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¡A parir! / La Feria

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Sr. López

 

“Cuidadooo mucho cuidadooo/ que estás tomaaando/ por un rumbo equivocadooo”… canta José-José como en sus bueno tiempos, poniendo como fondo musical su aquella voz ya ida…

 

Mire usted, los presidentes de México, sabido es, se vuelven locos en el quinto año de gobierno, y la Patria (la señora de toga blanca -ya ni tanto- de la portada de los libros de texto gratuito), sabe que llegados a ese punto, la cosa es aguantar como se pueda hasta que entregan el poder, que recibe otro aún en sus cabales. Es la historia nacional. Sobran ejemplos.

 

Eso pasa a consecuencia inevitable de que cada vez que abren la boca, así sea para pedir un vaso de agua, les aplauden, les echan confeti y serpentinas, y si dan la hora, les dicen que qué bonito la dan, que tienen la lengua del Crisóstomo y la elocuencia de Churchill, que son un clon de Superman y Gandhi, con el cerebro de Einstein y el corazón de la Madre Teresa, más hombres que Pancho Pantera, sabios como Salomón, infalibles como el Papa, necesarios a la nación como la lluvia a los campos; labor adulatorio-enloquecedora a cargo de ese infaltable primer círculo de depredadores que al precio de alabar sin fatiga al dador de toda gracia (cargo, contrato, concesión o negocio inconfesable), hacen robusta fortuna a la sombra del poder, acompañada por la mexicanísima  impunidad que en otros países produce asombro y envidia… sí, también envidia, pregúntenle nomás al ya expresidente de Cataluña si no hubiera preferido serlo de acá, nuestro querido país, donde su palabra hubiera sido ley (ojalá tenga limpias sus tarjetas de crédito don Carlitos Puigdemont, porque va a gastar mucho en pomadas rectales, el pobrecillo tonto, ingenuo, charlatán… José-José otra vez, sin especial razón ¿será la edad?).

 

No es la excepción don Peña Nieto, aunque por distintas razones:

 

Cuando promulgó el 11 de octubre de 2014, las leyes secundarias que pusieron en marcha la reforma energética, no se dio cuenta que terminó su sexenio (se lo dijo este menda, pero ¡necio!), pues para el tío Sam fue un disgusto y para el imperio global del gran capital, un alegrón, sí, pero en ese momento don Peña Nieto dejó de importarles: unos por berrinche vengativo y los otros porque ya les había dado todo lo que querían, y lo único que seguía era desmontarlo, deshacerlo, impedir a toda costa que nadie de sus cercanos fuera su sucesor, impidiendo la continuidad de su equipo político, como le hicieron a Salinas de Gortari, post TLC.

 

Así, ya todo fueron amarguras, escándalos reventados desde la prensa europea y la yanqui (Londres, Nueva York y Washington), auxiliados por sus bien pagados personeros locales (finísimas plumas, distinguidísimas voces), que -cobrando bien-, lo convirtieron en el indiscutible campeón de la impopularidad en México: lo que haga está mal, aunque esté bien.

 

En su caso la locura no es por exceso de adulación, sino de crítica. Por eso la masiva campaña de ternura de ¡ya cuenten algo bueno! Por lo mismo hace cosas de pena ajena, como la de ayer (nomás vea el texto del tuitazo que nos recetó a todos los chocantes tenochcas que nomás nos andamos fijando en los prietitos del arroz):

 

“El Desfile de #DíadeMuertos fue un éxito por segundo año consecutivo. ¡Este es el México que honra a sus muertos y celebra la vida!” (13:32 – 29 oct. 2017).

 

¿Qué tal?… ¿a poco no es un tipo a todo dar?… está en todo y nos festeja todo. Él sí se fija en lo bueno y no anda diciendo que somos flojos, irresponsables o contestones… no señor, él sí es objetivo: ¡qué chulada de desfile!

 

Generoso como es, urgido de caernos bien, también “manifestó su agradecimiento y reconocimiento al esfuerzo de quienes hicieron posible el desfile que rindió un homenaje a víctimas, cuerpos de rescate y voluntarios que apoyaron luego del sismo del 19 de septiembre”. ¡No, no, no, no, nooo!… de veras ¡no nos lo merecemos!

 

Es de preocuparse. Su caso es irremediable y nadie en sus cabales va a creer que el neoPRI suyo de él, va a ganar las elecciones presidenciales (que eso piensa después de la elección del Estado de México… de buena fuente, se lo juro).

 

El PRI tiene que poner de candidato a alguien que aparte de tener el visto bueno del imperio, no sea del PRI. Si no, nadie les va a creer. Y tiene que ir en alianza, digo, para diluir el tricolor con cualquier otro color. Y solo hay uno así, de iniciales (hay que ser discreto), José Antonio Meade Kuribreña.

 

Hay otros que quieren sacrificarse por la patria y sentarse en La Silla, por supuesto: el Nuño Artillero, por quien el Pejehová reza novenas a San Judas (es su favorito, a ese le gana sin hacer campaña, se la regalan los maestros, que ya ve que son muy poquitos); también don Osorio Chong, que tampoco afloja… nada más que siendo responsable de la gobernación del país, son ya muchos muertos en el sexenio y la inseguridad… bueno, resuelta no está; no es mal tipo, pero nadie olvidamos que en campaña nos licuaron la cerilla de las orejas repitiendo en todos los tonos que ellos sí sabían gobernar. Lástima.  

 

Don Peña Nieto empezó sexenio sin una sola excusa para no dar resultados, todas sus reformas (de él), todas se las aprobaron y se le concedió el plazo de un año que pidió para que viéramos que empezaba a resolverse la inseguridad generalizada que sufre el país (y ni quien diga nada de que ese plazo lo pidió tarde, después de su campaña, después de meses de haber tomado el cargo), pero, en fin, se le aceptó, ya termina su quinto año y estamos inocultablemente peor.

 

Ahora ¿qué toca, qué sigue?… ¿reparar su imagen y la de su partido haciéndose el simpático?… ¿no se ha fijado que le llevan la cuenta de los compromisos que firmó en campaña?: 206, de los que ha cumplido 102, menos de la mitad.

 

La estrategia de prometer y firmar es mala, muy mala, porque nadie sabe qué nos reserva el futuro y la otra, la de pedir plazos, es aún peor: pregúntele a la prima Alicia que sostuvo nueve meses que lo suyo era gordura y su mamá neceaba en que era eso, pero tarde o temprano ¡a parir!

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