Querida Mariana: te envío una foto impresionante, uso el término impresionante porque cada vez que camino por esa esquina me impresiona la majestuosidad de la historia. Angelita Cantoral Gómez me contó parte de esa historia, sólo una parte, porque es enorme.
A ver, ¿ya identificaste la esquina? En Comitán, los pícaros llaman a esta confluencia “Las cuatro ches”, y, de inmediato sueltan los cuatro apodos de los propietarios, que ya no existen.
Pero a mí, más que ese detalle simpático cultural, me impresiona la fecha de esta casa, porque cuando en Comitán se construía esta casa (ahí están las fechas de inicio y de término) el mundo vivía la tremenda Segunda Guerra Mundial. En Europa, los bombardeos destrozaban casas, todo quedaba en rescoldos, las casas se desgajaban como granadas, todo era un tiradero de ladrillos. En nuestro pueblo, qué hermoso, los ladrillos se iban colocando para dar forma a esa maravillosa celosía de la parte superior.
La fecha de inicio es diciembre 1944 y la fecha de término de construcción es julio 1945. Ocho meses llevó la construcción de la casa propiedad del señor cuyas iniciales están colocadas en la parte inferior de ese recordatorio: R. G.
La casa de la que más se habla en la ciudad es la que está enfrente, porque fue la casa donde nació la cronista vitalicia de Comitán, Doña Lolita Albores. Pero esta casa, la de R. G. también tiene su historia y la nieta de R. G. me contó un cachito, un fragmento, de esa luminosa historia. Y digo luminosa porque es producto de una familia muy chambeadora. En los años 60 del siglo XX, los comitecos llegaban a comprar en la que fue llamada Tienda de Doña Hermila Coronado, quien fue esposa de R. G. (Don Reinaldo Gómez). ¿Hermila Coronado? Sí, así la conocía todo mundo de acá, aun cuando Coronado no era su apellido, porque el verdadero nombre de la abuela de Angelita es Hermila Solís Rovelo. ¿Por qué entonces todo Comitán le decía Hermila Coronado y ella misma así se reconocía? La historia es sencilla, pero habla de la forma en que el pueblo hacía asociaciones para dar sobrenombres a los comitecos y comitecas. Los papás de Doña Hermila vendían coronas de flores en el mercado Primero de Mayo, así que la hija fue conocida como La Coronado y de ahí en adelante se hizo la historia.
Doña Hermila y Don Reinaldo fueron tan chambeadores que la paguita rindió, rindió para comprar los terrenos aledaños, mientras en Europa los terrenos se llenaban de polvo por los destrozos, en el territorio de estos comerciantes, los terrenos se llenaban de polvo por las construcciones que mandaban a hacer. Con una excepción, la casa de Doña Seráfica y de Don Ramiro Gamboa, quien tenía una Armería; es decir, vendía armas y municiones y que estaba justo frente al desagüe a mitad de la calle, todas las demás casas fueron propiedad de Doña Hermila y del famoso R. G., hasta llegar a la famosísima casa Del cantarito. Angelita cuenta que muchos chavos quisieron quebrar el cantarito, algunas personas decían que estaba lleno de monedas de oro, en realidad nunca lograron quebrarlo, quien camina por ahí puede ver ese cantarito, que está lleno de cemento.
Doña Hermila y Don Reinaldo, gracias a que fueron muy chambeadores, lograron hacer mucha paguita, compraron toda esta lateral de una manzana, más otra inmensa casa en la manzana de enfrente, más muchas más y dos ranchos, uno que estaba delante de Campana y se que se llama La Florida, pero que entre la familia tuvo un nombre más cercano: El Chicozapotal, porque Angelita dice que había árboles de chicozapote para regalar; el otro ranchito está al lado de la carretera que va de Comitán a la prodigiosa La Trinitaria, se llama San Rafael. A veces paso por ahí y veo la capilla que mandaron construir y que está dedicada al santo con ese nombre. R. G. fue a comprar a la Ciudad de México la imagen de bulto del santo. De acuerdo con el testimonio de Angelita, sus abuelos fueron muy católicos y generosos, porque, dice Angelita, el terreno donde está construido el templo de La Candelaria fue donado por R. G.
¿Y qué vendían en la tienda de Doña Hermila Coronado? ¡De todo! De todo, dice Angelita y da una relación extensa de productos: lazo, maíz, frijol, pan, tabaco, harina, azúcar, sal colorada, panela, galletas, diversa latería y más, mucho más.
¡Qué Walmart ni qué Aurrerá! En ese tiempo, muchos compradores encontraban todo lo que necesitaban en la tienda de Doña Hermila Coronado.
Posdata: entré a esa tienda en una o dos ocasiones, era un patio enorme, arriba y abajo había bodegas. Hoy la recuerdo como una de esas casas españolas u hostales de tiempo de El Quijote. Mientras la guerra hacía estragos en Europa, en Comitán la gente seguía trabajando y cumpliendo sus sueños.
¡Tzatz Comitán!
0
0