Querida Mariana: un día de estos (¿en junio de 2023?), recibimos la ingrata noticia del fallecimiento de Hugo Trujillo Fritz. En el pueblo fue más conocido como Hugo Fritz, porque este apellido es menos común que el Trujillo. Hugo fue todo un relevante personaje. Cuando falleció laboraba en el programa Sembrando Vida, fue un comprometido de la izquierda, apasionado de sus ideas. Lo cierto es que él sembraba vida con la esperanza de un México mejor. Fue tan relevante que una mañana del siglo anterior fue nota principal en los diarios nacionales, la prensa decía que Hugo Fritz era el Subcomandante Marcos, ¿mirás la relevancia de la declaración? Al rato, todo mundo reculó y dijo: dispense’sté, Hugo es Hugo y Marcos es Sebastián, y ya se supo la verdadera identidad del Sub, quien, sus allegados deben saberlo, debió expresar un sentimiento especial al conocer la muerte de Fritz. Por cierto, ¿qué sabés del Subcomandante?
Vos y yo platicamos el día que nos enteramos del fallecimiento de Hugo. Sin que físicamente lo conocieras te afectó su deceso. ¿Cómo no? Hugo te escribió tres cartas, ¡tres cartas! Carajo, un verdadero privilegio para vos. Un personaje de tal relevancia te escribió. Bueno, Hugo venía del tiempo en que se escribían cartas, venía de la misma senda del Sub, quien escribía cartas que fueron leídas en todo el mundo, las escribía desde un lugar de la selva. Hugo te escribió desde la selva de asfalto. ¿Imaginás el honor? Un hombre comprometido con su trabajo destinó minutos para escribirte a vos. Uf. Sí, se murió un gran personaje. Sus amigos deberán aportar testimonios para ir armando la biografía de Hugo, el del cabello largo, el del cabello blanco, el de las ideas revolucionarias. Yo quiero pensar que su militancia comenzó desde que anduvo con los chavos cercanos al padre Joel en Comitán. A pesar de que en algún momento (El Peje también hizo lo mismo) fue integrante del PRI, pronto se dio cuenta que su pensamiento, su corazón y su espíritu estaba con la izquierda. Falta reunir testimonios para saber los caminos por donde Hugo caminó hasta llegar a ser funcionario de la cuarta transformación.
En marzo de 2018 Hugo te escribió la tercera carta. En esta carta te dice: “ha pasado mucho tiempo desde que te escribí la última vez” y te reclama porque jamás ha leído una carta tuya que dé respuesta a las que te envío: “¿por qué Mariana nunca ha escrito nada, ni siquiera una respuesta a tan insistente escritor? No puede ser, hay algo que anda muy mal”. Pero luego, líneas más adelante justificó tu silencio: “Imagino que platican intensamente, de todo, en esos momentos solos (a menos que también los acompañe la amiga Paty, su Paty de Alejandro, por cierto, una buena amiga). Deben pasear comiendo ricas paletas de Chimbo o de Nanche, recorriendo la ciudad y desde luego criticando a los que pasan o los letreros que ven y riéndose a todas sus anchas. ¡Qué dichosos son ustedes, me dije!”
Qué documento tan bello, tan lleno de gracia. Acá está el pensamiento de Hugo, hay una nostalgia hermosa por su pueblo, por Comitán. Recordó las paletas de nanche, paletas que, entiendo, cada vez son más escasas en el pueblo.
Pero luego arremetió contra vos, si bien no le respondés a Alejandro, ¿por qué fregados no le has dado respuesta a las dos anteriores cartas que te escribió? “Recuerdo que mi abuelita me decía <qué ingrato sos, te escribo y vos nunca me contestás< Ella siempre me escribía cuando yo estudiaba en la Ciudad de México y sólo una vez le contesté. Ella me decía que no sabía escribir, pero siempre hacía el esfuerzo de hacerlo. Antes, escribir cartas era una manera de comunicarnos con los seres que extrañábamos, era una forma de decirles a ellos que los recordábamos”.
Ah, ya me enterneció el relato del buen Fritz. Para qué insisto, vos sabés que sus cartas son ahora ya un tesoro para nuestra colectividad, ahí está el sentimiento de alguien que labró una historia de rebeldía, deseaba una mejor sociedad.
¿Recordás cómo se despidió? En la posdata escribió: “Ojalá podamos saludarnos esta Semana Santa, allá donde quedó mi mushuc”.
Posdata: ah, el gran Hugo. Descanse en paz.
¡Tzatz Comitán!
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