herradura (aparte de que no tiene muchas luces). Y esto, sin soslayar que parece que ya le va tomando gusto la abuelita Presidenta a imponer a trancas y barrancas sus decisiones. En fin, confiemos que sea porque la circunstancia la obliga. Ya sabremos.
Tampoco debe dejar de considerarse que la Presidenta recibió el gobierno con si no todos, sí muchos platos rotos, incluidos los programas sociales que se improvisaron e implementaron sin estudios ni reglas de operación, generando un colosal gasto que pronto o tarde, será insostenible (ya sin mencionar el millón de viejitos que no existen y cobran pensión).
Aparte, recibió un desastre financiero, que ha llevado a aplicar recortes al presupuesto del año que entra, en rubros que asusta vayan a contar con menos dinero como, entre otros, en salud (que disminuye el 12.2%), o en seguridad pública (el 42%, aunque parece que será solo del 36% el tijeretazo); y cualquiera pensaría que se puede gastar menos en todo, excepto en seguridad y salud. Ya ni modo.
Pero aunque usted no lo crea (diría don Ripley), no son esos los principales problemas que tiene doña Sheinbaum.
Ante un panorama nacional cuajado de problemas muy serios, ella está lidiando con la imagen que algunos muy destacados compañeritos de partido y muy conocidos legisladores, le hacen de fiel servidora del señor que dicen que está en Palenque (se solicita información).
Nada más un botón de muestra. Cuando se aprobó en la Cámara de Diputados -a las carreras-, el Presupuesto de Egresos del 2025, el jueves de la semana pasada, primer presupuesto de doña Sheinbaum, los tribunos cuatroteros, con mucho entusiasmo corearon a voz en cuello: ¡Es un honor estar con…!”; (ya sabe qué sigue, pero este junta palabras, juró no volver a escribir el nombre del que se fue, rima con salteador).
Abona a esa imagen de segundona, la intensa actividad política que desde Morena desarrolla el tal Andy, hijo del anterior arrimado en Palacio, del que ya se dice que va para Jefe de Gobierno de la capital del país, para luego ser Presidente de la república, aunque en caso de apuro o si se descuida la Presidenta, pues será su sucesor… qué tanto es tantito. Sea cierto, sea mentira, la mala noticia es que ya se dice en prensa de circulación nacional.
Ella lo sabe y si no lo supiera, que le avise alguien que la respete: en el ánimo de muchos de los gallardos integrantes de la raza de bronce, ella sigue obedeciendo al anterior mantenido en Palacio Nacional; no poca gente la ve como un títere que mangonea el papá de esos buenos muchachos, que no dejan de hacer las travesuras que hacían. Por eso fue tan exitosa la frase de Guadalupe Acosta Naranjo, cuando dijo que el 2 de junio, elegimos vicepresidenta (no es cita). Y nunca falta el lépero que dice que es la “chacha” de Palacio.
La importancia de esto no es el ego de la señora, sino que pierde autoridad y eso encona los problemas nacionales, aparte de que el patán que va a asumir la presidencia de los EEUU ya el próximo 20 de enero, si la cree débil, menos la respetará y menos va a bajarle a sus disparatadas amenazas y exigencias; ese tipo en principio, no respeta a las mujeres, a la poderosa e impecable Angela Merkel, siendo la jefa del Estado alemán, la dejó con la mano extendida, no se nos olvide.
Doña Sheinbaum no tiene que romper con su admirado mentor político, ni lo haría. Pero sí debe ir pensando muy en serio en dar un manotazo en el escritorio, por lo pronto, dejando de premiar y proteger a sus conspicuos amiguetes, como los fétidos Cuitláhuac García y el Rutilio Escandón que hace lamentar que no haya infierno, de veras.
Si la Presidenta no hace (¡pronto!), algo que le deje claro a la opinión pública (y a la publicada también), que ella y solo ella manda, para el 20 de enero habrá que abrocharnos los cinturones, porque el Trump más fácil va a creer que no tiene por qué tomarla en cuenta y que la puede mangonear.
Toca a la Presidenta y sus pocos leales, dar prisa a los trámites funerarios en proceso del gobierno que se fue, porque como suele suceder apesta mucho todo ‘corpore insepulto’.