
Guillermo Ochoa-Montalvo
Querida Ana Karen,
El acarreo del domingo a la Plaza de la Constitución con motivo de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer es lo de menos. Llevamos viendo esa práctica, casi desde hace un siglo.
El análisis del gobierno de Claudia Sheinbaum genera serias dudas sobre quién gobierna en realidad, ¿la presidenta Sheinbaum?, ¿Morena, la mafia de una izquierda populista golosa de Poder, el expresidente López, la delincuencia organizada, Trump, o quién? Porque las decisiones de unos no son validas por otros; y un día se aprueba una Reforma que al día siguiente se echa abajo como la de no reelección y el nepotismo que se eliminarán hasta el 2030 por la gracia de Monreal y Velasco..
Un día, el Güero del Norte amenaza con sus aranceles para después postergarlos y más tarde, dejarlos en pausa. Un día se defiende la soberanía nacional al tiempo que se justifican las acciones militares de Estados Unidos en el territorio nacional. Un día la postura respecto al Mayo Zambada es una, y al siguiente, se lanzan mensajes y mañaneras confusas y contradictorias. “Así como digo una cosa, digo la otra”, parece ser el signo de este gobierno.
De sus 100 compromisos aún seguimos en espera de resultados. Como lo señala el académico Carlos Pérez Ricart, del CIDE. “No hay antecedentes históricos recientes de un proceso de transición tan complejo, tan complicado en lo interno y en lo externo”. Dicho de otra manera: este gobierno no tiene ni pies ni cabeza.
Seguimos lidiando con los conflictos generados por el señor López al supeditarse a los mandatos de los cárteles del narcotráfico generando un histórico estado de violencia, inseguridad y miedo. Pulverizó y desapareció a los organismos autónomos representantes de la ciudadanía; controló mañosamente los procesos electorales maniatando al INE mediante la reducción del presupuesto y las reformas aprobadas por un Congreso moreno que ni lee ni entiende, sólo obedece.
Los conflictos heredados a la presidenta, se extienden y aún se mantienen en los rubros de la inseguridad que se reduce en el papel, pero no en la realidad. El desabasto de medicamentos es incuestionable; la pésima atención a pacientes en hospitales. Otra herencia nefasta son las universidades inauguradas sin programas, sin alumnos, sin maestros y muchas de ellas, sin construirse siquiera. Y la educación ideologizante, ni hablamos.
A ello, se agrega la complicada situación económica del país derivada de los elevados costos de los programas sociales cuyo impacto elevan la “popularidad” y “aceptación” de millones de mexicanos en su gobierno, pero al mismo tiempo, elevan la deuda pública que genera una gran dependencia en la toma de decisiones. La economía pende de un hilo, agravada con las locuras de Trump y de una reforma fiscal que está lejos de lograr una recaudación extensa e intensa debido a la elevada carga impositiva que inhibe el pago de impuesto e incrementa la evasión y la omisión; así como la desviación y fuga de recursos, indispensables para hacer frente a las necesidades y demandas de la población.
Las promesas del sexenio pasado respecto a la reducción del costo de gasolinas, diesel, energía eléctrica, generación de gasolinas, enviar a los militares a sus cuarteles, reducir la violencia, superar a Dinamarca en sus estándares de calidad en salud y educación; contar con un aeropuerto y una red ferroviaria de primer mundo; todo eso, se hizo humo bajo un sistema de corrupción histórico sin licitaciones públicas, sin rendición de cuentas. Ni siquiera el campo fue reactivado y el cierre de pequeñas y micro empresas dejó a millones de mexicano en el desempleo y el empleo informal.
Y para rematar, el señor López, le hereda absurdas reformas a la Constitución y la famosa tómbola que maniata de facto al poder judicial con las elecciones el próximo mes de junio que poco o nada le interesan a la ciudadanía, pero que se proclamarán como un “éxito de la democracia en México”.
A esa mala herencia del pasado, se enfrenta la presidenta Sheinbaum que fue desairada por Monreal, Velasco y Augusto al iniciar su discurso, y aunque todos le expresaron una disculpa pública a través de sus redes en X, esas son señales de ingobernabilidad y falta de liderazgo en la cúpula del Poder.
Desde la instalación del Congreso, surgido de las elecciones de junio del 2024, han entrado en vigor cambios en más de 60 artículos de la Carta Magna. La mitad se aprobaron con López Obrador pero, en conjunto, se trata de una reestructuración de partes importantes del Estado mexicano y de una ambiciosa y obscena concentración del poder. “No sé a dónde va a ir todo este caudal de poder”, dijo Pérez Ricart.
El horizonte del país es de pronóstico reservado. Lo mismo, podemos esperar un golpe de timón de parte de la presidenta Sheinbaum para recobrar la gobernabilidad, las instituciones perdidas, la democracia participativa, la paz; la seguridad mediante la persecución y encarcelamiento del crimen organizado sin “abrazos” o bien, su frase: “…nos coordinamos, colaboramos, pero nunca nos subordinamos”, se ampliará no sólo a la Estados Unidos sino también a la mafia nacional del poder.
Es bastante lo que nos queda deber la presidenta en estos meses de gobierno; sobre todo en la politización del poder judicial donde jueces y magistrados tendrán que participar en un proceso político lejano a sus habilidades y aspiraciones académicas. Ahora, se reformará la Constitución para armonizarla con las demandas de Estados Unidos en su “lucha contra el fentanilo”.
Si usted revisa los Cien Compromisos de Gobierno, apenas podrá palomear do o tres.
La evaluación seria, metódica y plural de su gobierno pone a la presidenta Sheinbaum en la lupa, alejados de cualquier fanatismo, no solamente para descubrir lo que no ha hecho, sino el por qué no le permiten gobernar a un país polarizado y tan dividido que no podrá avanzar si no se logra la unidad nacional recomponiendo su tejido social. Para ese análisis riguroso me recuerdo de esta frase: “La diferencia entre un ciego y un fanático es que el ciego sabe que no ve”.
En tanto, en Chiapas, se arrestan a 66 policías y autoridades locales por vínculos criminales dando señales de pacificación que algunos califican de simulación; pero como sea, ya se cuenta con el tránsito libre por las carreteras y un decidido impulso en los sectores de la salud, educación, cultura, campo y la seguridad pública de lo cual, ya da cuenta el gobernador Ramírez Aguilar.
En lo personal, las esperanzas puestas en los 100 Compromisos de Gobierno se van desvaneciendo. Sin embargo, si deseamos crecer como país, tendremos que aprender de la democracia participativa, de la social democracia, más que de la simple democracia representativa. El futuro que nos espera será en gran parte, responsabilidad de la ciudadanía participando con palabras, propuestas y organización como una cuestión de amor.
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