Sr. López
Tío Luisito era el mayor de seis hermanos con los que heredó un abarrote que era una mina de oro en el Toluca de los años 40 del siglo pasado. Por edad, los cinco menores dejaron que él se encargara del negocio, pero por edad, cuando ya andaba en los 80 años, sus hermanos, sus hijos y sus sobrinos, le rogaban que ya dejara el negocio. Y él, necio que no y que no. Murió de casi 90 y los hermanos (los dos que vivían), sus hijos y sobrinos, se enteraron del por qué nunca dejó el abarrote: robaba, robaba mucho. No era querencia, era por ladrón. Y se fue a la tumba sin pagar una de las que hizo. Ni modo.
Las campañas políticas en curso se iniciaron el 1 de marzo y terminan el 29 de mayo, en pos de la presidencia de la república; curules de 500 diputados federales y 128 senadores; ocho gobiernos estatales (Chiapas, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Puebla, Tabasco, Veracruz y Yucatán); jefatura de gobierno de la CdMx; y miles de cargos de congresos locales, alcaldías y juntas municipales; hasta un total de 20 mil 708 cargos.
Son las elecciones más grandes en la historia del país. Son una aberración. Antes, los comicios se pautaban de modo que no estuviera en juego todo de un golpe y para no contaminar procesos tan importantes como la elección del Presidente de la república, con alcaldías, regidores y concejales de pueblo rabón (sin perdón: sí hay pueblos rabones). No hay remedio, nuestros tribunos decidieron juntar casi todo y ahora enfrentamos un macro proceso que se presta a una masiva confusión del electorado. Mire usted:
El tenochca con crayola, decidido a emitir responsablemente su voto, debería identificar los valores de cada candidato y sus compromisos; para ello tendría que contar con información sobre el desempeño pasado y las posiciones políticas de cada candidato; así mismo, saber qué tan confiable y honesto es cada uno de los que aparecerán en las boletas electorales, para poder depositar en ellos su confianza; por supuesto es de esperarse que cada elector conozca la plataforma política de cada partido; y ya sabiendo todo eso y habiéndolo ponderado con calmita, decidir por quién vota para cada cargo.
Es desolador, la masa que formamos el peladaje, no sabe nada de eso y es un misterio cómo decidiremos nuestro voto.
Lo menos difícil es elegir Presidenta (no se ofenda don Álvarez, usted no pinta ni cuenta); melón o sandía, una o la otra, no es tan difícil; y menos difícil porque una, doña Sheinbaum, ofrece que volvamos a ver la película que está terminando (y no es mala fe, pero de veras, es mala oferta doñita, la lógica más rascuache indica que la raza espera algo diferente para mejorar… allá ella). Y esa oferta de repetir menú, le facilita la campaña a su opositora, doña Xóchitl, que ofrece sostener lo que está bien y rehacer lo que está mal, convence más.
Así las cosas, lo esperable en estos comicios del próximo 2 de junio, es que la ciudadanía vote al bulto por Presidenta y Congreso (diputados federales y senadores). Unos por convicción o por llevar la contra, votarán por doña Xóchitl; otros por convicción o falta de ácido fólico, por doña Sheinbaum.
Luego, los que voten por doña Xóchitl, decidirán si también le dan el Congreso; otro misterio porque revisando los procesos electorales de 1996 a la fecha, resulta que el ciudadano común es la hora que a quien eligen Presidente, no le dan el Congreso, no se lo han dado, pero en las circunstancias actuales, parece que se puede esperar que en estos comicios la raza vote parejo por doña Xóchitl y los candidatos al Congreso de su coalición. Y en sentido contrario es de suponer que aquellos que elijan a doña Sheinbaum, no le den el Congreso (como no se lo dieron a López Obrador, a pesar de que arrasó en 2018).
Y aquí acomoda advertir una cosa muy importante sobre los próximos comicios: según sentencia de la Suprema Corte, recuperó su vigencia el texto que tenía el 2 de marzo de 2023 el artículo 288, numeral 3, de la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales, por lo que SÍ SE PUEDE VOTAR POR CANDIDATA A LA PRESIDENCIA TACHANDO UNO, DOS O LOS TRES RECUADROS DE LA COALICIÓN POR LA QUE SE PRESENTA; el texto quedó de la siguiente manera: artículo 288, 3. “Cuando el elector marque en la boleta dos o más cuadros Y EXISTA COALICIÓN entre los partidos cuyos emblemas hayan sido marcados, EL VOTO CONTARÁ para el candidato de la coalición (…)”.
Pero póngase listo, porque sí se anula el voto según la misma ley, artículo 288, numeral 2, inciso b). “CUANDO EL ELECTOR MARQUE DOS O MÁS CUADROS SIN EXISTIR COALICIÓN entre los partidos cuyos emblemas hayan sido marcados (…)”
Lo aclara este menda porque dijo lo contrario y estaba equivocado, sí se vale, pero por el amor del Dios en que cada uno crea, no tache más de un recuadro porque no es difícil confundirse entre los seis partidos (sin contar los partidos locales), que forman dos coaliciones y se anda usted arriesgando a que su voto sea nulo; a lo seguro: un tache en un recuadro y punto.
Aclarado lo anterior, convendría entender por qué el actual Presidente está violando la ley al meterse de cuerpo entero en la campaña de su candidata de él, doña Sheinbaum: está en riesgo su entrada en la historia patria como reformador, transformador y salvador de la nación, que así se ve a sí mismo. Es inconmensurable la cantidad de violaciones a las leyes en que ha incurrido y muchos y muy gordos los asuntos en que hay datos duros sobre actos de corrupción de su gobierno, que hacen risible su pregón de que acabó con la corrupción y que él no es de esos.
Le han renunciado algunos de sus cercanos, precisamente por actos de corrupción, por ejemplo el licenciado Jaime Cárdenas (que estuvo en el instituto ese de risa loca para devolver al pueblo lo robado), más las claras denuncias de algunos ya fallecidos, como Porfirio Muñoz Ledo y sin aclarar razones, otros como Víctor Manuel Toledo, Carlos Urzúa, Alfonso Romo, Julio Scherer.
Aferrarse así a que gane su candidata no huele bien, no, más bien, apesta.