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Al Maestro Ricardo Cuéllar Valencia

Al Maestro Ricardo Cuéllar Valencia
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Hernán León Velasco

Hoy, el viento abrió la puerta secreta del tiempo y el Maestro Ricardo Cuéllar Valencia emprendió su viaje a la eternidad. No se va: se transforma. El poeta regresa al silencio de donde brotan las palabras. El pensador vuelve a la raíz de la luz. El maestro entra en ese territorio donde el espíritu ya no necesita cuerpo para seguir enseñando.

Colombia, su tierra natal, y México, su patria elegida, se unen hoy en un mismo latido. Dos países que lo acogieron, dos culturas que él supo abrazar sin fronteras, comparten ahora la misma orfandad luminosa que deja un hombre cuya vida fue un puente: de lenguas, de ideas, de mundos; puente entre América y su propia conciencia.

Ricardo Cuéllar Valencia vivió convencido de algo que muchos olvidan: que la cultura es la forma más alta de la libertad y que el cultivo del espíritu humano es la verdadera tarea de la existencia. Lo expresó en sus clases, en sus libros, en cada conversación que compartía con una pasión extraordinaria. Tenía la certeza de que la humanidad avanza cuando avanzan sus pensadores, y que cada libro es una semilla que, al caer en un alma despierta, puede cambiar la historia de un hombre —y, con él, la historia del mundo—.

Fue poeta, ensayista, editor, profesor universitario; pero, sobre todo, fue un sembrador de conciencia.

En la Benemérita Universidad Autónoma de Chiapas, donde formó generaciones enteras, su palabra era brújula: enseñaba que la literatura no es un adorno, sino una forma de habitar el mundo; que leer es la manera más silenciosa de alzar la voz; y que todo ser humano tiene en la lengua su patria verdadera.

Hoy su familia de Colombia llora al hijo, al hermano, al amigo de siempre. México llora al maestro que llegó en 1981 y nunca se fue. Pero es su hija Cintia quien guarda en su corazón la llama más profunda: la del padre que le enseñó que la vida es un poema en construcción y que cada día —incluso el más triste— contiene un resplandor secreto que vale la pena descifrar.

A ella, a toda su familia y a todos sus amigos de Colombia y México va este mensaje: no se ha apagado la voz del Maestro Ricardo; se ha vuelto más profunda, más amplia y más nuestra. Su obra permanece. Su ejemplo arde. Su lección continúa.

19 de noviembre de 2025.

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