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Camino a la dictadura / A Estribor

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Juan Carlos Cal y Mayor

Comencemos por precisar que el presidente mexicano no tuvo el más mínimo pudor en reconocer el descomunal fraude de Nicolas Maduro en Venezuela a pesar que la enorme mayoría de las democracias del mundo desconocieron su elección. Cierra su mandato haciendo gala de su autoritarismo y destrozando todo el andamiaje constitucional para heredar a su sucesora un poder absoluto. Le hace el trabajo sucio abusando de la fe ciega de sus simpatizantes dispuestos a consentir cualquier decisión por absurda que parezca.

Por eso decidió consumar la extinción de la Suprema Corte dándole el tiro de gracia. No se trata de mejorarla sino de exterminarla tal y como la conocemos. Ya no contará la experiencia ni la especialización. Con eso de que los mexicanos andan muy distraídos viendo la casa de los famosos, la 4t va terminar de mandar al diablo a las instituciones que puedan representar el más mínimo estorbo a la monarquía de facto que hoy se hereda. Es un cheque en blanco para que Claudia pueda gobernar a su antojo y sin restricción ni limitación alguna.

La ruta ya la conocen los más conspicuos adeptos de la falacia socialista. En Cuba llevan 60 años en el poder y el chavismo-madurista va por los 30 a pesar de que Maduro no heredó la popularidad de Fidel. Evo Morales pelea por regresar a su quinto mandato y Lula gobierna Brasil para completar los 18 años con la dupla que hizo con Dilma Rousseff, salvo por el periodo de Bolsonaro. La izquierda no siente vergüenza después de que se la pasó criticando a Pinochet. En menos de dos semanas Maduro reprimió a más que Pinochet en 18 años. Si algo tiene la nueva izquierda es que ya no guarda siquiera las apariencias.

Al embajador Ken Salazar le contestaron como si fuera Milei. Parece que les tuviera sin cuidado lo que opine nuestro principal socio comercial que no ha hecho más que expresar la legítima preocupación por una reforma judicial que nos les inspira la más mínima confianza a sus inversionistas. Advierte desde ahora lo que expresan las calificadoras de riesgo y la prensa norteamericana. No es un asunto de soberanías sino de intereses que pueden ser afectados. Somos el paso de millones de migrantes y los principales traficantes de fentanilo. ¿Y así no quieren que opinen?

Estados Unidos enfrenta una guerra comercial con China y México es, se supone, un aliado estratégico y no se le debe tratar así. Más cuando existen graves problemas con la delincuencia y nuestro país no está haciendo nada para frenarla. Son la DEA y los tribunales americanos los que han tenido que capturar y procesar al Mayo Zambada o a García Luna ante la inacción de nuestras autoridades.

Lo mismo sucede con el éxodo migratorio completamente fuera de control por una política permisiva y completamente al margen de la ley que tolera el tráfico de personas que también controla el crimen organizado. No se les puede decir que no se metan cuando se acaban de llevar al Mayo Zambada. Cuando Trump amenazó con imponer aranceles a los productos mexicanos.

Eso dice la lógica, el sentido común, pero es lo que menos impera. Están dispuestos a todo. México está en franca decadencia. Les tiene sin cuidado que bloqueen la carretera México Puebla, una de las principales arterias del país sin importar las pérdidas millonarias y el desabasto. Muchos menos la parálisis del poder judicial por más multitudinarias que sean las marchas y por todas las consecuencias que puede implicar la inoperancia del aparato de justicia. En unos cuantos días destrozarán al poder judicial y ya se quedaron con el control absoluto del poder legislativo en ambas cámaras. Montesquieu estaría infartado, pero aquí no pasa nada.

Lo más doloroso no es que el sistema de salud sea un verdadero fracaso, que la educación sea un desastre y los megaproyectos una tomadura de pelo. Lo que verdaderamente lastima es la indolencia ante el sufrimiento de miles de personas víctimas de la violencia. El crimen se ha normalizado en un país que al mismo tiempo se ha militarizado. Ya no se sabe a quién temer, si a los delincuentes o los militares. La ausencia del estado de derecho es absoluta. La presencia de las autoridades para imponer y garantizar el orden es nula. Nos han robado la paz y la convivencia social. Tenemos más muertos que en Ucrania, pero millones de mexicanos resentidos siguen felices celebrando sus rencores y cobrando venganza aunque se lleven al país entre las patas.

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