Querida Mariana: sabés que presenté mi más reciente librincillo. Lo hice en el auditorio de la Casa de la Cultura, a invitación expresa de mi querido amigo el poeta Arbey Rivera. Lo hice en el festejo del cumpleaños 48 de esa institución cultural.
Sabés que soy el Woody Allen de la literatura comiteca. Me he propuesto que, así como él presenta una película cada año, yo presento un librito. A veces es una novela breve, a veces es un libro de cuentos, el del 2023 fue un librincillo con textos poéticos, que tiene el siguiente título: “Palabras que toman café”.
Te comparto el textillo que leí un poco después de las cinco de la tarde del 12 de octubre de 2023. ‘Ora raza.
“Buena tarde. Agradezco la presencia de cada uno de ustedes; asimismo agradezco la invitación que me hizo el director del Centro Cultural Rosario Castellanos, mi querido amigo el poeta Arbey Rivera, para unirme al festejo de esta institución, que le hace mucho bien al pueblo de Comitán y de la región.
“Presento un libro con textos poéticos. ¡Qué atrevimiento! No soy poeta y tengo la osadía de escribir prosa poética. Me asumo narrador, escribo cuentos, novelas breves y ensayos ligeros, ligerísimos, pero a veces me trepo al árbol de la creación y descuelgo frutos que no tienen la estructura de un texto narrativo.
“¿Cómo llamar a esos frutos que no son manzanas ni duraznos? Son frutos híbridos, huelen a lima, pero saben a… no sé a qué saben. Tal vez algún lector o lectora pueda descubrir el sabor.
“¿Y cuál es la novedad? Tal vez sirva de algo compartir con ustedes el proceso de creación de estos textillos.
“A veces, algunos amigos se acercan y me preguntan cómo es mi proceso de escritura. Ahora compartiré con ustedes cómo nació este chorizo de textos.
“Una tarde tomé una antología con poemas de grandes poetas mexicanos. Lo abrí al azar y comencé a leer el poema de una fulana de tal. El poema es muy bello, de pronto, sin tener mucha conciencia de ello, una línea brincó a mi mente, una línea que no estaba en el poema. Cerré el libro, escribí la línea que había asomado y seguí escribiendo. Diez o doce líneas después ya tenía un textillo mío. Me gustó el jueguito, las palabras brincaban la cuerda en forma libre.
“Al siguiente día volví a tomar el libro, lo abrí, leí el poema de un famoso sutano y de igual manera en algún momento me brincó una línea que no estaba en el texto. Cerré el libro e hice lo que ustedes ya saben. Después de varios minutos y algunos borrones dije que ya estaba listo el textillo número dos.
“Así conseguí un chorizo de textitos. Cuando Arbey me invitó a participar en esta fiesta del arte, acepté, agradecí el honor y dije que le pediría a mi amiga Fer Zanahoria que hiciera un tiraje de libros artesanales. Acá están los ejemplares. No hay más. Es un tiraje limitado, pero infinito.
“Como ya se dieron cuenta, este libro contiene divertimentos. Si me atrevo a llamarlos textos poéticos es porque su madre putativa es la poesía. Valga pues la osadía. La palabra es como canica, rueda y sirve para jugar. Comparto uno de estos textos y me callo. Gracias.
“SEAN ILUMINADOS
“Sean iluminados los que aman el mar e ignoran las estrellas; los que suspenden la jornada y lloran la vida en vida. Sean benditos los que asoman a la ventana del hastío y corren tras la madrugada en celo. Sean bienaventurados los que alimentan la esperanza con migas, los que meten la mano en alcantarillas y sacan azucenas limpias. Sean iluminados quienes pasan de la niebla a la luz sin mancharse el plumaje. Bienaventurados los que de la pesadilla hacen un cuento de hadas, los que usan la palabra como cuchillo y cortan las oraciones que de los labios penden. Sean tardes infinitas quienes siembran gajos de aire, los que regresan fracasados y se recuestan en hamacas para hacerse viento. Sean ríos eternos quienes pasan de un ojo a otro sin husmear en miradas ajenas, los que se creen ciudades, los que son adictos al cielo. Sean quietud los atolondrados; sean misterio quienes son espejo. Benditos sean los iluminados, los que levantan un pie y abandonan la estatua”.
Posdata: leí y no me callé, porque Arbey pidió que leyera otros dos textitos. Como son textos breves lo hice con gusto. Siempre me preocupa que la audiencia se fastidie. En realidad, la mayoría de personas que asistieron estaban ahí porque después de la presentación del libro, sus hijos, nietos, ahijados, participarían en un concierto de guitarras. Al final, Arbey propuso dos dinámicas, quienes resultaron elegidos obtuvieron un librincillo con mi firma. La Fer Zanahoria hizo seis ejemplares. La edición está agotada. Pucha, soy un best seller. Así cumplí.
¡Tzatz Comitán!