A Carlos Román
Gustavo Trujillo
En la Edición 22 del Festival Internacional de Cine de Morelia, realizado el pasado Octubre, se le rindió un homenaje a Alain Tanner (Ginebra 1929 – 2022) fue una de las tantas muertes por la pandemia del COVID.
A finales de la década de los años 60 descubrimos en México a este cineasta Suizo, su obra es la historia de un país que, a través de su mirada y visión, encontró un lugar muy original dentro del cine europeo de esa época. El cine de Tanner fue uno de los alimentos esenciales de nuestra nutrición cultural, sus protagonistas eran gente que luchaba contra la alienación (palabra de moda de entonces).
En su primera película, “Carlos Vivo o Muerto” (1968) nos cuenta la historia de un empresario que decide abandonar su vida burguesa para irse a vivir con una pareja de bohemios, en su siguiente obra “La Salamandra” (1970) cuenta la vida de una periodista que se convierte en una heroina que le da la espalda a la rutina, más adelante en su película “Regreso de Africa” (1974) relata la historia de una pareja que aspira a una nueva vida e inventa irse a vivir a Africa, esta película para mi fue una verdadera Epifania en mis inicios como cinefilo. La cumbre de su filmografía es “Jonás” (1976) film estandarte o evangélico generacional de gran impacto en esos años, incluso, muchos de los Jonases nacidos en la segunda mitad de la década de los 70 deben su nombre al pequeño protagonista de esta película; posteriormente el mismo personaje 25 años después, en una nueva película “Jonás y Lila” (1999) retoma al personaje en una conmovedora e inspirada fábula en la que el joven Jonás trabaja con un viejo cineasta que intentaba volar, la película volvía a plantear los temas de la libertad y el conocimiento
Para entrar al laberinto de su obra que es fascinante y compleja se requiere una incondicionalidad para ser cómplice de ese mundo sombrío y pesimista, era el retrato de una generación descontenta, inquieta, rebelde, enfrentada a una crisis existencial, cada espectador tuvo una experiencia singular en el primer contacto con las películas de Tanner; su cine se nos presentó con una fuerza impresionante que nos exigía una mirada atenta, curiosa y, por lo tanto política. Todos vivimos la experiencia del movimiento estudiantil de 68 que se replicó en varias partes del mundo incluyendo a México, esa experiencia nos marcó profundamente y nos hacía preguntarnos sobre un futuro incierto, pero el cine de Tanner nos ayudó para verlo con optimismo.