
Guillermo Ochoa-Montalvo
Quedé profundamente consternado con la muerte de VÍCTOR MANUEL PACHECO SALAS, amigo, periodista y hombre quien se rompía la cabeza construyendo gigantescos rompecabezas. Hace 15 años, le rendí tributo en vida. Hoy, en su memoria, reproduzco aquél artículo que le dediqué con tanta admiración y cariño.
Querida Ana Karen, Hay gente quien vive odiado, gestando maldades y con ello, convierten su propia vida en un infierno; pero hay otros como VÍCTOR MANUEL PACHECO SALAS quien además de ser periodista, invierte su tiempo en construir rompecabezas ejercitando con ello la memoria, activando el cerebro y nutriendo el espíritu con lo cual vive su propio paraíso en vida.
Ahora, se encuentra entretenido construyendo un rompecabezas de 12 mil piezas, y se dice fácil después de ver armado otros de mil, cinco mil y hasta 9 mil diminutas piezas muy semejantes unas a otras. Admiro en ello, su paciencia; su capacidad de discernir colores, formas, líneas y conceptos. Y al verlo, me hace reflexionar en muchas cosas.
En esta vida cualquiera destruye. Para destruir sólo hace falta una neurona atrofiada o malvada que desarma en un segundo lo que lleva tiempo construir: Cualquiera rompe un vaso, no cualquiera, lo fabrica. Como cualquiera, puede destruir un rompecabezas que puede llevarte hasta cuatro meses armar. Construir es otra cosa, demanda de imaginación, de un espíritu elevado, de voluntad para aprender, para ejercitar el cerebro y mucho esfuerzo. Cualquiera lo pude criticar porque ese es otro oficio recurrente de quienes son incapaces de construir.
El pasatiempo de Víctor Manuel Pacheco se tradujo, entre otros muchos, en un mapamundi de 9 mil 120 piezas que ahora podemos apreciar en un espacio público como es el palacio municipal de Tapachula, porque compartir es la otra misión de quienes construyen.
Víctor Manuel abre el tubo. Sobre la mesa deja caer 12,096 piezas diminutas. Todas podrían ser iguales a los ojos de un neófito en este arte, como yo; pero no ante la mirada aguda de alguien como Víctor Pacheco. Del tubo extrae el dibujo que ilustra la obra genial de Miguel Ángel: La Creación. Otro hombre que legó a la humanidad su obra perpetuada en la Capilla Sixtina hace 500 años y la cual, ahora recrea Víctor Manuel en este inmenso rompecabezas. Miguel Ángel también esculpió el David que un maniaco quiso destruir.
Veo las piezas apiladas una sobre otras. Es un caos, nada tiene orden; esas piezas son el recurso de quien construye pero por ahora todo es un desorden sin forma alguna. Alguien deberá acomodar esas doce mil piezas en su lugar para darnos el deleite de admirar la obra de Miguel Ángel.
Veo las piezas y pienso en los recursos de México. Son tantos y tan desarticulados que no logran armar el rompecabezas nacional. Víctor Manuel observa detenidamente el dibujo tratando de fijarlo en su mente. Observa los detalles de la pintura de Miguel Ángel de de arriba abajo y de derecha a izquierda por no decir Norte a Sur de Este a Oeste. Todas las piezas están ahí como en México, sólo hace falta que alguien las ponga en orden.
Escucha la opinión de quienes le rodean y creen saber más que él, sin haber armado jamás un rompecabezas de 16 piezas. Unos le sugieren iniciar por el perímetro; otros le aconsejan ordenar las piezas por color; algunos le sugieren que segmente el plano en ocho partes y avance de esa manera. Pero Víctor Manuel tiene claro el modelo para desarrollar, el modelo para armar. Lo que a México le hace falta.
Víctor Manuel escucha a todos. Unos tratan de ayudarlo en verdad, otros sólo desean confundirlo; no falta quien perversamente, lo critique y le aconseje salir a comprar una litografía de la Creación de Miguel Ángel y quitarse de problemas. El camino fácil del menor esfuerzo, que tanto abunda en México.
El rompecabezas de Vítor Manuel aún no está armado y ya algunos tratan de hacer negocio con él. Quieren comprárselo para revenderlo a un precio más elevado y beneficiarse sin haber trabajado como muchos que también abundan en México.
