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Comitecos de Corazón: Un legado de altruismo y fe que transforma vidas / Evocaciones

Comitecos de Corazón: Un legado de altruismo y fe que transforma vidas / Evocaciones
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Nadia Ruiz

En lo profundo de Comitán, Chiapas, en una comunidad donde la solidaridad y la fe han sido pilares de vida, surge una historia que demuestra que ayudar a los demás es un acto de amor capaz de cambiar vidas. Esta es la historia de “Comitecos de Corazón”, una asociación que nació del deseo de brindar apoyo a quienes más lo necesitan y que, con esfuerzo y dedicación, ha logrado impactar la vida de cientos de personas. 

Hace más de 15 años, Julio y Paola, una pareja con una profunda vocación de servicio, comenzaron a brindar apoyo a matrimonios en crisis dentro de su iglesia. A través de la fe y el acompañamiento espiritual, trabajaban con familias que enfrentaban dificultades como el alcoholismo, la infidelidad y la desintegración familiar. Sin embargo, pronto se dieron cuenta de que los problemas que aquejaban a la comunidad iban más allá de lo emocional y lo espiritual: muchas familias luchaban contra la pobreza extrema, la falta de acceso a medicamentos y la escasez de alimentos. 

Conmovidos por esta realidad, Julio y Paola, junto con otros miembros de su iglesia, decidieron crear un banco de alimentos llamado “El Buen Pastor”. Esta iniciativa, que comenzó con el objetivo de llevar despensas a familias necesitadas y visitar enfermos para ofrecer apoyo emocional y espiritual, se convirtió en un refugio para quienes no tenían a dónde acudir. En poco tiempo, la organización obtuvo su registro legal y se consolidó como un espacio de ayuda humanitaria. 

Sin embargo, con el paso del tiempo, la necesidad de ampliar el alcance del proyecto se hizo evidente. ¿Por qué limitarse solo a los alimentos cuando había tantas otras necesidades urgentes? Con esta inquietud en mente, decidieron transformar la organización en “Comitecos de Corazón”, un espacio que permitiera gestionar apoyos en distintas áreas como la educación, la salud, el bienestar de los adultos mayores y la asistencia integral a grupos vulnerables. Fue un paso decisivo que cambiaría el rumbo de la asociación y de la comunidad. 

Para Paola, el altruismo no es una labor reciente. Desde los 10 años, sentía un profundo deseo de ayudar a los demás. Recuerda cómo, con el poco dinero que tenía, compraba libretas, lápices y borradores para enseñar a leer y escribir a niños indígenas desplazados que llegaban a su comunidad. Junto con sus primos, organizaba actividades para llevar comida, juguetes y ropa a quienes más lo necesitaban. Su amor por el servicio la llevó, años después, a cruzarse en el camino de Julio, quien compartía esa misma pasión. Juntos, decidieron dedicar su vida a hacer el bien sin esperar nada a cambio. 

Hoy, “Comitecos de Corazón” se ha convertido en una organización clave en la región, llevando a cabo una gran variedad de programas de ayuda. Una de sus principales acciones es la realización de conferencias en secundarias, donde se detectan casos de jóvenes con problemas emocionales, brindándoles orientación y apoyo psicológico. También han implementado talleres para docentes y padres de familia, buscando fortalecer la educación emocional y fomentar un ambiente familiar más saludable. 

Además, la organización ha puesto especial énfasis en la atención a los adultos mayores. A través de visitas al asilo, los voluntarios llevan alegría a los abuelitos, organizando actividades recreativas como juegos de lotería, bailes con marimba y meriendas tradicionales con tamales, café y pastelitos. “Para muchos de ellos, estos encuentros son los momentos más felices del mes”, comenta Paola. “Verlos sonreír nos llena el alma”. 

Otro de los logros más significativos de la asociación ha sido la gestión de apoyos médicos. Han organizado campañas de salud visual, proporcionando lentes a personas con dificultades económicas, y han llevado a comunidades rurales brigadas de atención médica, incluyendo consultas odontológicas, cortes de cabello y atención de enfermería. Asimismo, han logrado un convenio con la empresa “Transportes Romo”, permitiendo que personas enfermas puedan viajar a la Ciudad de México para recibir tratamiento médico gratuito. 

Como parte de sus esfuerzos por brindar momentos de felicidad a los niños en situación vulnerable, “Comitecos de Corazón” también ha colaborado con Cinépolis, logrando que cientos de pequeños puedan disfrutar de funciones de cine sin costo alguno. “Para muchos de estos niños, es la primera vez que entran a un cine”, explica Julio. “Ver su emoción y escuchar sus risas nos motiva a seguir adelante”. 

El impacto de “Comitecos de Corazón” se refleja en las historias de las personas a quienes han ayudado, cuenta cómo la asociación el apoyó en un momento de desesperación. Muchas personas necesitan viajar y no todas cuentan con el dinero suficiente para poder trasladarse. Gracias a la gestión de la organización, lograron viajar a la Ciudad de México y recibir la ayuda que necesitan las personas. 

En el asilo de ancianos, también expresan su gratitud. Antes pasaban los días, pero ahora los esperan con ansias la visita de Julio y Paola. Se sienten querido y escuchados. Jugar lotería con ellos y bailar marimba los llena de ánimo y alegría. 

A pesar de su crecimiento, el camino de “Comitecos de Corazón” no ha sido fácil. La falta de recursos, la burocracia y la indiferencia de algunas autoridades han sido desafíos constantes. Sin embargo, la determinación de Julio y Paola ha sido inquebrantable., por ejemplo, la organización redobló esfuerzos, entregando despensas, equipo médico y brindando apoyo psicológico a distancia. Gracias a la colaboración de voluntarios y donantes, lograron asistir a cientos de personas en los momentos más difíciles. 

Para quienes deseen sumarse a esta causa, “Comitecos de Corazón” ofrece diversas formas de colaboración. Desde donaciones de alimentos y medicamentos hasta la participación como voluntario en alguna de sus actividades, cualquier ayuda es bienvenida. “No se necesita ser millonario para ayudar”, dice Paola. “A veces, una sonrisa, un abrazo o una hora de nuestro tiempo pueden cambiar la vida de alguien”. 

La historia de “Comitecos de Corazón” nos recuerda que, en un mundo donde a menudo prevalecen la indiferencia y la desigualdad, la solidaridad sigue siendo una de las herramientas más poderosas para construir una sociedad más justa y humana. Mientras haya alguien necesitado, esta organización continuará extendiendo su mano amiga, 

demostrando que la bondad y el amor son fuerzas capaces de transformar vidas. Y así, con cada gesto de ayuda y cada mano extendida, se fortalece la esperanza de un futuro más humano y compasivo. 

“Seguiremos trabajando con amor y fe”, concluye Paola. “Porque cada vida que tocamos, cada sonrisa que provocamos, nos recuerda por qué estamos aquí: para hacer de este mundo un lugar mejor”. 

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