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Abuelos por un día / Al Sur con Montalvo

Abuelos por un día / Al Sur con Montalvo
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Guillermo Ochoa-Montalvo

Querida Ana Karen, 

Mi Vecina salió muy temprano para organizar las actividades del Día del Abuelo que ofrece el ayuntamiento cada año como lo hacen en todo el país desde que se instauró en 1983, esta fecha en el calendario de festejos. Uno más en un país tan festivo como el nuestro.

—Amanda, que tal, si todo ese gasto tirado en celebraciones, se invirtiera en mejorar las condiciones de vida para los ancianos mayores de 60 años que cada días somos más en el país.

—Al menos podrían incrementarse las rampas, barandales,; mejorar banquetas y las calles que parecen bombardeadas con tantos hoyos que son una trampa para cualquier mortal. Pero, ya sabes, entre el derecho y el hecho, hay mucho trecho, y las leyes de derechos humanos para ancianos y discapacitados, son letra muerta.

—Reconozcamos, Amanda, que las pensiones a mayores de 68 años en las ciudades y a mayores de 66 en el campo son una ayuda importante, aunque lesionan las finanzas públicas con tantos préstamos al FMI. Pero los desafíos para una vida digna en la vejez son demasiados en la realidad. Por ejemplo, con los drásticos cambios en el sistema de salud, se ha dificultado el acceso a la salud, hoy resulta más complejo que nunca al abrirse una enorme brecha entre las comunidades rurales y las ciudades; por otra parte, la enfermedades crónicas como hipertensión, diabetes y problemas de colesterol, así como la tendencia a sufrir situaciones de incapacidad, no cuentan con la atención oportuna y eficaz que requieren. La situación económica de los abuelos es muy precaria.

—¿Precaria?, eso es generoso de tu parte; la mayoría de ellos están en situación de extrema miseria y pobreza; y añádele las condiciones de abandono en que se encuentra la mayoría de ellos. En cifras oficiales, se reconoce que más de un 54% de los adultos mayores experimentan al menos una carencia social y el 31% de los adultos mayores viven en situación de pobreza; pero la realidad nacional tiene otros datos. Y como siempre, Chiapas ocupa el primer lugar en pobreza y le siguen Guerrero y Oaxaca. En Baja California Norte y Sur como en Nuevo León, las condiciones son menos graves.

—¡Triste situación de los abuelos invisibles!, Amanda. Invisibles para el gobierno, la sociedad e incluso, para sus familiares. Las pensiones de Bienestar, si bien es cierto han aumentado la cantidad de las pensiones a los ancianos; sabemos que  es una compra de votos encubierta. Para el gobierno, esa ayuda representa el 3.9% del PIB en comparación con el 0.5% para menores de edad, según cifras del Centro de Investigación Económica y Presupuestal. Es decir, las pensiones han crecido en un 131% entre el 2019 y 2024.

—No quiero parecer pesimista, pero el tema a considerar es el cómo podrán sostener esta política publica que ya es Constitucional, con el crecimiento constante de la población de mayores de 60 años, que en el año 2022 representaban el 14% de la población y se estima que para el 2050, sean el 23%. Las finanzas públicas no alcanzarán para cubrir este gasto.

—Mira Amanda, más allá de la ayuda económica, lo grave son las condiciones en que viven. Las mujeres trabajan en el hogar sin seguridad social ni remuneración adecuada, lo que las hace vulnerables a la falta de pensión. Muchos abuelos sufren violencia física, psicológica, económica o abandono. En el abandono del hogar no encuentran redes de apoyo como en Dinamarca donde se les protege del aislamiento social y emocional. 

—Bueno, a eso agrégale que muchos de ellos, pierden sus capacidades físicas y mentales lo que afecta sus actividades laborales, pérdida de relaciones y la dificultad de acceder a las nuevas tecnologías. Además, cada abuelo tiene necesidades diferentes y el estado no tiene capacidad para atenderlos debidamente. Y lo peor es la realidad es estar excluidos de los sistemas de salud que garantice la atención a todas las personas mayores, independientemente de su situación. 

—Tú, ¿qué propones Amanda?

—Veo soluciones con apoyo de organizaciones sociales creadas en las propias comunidades capaces de construir una cultura de la vejez donde incorporen a los ancianos en actividades diversas. Esos círculos los podrían visibilizar, apoyar y hacerlos sentir útiles compartiendo sus conocimientos y experiencias. Podrían crearse círculos de convivencia y conversación  entre mayores y jóvenes. Con los abuelos, puede recuperarse la historia de las comunidades y los jóvenes podrían introducirlos al uso y dominio de las tecnologías. 

—Esa idea sería formidable, Amanda. Imagínate que en esos círculos colaborasen médicos y enfermeras dispuestos ayudarlos en el cuidado de su salud y familias que les apoyen con su alimentación y vestido. Aunque la simple compañía ya representa una gran medicina para ellos al socializar con otros. La cuestión es cuántas personas estarían dispuesta a participar en estas acciones sin solicitar el apoyo económico de los gobiernos; quizá sólo espacios y uno que otra ayudada de tipo logístico. 

—Pues mira, existen muchos grupos ecologistas, culturales y de defensa a los animales; ya sea que ellos los integren o mejor aún, que formen sus propios círculos de ABUELOS DEL PUEBLO.  Así podría iniciarse la construcción de una CULTURA DE LA VEJEZ más digna y respetuosa para quienes han llegado a esa edad haciéndolos visibles con la oportunidad de vivir una vejez a plenitud. Yo veo la solución en la sociedad. No se tú.

—Por supuesto, Amanda. Si esos grupos logran obtener apoyo de fundaciones y asociaciones civiles dedicadas a sostener programas para ancianos, sería cerrar el círculo. Todo es posible cuando hay voluntad, determinación y capacidad de gestión. Gestionar es algo que nunca nos enseñaron en las escuelas públicas; eso les enseñan a los estudiantes de los colegios particulares, porque a ellos los forman para ser empresarios.

—Deja eso, imagínate que los abogados participaran en los círculos de ABUELOS DEL PUEBLO para defenderlos del despojo de sus tierras de que son objeto a causa de su ignorancia y muchos de ellos, sin saber leer ni escribir. Hasta sus propias familias los engañan dejándolos en la calle porque no hay quien los defienda.

—En ello tin¡enes razón, Amanda, en la Ciudad de México ese delito de despojo patrimonial ocupa el primer lugar con un 26% de solicitudes de ayuda. Pero en Chiapas es imposible conocer esas estadísticas porque ni siquiera se presentan denuncias formales ante la autoridad. En esos casos, los ancianos son engañados por personas cercanas, como familiares, amigos, vecinos y personas cuidadoras, quienes abusan de la confianza y la fragilidad de los abuelos.

—En esos casos de despojo, el miedo a represalias, la ignorancia; a veces la falta de movilidad y sobre todo, la falta de algún abogado confiable, dificultan la denuncia. Y más cuando ese procesos les representa gastos de viajes y papeleo. No conozco cifras, pero te aseguro que no son pocos. El despojo de bienes y propiedades, conocido como abuso patrimonial, es uno de los abusos más comunes contra las personas mayores en México.

—Como sea Amanda, urge construir una CULTURA DE LA VEJEZ A PLENITUD como una cuestión de amor.

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