Sr. López
Le comenté hace años que don Armando, el abuelomaterno de este menda, militar de carrera, pertenecía al ejército federal, anduvo en la rebatiña de eso que llamamos Revolución y contaba que por alguna razón de estrategia o por olvido, su regimiento quedó meses en un polvoso pueblo de Coahuila y se relajó un poquito la disciplina militar no sólo por el calorón, sino porque no había qué hacer, mas que ir a misa de seis o al burdel. Como la misa duraba poco, no se podía platicar fumando, no había trago y solo viejitas, los soldados preferían ir a casa de la señora Chucha, donde aparte de los servicios acostumbrados en esos establecimientos, se servían comidas y por las noches, todas las noches, había baile acompañados al piano por doña Chucha, la propietaria, que tocaba valses, alegres polcas y algún chotis (la música moderna de entonces). Es el caso que como natural efecto de la cotidiana frecuencia, las relaciones entre algunos militares y señoras de las que ahí atendían, pasaron de lo estrictamente comercial al romance, lo que pronto causó problemas por negar las ya enamoradas, la parte sustancial de sus servicios a otros clientes, incluso llegando entre ellas a escenas de celos un poco violentas, aparte de pleitos a botellazos entre parroquianos y alguna balacera, lo que doña Chucha ya muy molesta, remedió metiéndole una bronca a sus pupilas que hubiera hecho llorar a un sargento, y con un letrero a la puerta de su negocio: “A nuestra distinguida clientela se informa: en esta casa todas las damas son putas”… decía el abuelo.
No sabe su texto servidor por qué vino a su memoria semejante cosa. En fin…
Algún sector de la sociedad esperaba que las filtraciones de la Guacamaya y el libro “El Rey del Cash”, iban a hacer cimbrar los cimientos patrios y parece que suponían que ahora sí, “de esta no se levanta el señor de Palacio”. Pues no.
Tal vez sea que se nos ha adormecido la capacidad de indignación, pues a resultas de tanto escándalo se insensibiliza la más patriótica piel. No le hago un resumen de los despelotes del actual gobierno federal para no aburrirlo pero funcionarios muy cercanos al Presidente y algunos de sus familiares, han incurrido en conductas que nos hacen recordar con ternura y nostalgia, escándalos como las toallas de Los Pinos de don Fox o la casa blanca de la esposa de don Quique Copete, que son juegos de nenes comparados con las compras por adjudicación directa de este gobierno o las obras de presupuesto infinito de Dos Bocas y el trenecito maya, que significan miles y miles de millones de dólares, para ni mencionar, sería rudeza innecesaria, que a nadie lo hace alzar ni tantito una ceja, que el Presidente de la república viva en Palacio Nacional con servidumbre de virrey y un costo sideral; muy su gusto y nosotros los del peladaje, no debemos ser díscolos. La envidia es pecado feo… e inútil.
Otra cosa que antes de suceder parecía impensable, a la que no se hubieran atrevido Díaz Ordaz, Echeverría ni López Portillo, presidentes de esos tiempos de la presidencia imperial, es la delegación de responsabilidades que esta administración federal asignó a nuestras fuerzas armadas. Ignora el del teclado si eso sea “militarizar” al país, pero sabe que sí es militarizar funciones civiles mucho más allá de lo legal, pues supuestamente, según el artículo 129 la Constitución: “En tiempo de paz, ninguna autoridad militar puede ejercer más funciones que las que tengan exacta conexión con la disciplina militar”. ¿Sí?, pues fíjese que no.
Este Presidente ha asignado a las fuerzas armadas la construcción de 2,700 sucursales del Banco del Bienestar; de los tramos 1, 5, 6 y 7 del Tren Maya; del Aeropuerto Felipe Ángeles y el de Tulum; de los cuarteles para la Guardia Nacional; la remodelación de 32 hospitales; la administración de los aeropuertos de la Ciudad de México, del Felipe Ángeles, el de Chetumal, Quintana Roo y el de Palenque, Chiapas.Aparte, la distribución de vacunas contra el Covid-19; el combate al huachicol; la vigilancia y control migratorio de las fronteras norte y sur y en el aeropuerto de la CdMx; la entrega de libros de texto gratuitos; apoyo al programa Sembrando Vida; vigilancia a la entrega de recursos de programas sociales; el traslado de mercancía del “Tianguis del Bienestar”; limpieza del sargazo en Quintana Roo; distribución y entrega de medicamentos; custodia de pipas de Pemex; y la administración y control de las aduanas marítimas y terrestres.
Ninguna de estas funciones tiene “exacta conexión con la disciplina militar”… ¿y?, sí, ¿y?… nuestros aguerridos legisladores de oposición se rasgan las vestiduras por la ineludible ampliación del plazo CONSTITUCIONAL en que las fuerzas armadas intervienen en la seguridad pública (que aprobaron,porque la aprobaron por casi unanimidad), pero nadie parece darse cuenta de todas las otras funciones que ilegalmente desempeñan el ejército y la marina armada.
Para el tenochca ilustrado que se preocupa porque el futuro nacional estará en manos de los militares, le recuerdo que igual que acataron las órdenes presidenciales para meterse a tanta cosa que no les toca y es contra la Constitución, igual obedeceráncuando el próximo Ejecutivo les ordene entregar a mandos civiles todo ese berenjenal administrativo que no les corresponde y les está creando problemas dentro de sus propias filas porque ahora hay mandos haciendo de administradores tras sus escritorios llenándose de dinero los bolsillos y otros en el campo poniendo el pecho a las balas. Y oiga usted, no es parejo.
Y por si piensa usted que este gobierno dejará todo atado y bien atado con modificaciones constitucionales para que no haya marcha atrás, ni se apure: el siguiente Presidente (a), mandará a su vez todas las reformas que quiera hacerle a la Constitución y veremos a nuestros legisladores aprobando con o sin sombrerazos, pero aprobando… ¡ah! ya recordó este menda porque vino a su memoria lo de la casa de doña Chucha, sí, los opositores, todos… o casi.