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Huevos a la mexicana / La Feria

Huevos a la mexicana / La Feria
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Sr. López

Tía Tota quedo viuda con tres hijas que le heredaron lo inquieta. Usted entiende. Ya con todas casadas, un día, la imprudente abuela Virgen, la de los siete embarazos, le preguntó como había hecho para lidiar con ellas, con lo bravas que le salieron para esas cosas del pantalón. Y la tía Tota muy sosiega, dijo: -Para todo tenían permiso pero lejos del barrio, como yo… mala fama, no, que no se hubieran casado -bueno, cada quien.

El insoportable Trump hasta el 20 de enero de 2029, es el presidente del país más poderoso del mundo. No se pueden tomar con solfa las amenazas del inescrupuloso Trump, tiene poder y tiempo sobrados, para meter la pata.

Ayer declaró el tal Trump que está dispuesto a realizar operaciones militares terrestres en “cualquier lugar de donde estén llegando drogas. Cualquier lugar. No solo Venezuela”. Mensaje recibido (no es la primera vez).

Si de veras va contra todas las drogas, que vaya pensando qué va a hacer con los más de 73 millones de sus conciudadanos que las consumen; nada más se meten cocaína 42 millones (datos de ellos, de su National Institute on Drug Abuse, Encuesta Nacional sobre Consumo de Drogas y Salud, 2024; no está uno inventando).

Imagínese una crisis por abstinencia de drogas de unos 50 millones de yanquis, piense en masas enfurecidas exigiendo drogas en la Pennsylvania Avenue, mero enfrente de la Casa Blanca. Caería el gobierno.

Ahora lo llamamos crimen organizado, cárteles. Son las bandas de criminales de siempre, las pandillas de bandidos que siempre ha habido en el mundo, ese bandolerismo tal como lo define el diccionario: “existencia continuada de bandoleros en una comarca”.

Tan lejos como en China, que todo hace a lo grande, en el siglo IV a.C., Dao Zhi le sacó canas verdes al emperador con su banda de 9 mil bandoleros que asoló amplias regiones, aterrorizando señores feudales y gente común. El bandolerismo en China es endémico a la fecha.

En la Grecia antigua que imagina uno con filósofos en cada esquina y políticos inventando la democracia, hubo crimen organizado, bandas de criminales de mucho temer, como las de Procuto y Esciro (o Escirio).

El imperio romano también se las vio canutas con el crimen organizado. Tito Livio escribió la historia de Roma y cuenta que había mucho bandolerismo que asaltaba las caravanas de comerciantes; el gran emperador Octavio Augusto enfrentó a un tal Corocotta, pero nomás no podía y ofreció una recompensa de 200 mil sestercios (según San Google, unos 4 millones de dólares de ahora… nada nuevo hace el Trump); y ante eso, el Corocotta se entregó, Tavo Augusto ante ese gesto, lo perdonó, le dio la recompensa y se retiró del crimen el tipo ese (es leyenda, no se crea).

Lo que no es leyenda es la banda de más de 600 bandoleros de Bulla Felix que dominaba la ruta Roma-Brindisi para rabia del emperador Septimio Severo que le mandó una Legión que nunca lo encontró (lo atraparon porque una señora casada con la que andaba lo delató); lo echaron a las fieras (damnatio ad bestias). Contado por Dion Casio, el historiador y senador romano que sabemos.

En todas partes ha habido crimen organizado, bandas de criminales, como las bandas musulmanas de Imran b. Sahin o Alí al Tanuji, entre muchas otras; en Japón los “ronin” y los “ninja”, que eran terribles; los “highwaymen” o “outlaw”, en las carreteras de Inglaterra y montañas de Escocia; los afamados “hajduks” en Serbia; en Francia los “bagaudas”; los “rombritters” alemanes; en España, en La Mancha, los golfines (por ellos Isabel la Católica creó en 1476 el cuerpo policiaco Santa Hermandad, primero de toda Europa). De Italia y Sicilia ni le digo, llevan siglos sin poder con las mafias (a la fecha), y después de descabezar a las principales bandas (familias), resulta que ahora las manejan mujeres y son más bravas.

En la tierra del Trump no se salvan. Han tenido y tienen bandas de criminales, de bandoleros. Al terminar su Guerra Civil en 1865, el país se infestó de bandas de forajidos; luego de 1910 a 1919, libraron la Guerra de Bandidos, en la mera frontera con México, de donde eran. Y actualmente siguen la familias de la mafia funcionando y los “gangs”. Pudieron arrasar el bandolerismo del siglo XIX, con el del XX en adelante, puras vergüenzas. Y el crimen en 1933 dobló al tío Sam, cuando mejor anularon la Ley Seca, que no se le olvide.

En México tenemos nuestra historia. No hubo crimen organizado, bandas de bandoleros, durante el virreinato, había crimen común, casi todos rateros, que hospedaban en la espantosa prisión de la Acordada, de la que salían domados, locos o muertos.

Después de la Independencia reventó el problema por desorden, falta de gobierno y muchos desmovilizados que le tomaron el gusto a las armas y a hacer lo que les venía en gana. Literalmente no se podía vivir y no había camino que no estuviera infestado de bandoleros. Benito Juárez (chéquelo si quiere), tuvo la idea de incorporar a los bandidos en su lucha contra los franceses y luego, los “perdonados”, a la Fuerza Mexicana de Policía Rural (los Rurales), fundada por él, a cargo de Ignacio Zaragoza.

Después don Porfirio Díaz hizo lo mismo con la diferencia de que él sí los traía marcando el paso porque sabía que esas bandas estaban a las órdenes de caciques y gerifaltes regionales, don Porfirio no se andaba con chiquitas, arrasó con el bandidaje que frenaba el progreso… como ahora.

El México postrevolucionario tampoco se tentó el corazón; el país tuvo seguridad general, a un alto precio, pero lo valía. Todo se descompuso por obra y gracia de las drogas… mucho dinero, muchísimo… y ahora ni legalizando las drogas se arregla esto porque los criminales se han diversificado.

Pero hay una ventaja: este crimen organizado no puede existir como lo padecemos sin que sus verdaderos jefes y organizadores y protectores, sean del propio gobierno y el ejército. ¿Ventaja?, sí, ventaja. Solo falta alguien en presidencia que no se ande con cuentos y sepa cómo se hacen unos buenos huevos a la mexicana.

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