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CARTA A MARIANA, CON MONEDAS DE ORO / ARENILLA

CARTA A MARIANA, CON MONEDAS DE ORO / ARENILLA
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Querida Mariana: tal vez has escuchado el dicho: “No soy monedita de oro”, se dice al expresar que no todo mundo cae bien con todo mundo. Si fuéramos moneda de oro, todo mundo nos estaría buscando, siguiendo. Bueno, ese dicho ya se modificó, de acuerdo con la tendencia actual, ahora se dice: “No soy Barbie”, porque, ¡Dios mío!, ahora todo mundo anda trepado en el tren rosa, bueno, con decir que ahora los niños piensan que la Pantera Rosa lo es para estar en la onda Barbie.
Esta avalancha cultural la propicia el estreno de la película Barbie que se exhibe en cientos de salas cinematográficas, acto que está acuerpado con una campaña intensa de comercialización, porque los cineastas no sólo pagan por ver la cinta, sino que también adquieren productos relacionados con el personaje.
Como todos los productos culturales, éste conlleva aspectos positivos y negativos, es motivo de controversia. Recuerdo un día que mi sobrina Pau, hace años, encontró en el árbol de navidad una muñeca Barbie, ella abrió la caja y cuando tuvo en sus manos la muñeca dijo: “Yo no se la pedí a Santa”. Pucha, cualquier niña habría pegado de brincos al tener la codiciada muñeca, pero mi sobrina la recibió diciendo que no había sido su deseo.
Ahora que recordé eso, llegó a mi mente el comentario de Gabriel cuando me vio comprando la revista Playboy con Don Rami Ruiz: “a mí no me gustan esas mujeres, nunca estaré cerca de una de ellas”, y me enseñó la revista que él compraba, una revista mexicana, con muchachas que estaban lejos de esos estándares de belleza norteamericana.
La Barbie nos llegó desde los Estados Unidos de Norteamérica, es una muñeca que representa el ideal de belleza sajona. Ahora entré al Internet para ver la fecha del nacimiento de Barbie. Ella nació dos años después de mi nacimiento: 1959. Desde entonces ha llegado a todo el mundo e ilusionado a niñas de varias generaciones. Digo esto porque las niñas fifís de mi generación ya comenzaron a emocionarse con esa muñeca. Como en Comitán no había televisión no estábamos tan sujetos a esa avalancha de mercadotecnia, pero poco a poco se intensificó el impacto comercial.
Ahora, en 2023 aparece este tsunami que ha arrastrado a todos, porque ya no es sólo un fenómeno que afecta a las niñas y a los niños que les gusta jugar con muñecas, ¡no!, ahora también muchos adultos han trepado a esta nube. Es comprensible. Ya dije que los niños y niñas de mi generación crecieron conociendo la historia de Barbie, ahora, esas niñas ya son abuelas y las hijas y las nietas han recibido también ese influjo. ¿Mirás? Estoy hablando de tres generaciones de mujeres que han sido marcadas con esa marca.
Si antes hubo chicas “totalmente Palacio”, ahora medio mundo es “totalmente Barbie”. El otro día vi una fotografía donde un señor llegó al cine con una falda rosa, en solidaridad con su hija. Esto generó muchos comentarios, a favor y en contra. El machismo sufrió un golpe bajo. Este fenómeno cultural ha eliminado el cliché donde el color azul era para los varoncitos y el color rosa era para las hembritas. Hoy, los varones también se visten de color rosa y visten faldas, como si fueran escoceses. Hay una apertura que rompe tabúes.
Cuando fui niño estaba mal visto que los niños jugaran con muñecas, los roles estaban bien definidos; no obstante, a veces, las niñas nos invitaban a jugar comidita e íbamos a cortar hojas y con una corcholata (de las de antes, no las actuales) cortábamos círculos con bordes simpáticos, esas eran las tortillas, jugábamos a la comidita. Ahora, algunos adultos juegan con sus hijas, juegan a ser Barbies.
Posdata: la Barbie seguirá siendo un modelo que no es autóctono, la Barbie seguirá siendo un arquetipo de la belleza norteamericana, con la cabellera rubia y la piel blanca, muy lejos de nuestra raza, pero es una muñeca que ha roto paradigmas absurdos.
Ah, quién fuera Barbie, para caer bien con todos.
¡Tzatz Comitán!

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