Víctor Manuel, les explica su intención de donarlo a alguna institución en donde la gente lo pueda apreciar, les explica que el propósito de construir es compartir. Pero hay quienes no lo comprenden y lo critican por perder el tiempo de esa manera.
–Nadie te lo va agradecer, le dicen por ahí. Ármalo con la intención de hacer negocio con él y sácale provecho, ¿para qué pensar en los demás? Así es como muchos piensan en México.
Pero Víctor Manuel no se deja llevar por la envidias ni por esas mezquindades que nacen de la incapacidad de los detractores. Se concentra en lo suyo y su mente trabaja en algunas estrategias para avanzar con mayor rapidez y exactitud. Lo que también hace falta en México, estrategias efectivas.
Ya lo fijó en la mente; ya tiene claro el modelo que habrá de armar en los siguientes cuatro meses, ese es su largo plazo. Ya definió la estrategia a seguir producto de su experiencia. La que también no se aprovecha en México para construir conforme a un modelo de desarrollo nacional mediante estrategias claras y precisas.
Víctor Manuel mide ahora sus tiempos para establecer su programa de trabajo considerando las múltiples actividades que lo absorben cotidianamente. Traza diversos programas y a cada uno le marcametas y plazos que habrá de cumplir como debieran cumplirse en cualquier país que camina con rumbo definido.
Decide iniciar por reconocer las piezas que aún se encuentran en absoluto desorden. Son doce mil, una cantidad enorme como para pretender acomodarlas en un solo intento y son tan pequeñas que muchas se confunden y pasan desapercibidas. Esas piezas son sus recursos y los cuida con esmero; si le llegara a faltar una sola la obra quedaría incompleta. Este país también cuenta con enormes recursos lo que hace falta es voltear la vista hacia ellos y dejar de mirar hacia el infinito tratando de encontrar soluciones en el aire.
Víctor Manuel no piensa en lo que no tiene sino observa con cuidado lo que tiene en la mesa y eso lo va a aprovechar. Esa es parte de su riqueza, la otra parte es su voluntad y su deseo de vencer el reto. Esa suma de voluntades para trabajar con los recursos que dispone el país hace falta también en México en vez de perder el tiempo lamentándose en lo que no se tiene.
Con mucho cuidado empieza a separar las piezas como si se tratara del suelo, el agua, el aire y el fuego. Las piezas poco a poco empiezan a conformar conjuntos armónicos, similares pero aún no encajan. Lo disperso nunca encaja.
Son cuatro enormes conjuntos con cerca de tres mil piezas cada uno. A eso, él le llama organización. Pero no dispone de todo el tiempo para vigilar que nadie altere ese orden y debe establecer algunas medidas de seguridad para que nadie se lleve sus piezas ni las destruya.
Continúa ahora con el primer conjunto de piezas. En un trabajo exhaustivo, logra integrar otros diez subconjuntos con cerca de 300 piezas cada uno. Su plan va cobrando forma poco a poco. Esa es la primera tarea ante la impaciencia de quien le observa ansiosos de ver la primera forma. Él no se impacienta, sabe que el trabajo debe ser metódico y constante para dar fruto. La improvisación o la trampa sólo producen engaño y frustración y decide enfrentar la presión de los otros antes de manipular las piezas, hacer trampa para dejar contentos a los demás. Su estrategia es regional.
Trabaja con cuidado y sin distracciones. Hace un alto en el camino, toma un café mientras piensa en los siguientes pasos. Revisa de nueva cuenta su modelo para no olvidar cual es su objetivo final.
Víctor, ya avanzó hacia sus primeras metas, poco a poco pero de manera consistente. Recuerda los errores cometidos en aquel rompecabezas de 9 mil piezas y no desea volver a incurrir en las mismas equivocaciones. No se desgarra las vestiduras con ese recuerdo pero lo toma en cuenta para avanzar en este nuevo proyecto. En esa faena lo rodea su familia quien se suma al entusiasmo y al esfuerzo. Como debiéramos hacer los mexicanos.
Sobre la mesa ya hay cerca de 40 subconjuntos de piezas que corresponden a los cuatro grandes conjuntos iniciales como si se trataran de los principales problemas nacionales clasificados de forma congruente.
