CARTA A MARIANA, DONDE SE RECONOCE LO QUE ES DEL CÉSAR Y LO QUE ES DE HÉCTOR (III) / ARENILLA
Querida Mariana: te comenté que la ficha biográfica mínima de mi amigo Héctor Cortés Mandujano dice que “más de una veintena de sus obras de teatro se han puesto en escena”. Héctor escribe teatro, dirige teatro, hace teatro, es un teatrero completo. No sé si de niño jugó, como muchos de mis amigos, a presentar teatro en el sitio de la casa. Tengo amigos que improvisaban un escenario y telón, cobraban cinco centavos la entrada (los espectadores debían llevar su silla plegable) y, como lo habían visto en algún momento, salían a anunciar: “¡tercera llamada, tercera, comenzamos!” Claudia decía que era como en la misa, había primer repique y segundo repique antes del inicio de la función.
Ya te conté que a mí me gusta el teatro. En una ocasión actué y trepé al escenario del auditorio de la Casa de la Cultura y supe lo que era ese nervio inicial que, cuentan los grandes actores, siempre está presente, pero que se diluye en cuanto estás actuando con la luz de los reflectores. Una vez, también, dirigí a un grupo de muchachos y muchachas preparatorianos en una obra de teatro. Me gusta el teatro, pero casi no voy, porque en el pueblo la actividad teatral es escasa y, ahora con esto de la pandemia, me resisto a entrar a lugares cerrados. Pero lo que sí hago, y he hecho toda la vida, es leer obras de teatro. Me encanta. Por esto, ahora disfruto enormidades y agradezco la bendición de tener en el buró la obra escrita por nuestro autor chiapaneco: “Al lado de una tumba abierta (comedia oscura en un acto)”, de la Editorial Tifón. No sé si esta obra ya la pusieron en escena, pero en mi imaginación ya se presentó en forma precisa. Es el privilegio que tenemos los lectores. La obra de mi amigo Héctor me encantó, tenés que verla (leerla, pues). Sólo para que mirés el talento del dramaturgo chiapaneco y te quedés picada te pasaré copia de la primera página, donde está la relación de los personajes con sus características: Delfina (solterona), Susana (sobrina), Rita (amiga), Robbie (gay) y Charrito (fantasma). Ya con esto podés imaginar la riqueza de la trama. Luego viene la primera acotación que dice así: “Las tres mujeres desayunan en silencio; Rita, ensimismada, está viendo algo en su celular o mandando mensajes; Susana parece abúlica, triste; Delfina las ve de reojo, parece inquieta. La escena es larga, antes de que comiencen a hablar”.
¿A poco no es sensacional la propuesta? Mi maestro de cuento, el recordado Rayo Macoy, siempre insistía en un elemento que todo escritor debe poseer: la malicia literaria. Héctor, curtido en la brega durante muchos años posee un colmillo retorcido, sabe cómo llamar la atención del lector o lectora y de ahí no soltarlos. ¿Se te antoja ver esta obra, leerla? Mirá cómo comienza la acción: Delfina dice: “No sé si sea buen momento, pero debo decirlo: me voy a suicidar”.
La frase es contundente, inusual, enigmática. Es un inicio sensacional que detona toda la obra. ¿Qué responden Susana y Rita? ¿Qué pitos toca Robbie (sin albur)? ¿Cuál es la participación del fantasma Charrito?
La novela se lee por poquitos. Son pocos los lectores que se chutan una novela de una sentada. ¿La obra de teatro? Exige que se lea de una sentada, porque es como si asistieras al teatro y te dejaras seducir por la puesta en escena. Hay obras en un acto y en varios, pero todas se terminan de ver en una sentada; es decir, entrás al teatro y al salir llevás toda la trama en tu espíritu. Por eso, el teatro tiene cierta semejanza con el cuento. ¿Recordás lo que dijo Poe acerca del cuento? Los que saben dicen que el cuento se lee de una sentada, lo mismo que el teatro. Por eso, ambos géneros son precisos, contundentes, deben llamar la atención desde el principio y no soltar la atención del lector hasta llegar al desenlace. La obra de Héctor es redonda. Esta obra de teatro logró mantener mi atención desde la línea inicial.
¿Cuántas personas en la vida real anuncian su suicidio con la frialdad que lo hace Delfina? Incluso, pienso, pocos personajes ficticios tienen tal sangre fría. ¿Cómo concluye la obra? Ah, para saberlo te recomiendo la lectura de la obra de Héctor o que asistás a su representación cuando se dé.
Posdata: me gusta leer poesía, novelas, cuentos y teatro. Me encanta leer teatro y cuentos, porque se leen de una sentada.
¡Tzatz Comitán!