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Bajo y barato / La Feria

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Sr. López

 

El papá de la abuela Elena (la del lado paterno-autleco, de los de Jalisco), era un señor de aquellos de mediados del siglo XIX, acostumbrados a que la justicia se ejercía por propia mano (eran los tiempos). El caballero hizo muchas y no pocas a mano limpia, pero en una ocasión -contaba la abuela-, para arreglar una diferencia de criterios acerca de la manera apropiada de cortejar a una de sus hermanas, se batió a pistola con un patán del pueblo, porque -contaba la abuela-, dijo que darle puñetazos era mancharse; el resultado fue un velorio anticipado en casa ajena… bueno, eran los tiempos (otro día le cuento del que mató por poner el sombrero en el clavo equivocado, otro día).

 

Con la penosa excepción del regateo babeante del C.Anaya, todos los candidatos a la presidencia de México, apoyaron sin cicaterías al Presidente Peña Nieto, por la contestada que le dio al Trump el jueves pasado. Este junta palabras lo dijo: cuando sí, sí, ni modo que no: muy bien por nuestro Presidente.

 

Un regusto amargo deja, sin embargo, que el sujeto del reclamo sea de la calaña de Trump, porque poner en su sitio a un señor serio, a un enemigo respetable, es otra cosa: es diferente cantárselas claras a un diplomático que a un gañán, no es lo mismo enfrentar a un caballero que a un palurdo, mente chata, como el Donald este.

 

Don Trump es la pesadilla de la clase política yanqui, de la diplomacia mundial y de su casa (ahí fíjese un día en la felicidad que brilla en la cara de su señora esposa).

 

La alusión del presidente Peña Nieto, dirigida al zafio Trump: “Si sus recientes declaraciones derivan de una frustración por asuntos de política interna, de sus leyes o de su Congreso, diríjase a ellos, no a los mexicanos”, es de una delicadeza digna de  diplomático del Vaticano. No es “una frustración”, es que nada le sale al tipo (con excepción de la reforma fiscal, que -encima-, poco a poco va entendiendo el pueblo yanqui, le va a causar estragos a los del peladaje y va a enriquecer más a los ricos, aparte de dejar el presupuesto de su nación colgado de hilos; los especialistas en esas cosas, vaticinan la bancarrota de los EUA).

 

Todo Trump es impresentable (sin meterse con su copete). En su primer año de gobierno ha dejado embarrada con varias grandes tortas de estiércol la fachada de la Casa Blanca:

 

Sus cotidianos tuits mañaneros permiten sospechar que tiene problemas de sueño, disfunciones íntimas o estreñimiento, porque, digo, a esas horas no se puede estar tan de malas, diario.

 

En todo su primer año, no ha dado ni una vez la razón a los servicios de inteligencia de su propio gobierno y se echó la puntada de compararlos con los del nazismo, cosa que se agravó con el despido fulminante del director del FBI, James B. Comey, porque lo corrió por los peores motivos (el mismo Comey compareció ante  el Congreso, y declaró no tener duda de que el Trump lo cesó por investigar la relación del gobierno ruso con sus muy cercanos y hasta su posible intervención en las elecciones).

 

Su manifiesto racismo, que nadie en sus cabales puede negar; nomás acuérdese que al referirse a Haití y África los llamó “países  de  mierda”.

 

Racismo más compromisos inconfesables, solo recuerde que cuando murió una mujer en la manifestación de agosto de 2017, en Charlottesville, Virginia, él  no se atrevió a criticar ni menos a reprobar, a los supremacistas  blancos, a esa fétida ultraderecha sureña que nomás no desaparece. Don Trump ha echado para atrás varias décadas de la historia de su país. ¡El Ku Klux Klan, vive!… ¡la lucha sigue y sigue!

 

Los gobernantes yanquis serán lo que usted quiera, pero como el Trump, pocos. Su ignorancia de cosas elementales no es tan grave, no está en la ley tener cultura general, pero que haga alarde de eso, de palurdo, sí es llamativo: apenas en noviembre pasado, en su gira por Japón, soltó muy orondo: “(…) todos me llamaban desde cada rincón del mundo. Yo ni siquiera sabía que existen tantos países, hasta que llegué a Presidente” (ojo: fue dueño durante años, del Concurso Miss Universo… ¿ni así se dio cuenta de cuántos países hay en el planeta?… ¿de dónde creía que llegaban las concursantes?… ¿o más bien, nunca le importó?). Por esta innecesaria declaración de cínica ignorancia, la legendaria cantante y actriz Cher, puso un tuit que reza: “Ok, Trump es un jodido imbécil más grande de lo que había pensado” (ella escribió “fkng”, para disimular la peladez).

 

Sus metidas de pata en las relaciones con otros países, su bravuconería contra jefes de estado o gobierno, cuando está tuiteando -sentado en el excusado o desde el escritorio del Salón Oval-, que se transforma en timidez y hasta zalamería a la hora que tiene enfrente a los que insulta o descalifica a teclazos… es un asco el señorcito.

 

La explicación de sus tuits belicosos y majaderos del domingo al jueves de la semana pasada, su acoso contra México, no parecían tener explicación (de plano, era diario), y su escándalo autopropulsado de militarizar la frontera con nuestro país, movía a la risa: lo tuvieron que corregir una y otra vez sus asesores, porque la ley prohíbe en ese país que el ejército actúe en su propio territorio, en todo caso podría movilizar a la Guardia Nacional, si los gobernadores de cada estado se la prestan (pues no está a su disposición) y sin armas, claro… y van a ver cuántos pueden mandar -porque cuesta una fortuna- a lo mejor 2 mil o 4 mil elementos (¡padre!, les toca a kilómetro y medio o de a 750 metros a cada uno para cuidar que no pase un alfiler por la frontera: ¡sensacional!)

 

Y de repente, desde la prensa yanqui, apareció la explicación: don Trump estaba tratando de disimular el creciente escándalo de las acusaciones de una actriz porno quien afirma que el abogado de este tipo le ofreció dinero, primero y luego la amenazó si contaba que su representado (el Trump), y ella (la “actriz”), han sostenido tratos comerciales relacionados con el intercambio de secreciones corporales.

 

De verdad, es un tipo bajo y barato.

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