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Adiós a dos grandes

Adiós a dos grandes
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Manuel Zepeda Ramos

Pocas horas separaron su partida de este mundo.

No obstante período de vacaciones, la noticia se supo de inmediato.

Dos personajes importantes de la vida artística de la Universidad Veracruzana -uno de las artes escénicas; otro de las artes musicales-, habían fallecido: Francisco Beverido Duhalt y Rodolfo Sánchez Vega.

Francisco Beverido, nacido en la ciudad de Córdoba, se fue a vivir con sus padres Bertha y Francisco y sus hermanas Elsa y Laura, a la capital de Veracruz:  su padre, el arqueólogo Francisco Beverido Pereau, laboraba em el Instituto de Antropología de la UV, estudiando a las Grandes Culturas del Golfo, en ese maravilloso instituto fundado por don Alfonso Medellín Zenil y que diera origen al Museo de Antropología de Xalapa, orgullo de todos los veracruzanos.

Rodolfo Sánchez, originario de Michoacán, llegó a Xalapa cuando ya era un reconocido clarinetista y saxofonista -dominaba toda la familia de los saxofones-, en México y en el extranjero, que lo distinguía como un gran intérprete del jazz en muchas partes del planeta alternando con músicos jazzistas de gran prestigio, así como con un bien ganado reconocimiento de director de orquesta, con una carrera al respecto también reconocida en el país. El maestro Sánchez llegó a Xalapa para encargarse de la Orquesta Universitaria de Música Popular.

Alumno de los jóvenes maestros Silvia Sigüenza y Mario Muñoz en la escuela de bachilleres experimental ubicada en la calle de Bravo, en el centro xalapeño, Paco Beverido formó un grupo de amigos preparatorianos nacidos a finales de los años cuarenta, esos amigos que se integran en la prepa y duran toda la vida: Saúl Pabello, Ena Bouchez, Cristina Díaz, Luis Bouzas, Adriana Niembro, Armando Mendoza, Rosa Quiroz, Rafael Rodríguez, entre otros, que hoy lamentan la desaparición de un amigo tan distinguido y querido.

En su paso por la orquesta de Música popular, el maestro Popo le dio un valor importante a los metales y a los coros, con lo que el repertorio de la orquesta creció en torno a esas posibilidades musicales, volviéndose muy atractiva para los jóvenes estudiantes de la Universidad Veracruzana.

Después de estudiar filosofía en la UV y bajo la dirección de Manuel Montoro, Paco Beverido confirma su vocación de un apasionado de las artes escénicas, empezando una carrera en torno a ellas que no habría de parar hasta su muerte. Miembro de la Compañía de Teatro, Paco fue desarrollándose como un gran actor versátil en muchas puestas en escena, para irse convirtiendo en un director de escena en donde muchos aprendieron, pero sobre todo en un orientador de vocaciones, ahora muy recordado y querido. Su visión del quehacer escénico, lo llevó a fundar La Caja y con ella el nacimiento de muchos actores en Xalapa que se han incorporado a la tarea de actor en muchas regiones del estado. Debo de decir que, en un distinguido lugar de su quehacer cultural, está su trabajo en Candileja, que ha permitido la conservación de la memoria gráfica y escrita del trabajo teatral en la UV, hoy reconocida por los estudiosos del teatro en México y el extranjero.

A su retiro de la Orquesta Universitaria de Música Popular, el maestro Rodolfo Sánchez se incorporó como ejecutante de la UV, al grupo de recitalistas que recorrieron el estado y el país. Tuve la fortuna de invitarlo a Chiapas en donde era conocido y reconocido.

La desaparición de estas dos figuras de la cultura desarrollada en la Universidad Veracruzana nos deja una gran enseñanza:  La importancia de que los ejecutantes de nuestra Casa, en estos tiempos de canallas, vean a la UV como un bastión de la cultura y su mantenimiento, en donde cada ejecutante deberá poner su mayor esfuerzo por realizar tareas de prestigio y consolidación de lo que es la cultura en la Casa, para cuidarla y preservarla para siempre.

Recuerdo a Paco Beverido como aquel crooner maravilloso, vestido con un frack y chistera blancos, de la puesta en escena en la hoy sala Emilio Carballido, dirigida por Germán Castillo, con escenografía del inolvidables Pelón Bautista: Los Treinta, que escenificaba el triunfo de Agustín Lara en la esfera nacional con el apoyo de la radio comercial. También lo recuerdo como el pajarero de las Leyendas de Veracruz producida por la Televison Universitaria dirigida en aquella época por Juan Rivero Vals.

De Rodolfo Sánchez nunca me olvidaré de aquel encuentro jazzístico con los grandes intérpretes de la UV, en el hotel El Palmar de don Carlos Rubio, allá en la zona esmeralda, cuando fuimos a uno de los muchos festivales de la Cumbre Tajín a representar con orgullo a nuestra querida Casa. Fue una sesión de jazz de muchas horas con lo mejor del jazz universitario. Allí, en esa sesión, el gran Popo Sánchez brilló con una luz intensa.

Vida eterna para estos dos artistas distinguidos de la UV, de quienes estamos profundamente orgullosos.

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