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CARTA A MARIANA, CON UNA NOTICIA SENSACIONAL / ARENILLA

CARTA A MARIANA, CON UNA NOTICIA SENSACIONAL / ARENILLA
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Querida Mariana: ¿ya viste la invitación? La recibí en el celular. Me dio mucho gusto. Hoy, a las once de la mañana (te escribo a las siete y media), el escritor Enrique Orozco González recibirá un homenaje en la ciudad de Tapachula, teatro que lleva el nombre de la gran cantante Amparo Montes. Ah, en una ocasión, con Arturo fui a la Cueva de Amparo Montes, en la Ciudad de México, a tomar unos tragos. Fue una noche inolvidable. Doña Amparo cantaba en forma sensacional, orgullo de Chiapas, como también lo es mi amigo Enrique Orozco.
Me dio mucho gusto recibir la invitación, saber que NODO, Colectivo Cultural, el valor del talento, reconoce la genialidad de Enrique.
Debo ser honesto, con Enrique sólo hemos coincidido en dos ocasiones, una en Villaflores y otra en Tuxtla Gutiérrez, en una feria del libro organizada por la UNACH, pero es mi amigo, porque siempre nos prodigamos afecto y, además, lo leo en forma frecuente en redes sociales, y coincido plenamente con lo que la invitación expresa: es Cuentero Mayor, por supuesto que sí. Enrique tiene un talento especial para narrar. Su mirada es atenta, es la de un pájaro que desde lo alto tiene la posibilidad de observar lo que pasa a ras de suelo. Su altura de miras le permite hallar la sutileza de las historias de vida y, particularidad de su narrativa, los detalles simpáticos de los que está rodeado incluso el más formal de los instantes.
Vos sabés que siempre pregono lo que Roald Dahl manifestó: un cuento debe atrapar al lector y nunca aburrirlo. La literatura de Enrique cumple a cabalidad con ese precepto. Siempre que hallo un texto de Enrique asoma un sonrisa en mi espíritu, sé que hallaré una historia simpática, que demuestra la faceta inteligente de la vida, porque (ya lo han dicho los grandes sabios) los seres inteligentes siempre sonríen, siempre toman la vida como es: un espacio que se burla de todo, de todos.
La literatura de Enrique contiene los valores esenciales del ser mexicano: desde la idea de que todo nos vale madre, pasando por la certeza de que hasta de la muerte nos burlamos, hasta la concepción de que somos parte ínfima de la naturaleza, pero que vencemos grandes retos.
Ayer vi la declaración del cantante Miguel Bosé a propósito de un desagradable encuentro con asaltantes, pero que la tragedia se convirtió en algo surreal cuando uno de los delincuentes lo reconoció y le dijo que era su fan y luego la solicitud de tomarse la selfie. Hace muchísimos años le sucedió lo mismo a Chabelo (en paz descanse), un asaltante lo encañonó en el Viaducto y al reconocerlo le dijo que siguiera su camino, no podía agredir a quien lo había hecho tan feliz de niño. De esta máscara estamos hechos en el país. Enrique, en medio del dolor, de la violencia de estos tiempos, nos regala una hendija por donde vemos al verdadero espíritu mexicano. Siempre sonrío ante su narrativa.
Él es un hombre bueno, es la persona que en medio de los escombros de la guerra ve cómo nace una flor y nos la entrega con una sonrisa; y cuando la flor se seca, él la coloca en medio de las páginas de un libro y nos entrega el libro.
Me dio mucho gusto recibir la invitación, saber que en Tapachula reconocen el genio de Enrique, “miembro de la Rial Academia de la Lengua Fraylescana y de la Fraternidad Bajo el Palo de Mango”.
Posdata: que el Cuentero Mayor del Universo siga dando luz a este hombre tan chingón. ¡Felicidades!
¡Tzatz Comitán!

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