Empieza por analizar el primer grupo. Lo clasifica y lo pone en orden. Ahora la situación parece más sencilla. Va tomando las piezas una por una. Coloca la primera conforme al modelo establecido. Él sabe que esa pieza corresponde a la parte superior izquierda. Lo sabe por su color y forma. Busca la siguiente pieza y en ese afán descubre otras que separa de una vez al identificarlas con otras semejantes.
Por fin. Después de un buen tiempo de trabajar aparentemente de manera infructuosa, encaja la segunda pieza a la primera. Nada lo distrae. Busca la siguiente y ya son tres las piezas unidas. Víctor sabe lo que hace, aunque los demás no le encontremos forma aún a la famosa Creación de Miguel Ángel. Los observadores se apartan. Unos expresan su admiración y otros su desdén y escepticismo, sólo se dedican a cuestionar a criticar a divulgar rumores malsanos, pero en Víctor nada de eso, mella en su espíritu creador.
Cuando los observadores regresan a la mesa, Víctor Manuel ha logrado colocar casi noventa piezas más. Tratará de encajar otras diez más antes de retirarse a descansar. Su meta son 100 piezas por día en los siguientes 120 días.
Lo mismo sucedió con sus trabajos anteriores. Cuando volvían a visitarlo, se encontraban con una superficie más amplia cubierta de piezas armadas y poco a poco, al paso de los días, uno podía ir descubriendo los continentes americano, africano y europeo conforme las piezas tomaban su orden correcto.
El caos inicial de esos cartoncillos amontonados empieza a desaparecer. Aún no se termina pero ya hay un cierto orden es ese amontonamiento de piezas. Si Víctor perdiera en este momento el modelo por el cual se guía y a pesar de ello, continuara con ese trabajo, lo más seguro es que al terminar el rompecabezas no tendría ni pies ni cabeza. Podría haber creado cualquier otra cosa menos la Creación de Miguel Ángel. Por eso, no pierde de vista el modelo que lo guía y cada tanto lo vuele a consultar para corregir cualquier posible desviación que haya tenido por error. Sabe que con proyecto en mano, cualquier otro Víctor tenaz como él, podía continuarlo.
Al paso de las semanas, la primera sección de la obra empieza a tomar forma. Este es un trabajo de constancia, de paciencia, de mucha concentración. Al observar las primeras 900 piezas armadas uno experimenta una agradable sensación de triunfo, de conquista y logros.
Aún cuando no está terminada, los primeros logros siembran confianza. Uno puede estar seguro que pronto veremos la obra terminada. Ahora se ve tan fácil que me atrevo a pensar que cualquiera lo podría haber hecho. Y es cierto, de seguro hay muchos quienes lo podrían hacer en menos tiempo pero de algo estoy cierto, no lo están haciendo.
Alrededor se elevan muchas voces. Unos dicen que ellos, de ser Víctor, ya habrían concluido; otros afirman que ese no es el modo de trabajar en esa empresa; se escucha a quienes presumen de conocer a gente más diestra en este arte; pero a ninguno de los que escucho los veo hacer algo o al menos acercarse a Víctor Manuel a ofrecerle su ayuda y apoyo. Sólo hablan y siembran desánimo. Como sucede en este país. Al poco tiempo, Víctor ha logrado insertar 11 mi de las 12 mil piezas.
Mira Ana Karen, destruir es muy sencillo, detractar a la gente, lo es más aún. Pero esa envidia lacera los corazones y crea venenos que matan el espíritu humano. Cuando Víctor Manuel Pacheco haya concluido su obra cualquiera podrá llegar destruirla, pero no cualquiera podría hacerla.
Construir es una satisfacción propia que nos aleja de los vicios que corrompen y nos acerca a lo divino. Construir para deleite y satisfacción de otros, es todavía más importante porque los hombres trascienden por sus obras y acciones, por sus ideas y concreciones, no por las críticas malsanas ni por su saña venenosa.
Víctor Manuel Pacheco no cambiará el mundo con su obra pero para él y su familia este esfuerzo dejará una satisfacción más y para quienes la admiremos, será una oportunidad para preguntarnos ¿Qué estoy construyendo? ¿Qué estoy dejando y legando a los demás con mi trabajo? Esa es la verdadera riqueza del hombre, “lo demás lo dejaré sobre su sepultura”, medica Víctor. Construir es una cuestión de amor.
Al Sur ,
San Cristobal de las Casas, Chiapas. 28 febrero de 2010
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